Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 28 de febrero de 2016

EN UN METRO DE BOSQUE

Un mandala (o mándala) es para los budistas e hinduistas una forma simbólica de representar el macrocosmos o el microcosmos . Mandala es también la denominación que David G. Haskell da a un pequeño rincón de un bosque primario del estado Tennesse (Estados Unidos) que estuvo visitando  y observando con profundo detalle y reflexión, como científico y como humanista, a lo largo de un año. El fruto de todo ello es En un metro de bosque. Un ensayo de divulgación científica, yo añadiría y naturalista, que se ha revelado en todo un éxito editorial.


Contiene cuarenta y tres capítulos. Comienza cada uno de ellos con algún detalle captado durante su observación en silencio y reposo. La súbita irrupción de un esparvero chico. El paso de una babosa sobre el musgo. El frío gélido de enero. Una vibración de la montaña. La apertura de un pedo de lobo. La caída de un fruto de arce. Y así hasta cuarenta y tres.

En cada caso, comienza a conectar la observación con el funcionamiento de las aves en relación al vuelo. Con la evolución de los gasterópodos terrestres. Con las adaptaciones de los mamíferos al frío. Con el significado del tiempo geológico. Con el papel de los hongos en el bosque.O con las estrategias de dispersión de las semillas de los árboles en los bosques. Y así hasta cuarenta y tres.


Pero, en cada caso, no ofrece un discurso lineal. Desde una idea, deriva a otras relacionadas, como las hifas anastomosadas que penetran en el mantillo del rebollar. Comienzas a comprender la compleja, casi infinita interrelación, entre los componentes de un ecosistema.

Y redactado con una delicadeza que, en ocasiones, más que un ensayo científico parece un texto de prosa poética. Y con la sensibilidad que sensibilidad de un monje budista. Con el rigor de un científico.

Disponer cerca de casa de un reducto de bosque primario no está al acceso de todo el mundo. Sin embargo esto no es obstáculo para que cualquiera pueda disfrutar del funcionamiento de los seres vivos y del planeta allá donde viva. Haskell añade en el epílogo:

" ... me he dado cuenta de que creamos lugares maravillosos al prestarles atención, no al descubrir lugares inmaculados que nos maravillen. Jardines, árboles urbanos, el cielo, campos, bosques jóvenes, una bandada de gorriones de las afueras de una ciudad ... todos ellos son mandalas. Observarlos atentamente es tan provechoso como observar un árbol antiguo".

Es un libro de lectura recomendada para cualquier persona que disfrute observando la Naturaleza. Un libro que te nutre de ideas sugerentes, que te ayuda a entender tus propias observaciones. Una verdadera joya.

Un consejo. Hazte con él.

jueves, 25 de febrero de 2016

DE ACEQUIAS, PECES Y EDUCACIÓN. AVENTURAS Y DESVENTURAS DE DOS PROFESORES NATURALISTAS

Viernes por la tarde. Me voy a la huerta de El Codujón a cavar hoyos en la orilla de los ríos para plantar unos chopos este invierno. Cruzo el río de Las Monjas. Está seco. Algo había oído. Días antes me comentaron que la Comunidad de Regantes estaba de obras en esta acequia para tapar un agujero por donde se escapa el agua. Me fijo un poco y encuentro el cauce sin agua. Agua abajo del puente.


Cascotes de obra donde circula con fuerza la corriente (¡la de escombros que acabarán en el río!) y limos ricos en materia orgánica donde la pierde, parcialmente colonizados por las plantas acuáticas (helófitos).

Y aguas arriba.


Ya puede verse que el río Las Monjas es, en realidad, una acequia con taludes encementados. Y a veces el propio lecho.

Bajo del coche y me asomo sobre el puente. Peces muertos ...


Docenas y docenas de peces muertos sobre el lecho del río.


Sobre todo, samarugos y madrillas. También alguna trucha. No llevaban muertos muchas horas.


Al otro lado del puente quedaban varias pozas. En una de ellas, la más cercana al puente y que estaba aislada por montones de charáceas, se movía algo se movía dentro del agua. 

Había peces vivos. Algo se podía hacer.


Le llamé a Rodrigo para exponerle lo que había. Decidimos coger los peces que pudiéramos de esas pozas. Más no se podía hacer. Caía la tarde y son más de tres kilómetros de acequia sin agua. El daño estaba hecho, rescatar unos peces más o menos no era más que un voluntarioso parche. Pero, ¿por qué centrar el interés en los peces? ¿Y las plantas acuáticas? ¿Y las gambas de agua? ¿Y los caracoles acuáticos? Todos tienen su papel y su importancia.

Se trataba de hacer un aprovechamiento didáctico de esta situación. Podía servir para conocer las especies de peces y sus requerimientos, debatir sobre la gestión de las acequias y ríos, así como para intentar reproducir el ambiente en el que viven y, ¿por qué no? verlos de cerca. Porque muchas veces lo que no se ve no se conoce, y lo que no se conoce no existe. Era una oportunidad ... y un riesgo. Y eso mismo ocurrió.

Me fui a casa a por un par de pozales y unas botas de goma. Y después al instituto a por un cazamariposas. Le pedí a Conchi, nuestra conserje de tardes, que me ayudara a llenar el acuario que tenemos en el laboratorio. Como todos los años, en verano se seca, pero luego echamos agua para estudiar cómo los invertebrados y organismos microscópicos (algas y protozoos) vuelven a proliferar. Ahora mismo estaba justo en la fase de emergencia de  ostrácodos y pulgas de agua, los invertebrados más numerosos. Un ecosistema en acción bajo la atenta mirada de nuestros alumnos al microscopio y lupa binocular. 

Una vez en marcha el operativo volvimos al río. Con el cazamariposas comenzamos a sacar peces ...


que recogíamos en un pequeño pozal ...


del que fueron pasando a otro grande bien lleno de agua. 

Dimos muchos repasos con la manga hasta sacar  todos los peces que se pudo. Después nos acercamos a la poza cercana, mucho más grande. Sorprendentemente no había peces. 

Volvimos al IES. En el río se quedaban cientos de peces muertos y otros tantos, que en breve, lo iban a estar también. Y miles de gambas de agua, de protozoos, de caracolillos acuáticos, de plantas acuáticas ....

Llegamos al laboratorio del Instituto. El acuario ya estaba al tope de su capacidad (120 litros). Fuimos soltando peces. Casi no se les veía por la gran turbidez del agua. Como veíamos que podían ser muchos los peces que traíamos para ese acuario, otros los devolvimos al río Jiloca.

Por separado, Rodrigo y yo, aún volvimos al laboratorio esa misma tarde de viernes. El agua seguía turbia. Los peces se intuían. Pero mucho mucho, no se movían. Traían del río un buen estrés y posiblemente malas condiciones de salud. El acuario era una poza un poco rara de paredes de vidrio.

Y nos fuimos a casa. Empezamos a darle vueltas en la cabeza al asunto de los peces. En seguida pensamos que habíamos usado agua del grifo, agua clorada, que no es la muy favorable para la fauna acuática. Por otra parte, el acuario carecía de bomba de oxigenación. Cierto que casi no había materia orgánica a descomponer. Pero había bastantes peces, casi de más, y alguno empezaba a morirse. Los peces irían agotando el oxígeno disuelto en el agua vertida en el recipiente. La pregunta era hasta cuándo podrían aguantar. Nos preocupaba también la temperatura del agua pues no era conveniente que superara la del río. Si no había remoción de las aguas u oxigenación, al menos que fuera lo más fresca posible, pues la oxigenación aumenta a temperaturas bajas. Afortunadamente para los peces, que no para nuestro alumnado, el laboratorio de Biología y Geología es la estancia más fría del IES.

Sábado y domingo cerrado, esperamos hasta el lunes con inquietud. En paralelo, se nos ocurrían numerosas ideas para aprovechar un recurso educativo tan excepcional. Era muy estimulante.

El lunes, nada más llegar, subimos al laboratorio. Todo estaba bien. Los peces estaban activos y se podían ver a pesar de la turbidez del agua. La cosa funcionaba. Algunos habían muerto, quizás alguno de los que se encontraban peor en el río, aquellos que menos habían resistido el cambio de ambiente o los menos tolerantes a las variaciones de oxígeno en el medio. La selección natural tan explicada en las clases teóricas ahora en acción.

Fuimos visitando el acuario con los chavales. En seguida distinguieron dos especies de peces. Unos, los más abundantes, tenían dos barbas carnosas, boca ínfera y unas manchas oscuras y redondeadas en los flancos. Eran lo que aquí se conoce como samarugos y que en los libros llaman gobio (Gobio gobio). Nada que ver con lo que en Valencia y en los libros llaman samaruc (Valencia hispanica), un endemismo propio de las marjales y lagunas perilitorales valencianas. El gobio, nuestro samarugo, es un pez propio de ríos con lechos blandos en donde se alimenta de larvas de insectos, crustáceos y moluscos. Es indicador de aguas de calidad y con una corriente moderada aunque puede vivir en cuerpos de agua cerrados, como pozas aisladas por estiaje. Es una especie que de forma natural parece presentarse solo en las cuencas del Ebro y del Bidasoa, aunque ha sido introducida con éxito en otros muchos ríos de la península Ibérica. Está presente en todos los países de la Unión Europea. 


Pero también había madrillas (Chondrostoma miegii). 


La madrilla es también un pez de la familia de los ciprínidos. Tiene el cuerpo alargado, cabeza pequeña, ausencia de barbillas y boca ínfera. Es una especie propia de las corrientes de agua aunque puede sobrevivir en aguas remansadas. Es un endemismo ibérico que resulta propio de la cuenca del Ebro y de algunos ríos del País Vasco que desembocan en el Cantábrico y de otros de Cataluña que no pertenecen al Ebro.

Y ambos se alimentan principalmente de invertebrados acuáticos, así que los ostrácodos y pulgas de agua que justo estábamos viendo con los alumnos de bachillerato esos días les llegó una compañía que no esperaban. Las redes tróficas de la teoría ahora eran vistas también en la práctica.

Llegó el martes. Tres grandes gobios aparecieron tripa arriba. Los recogimos y los estudiamos. Nos sorprendió pues esta especie es más tolerante a las aguas tranquilas que la madrilla. No supimos explicarlo. Nuevos grupos estuvieron viendo el acuario. Estuvimos hablando de samarugos y madrillas, de ríos y acequias, de la gestión del agua y su impacto ambiental ... de lo que ocurre cuando no nos enteramos. El resto de los peces parecían estar bien, al menos mejor que en la poza de donde los recogimos ... pero no podía durar. Esa mañana habíamos ido a comprar una bomba de aireación a una tienda local, pero no había. En los pueblos no es fácil adquirir ciertos productos. Y no había indicio de cuándo iba a llegar.

Esa tarde tenía que ir a realizar unas gestiones a Teruel. Compramos la bomba allí y la instalamos antes de la noche. ¡Qué alegría ver burbujear el aire dentro del agua!

La sorpresa vino al día siguiente. De primeras, todos los peces estaban vivos. Pero ... demasiado vivos. Ante nosotros vimos como algunos saltaban fuera del agua. Todos mostraban mucha actividad. Alguno salió fuera del acuario y tuvimos que recogerlo del suelo para volverlo al agua. Cubrimos el acuario con un tapadera de red metálica y malla fina que encaja en el recipiente.

¿Qué es lo que pasaba? Pues lo mismo que cuando se encierra en una jaula a un gorrión o a un cardelino. Estrés. Y necesidad de escapar. Estaba claro que los peces no iban a poder soportar en el acuario aún cuando las condiciones ecológicas fueran apropiadas. Algo imposible, por otra parte, en peces de corriente. Ni debíamos hacerlo privando de libertad a animales silvestres, ni siquiera por un interés educativo. Nos daba pena admitirlo pero no había otra opción.

Fuimos vaciando el acuario mientras con el cazamariposas recogíamos los peces. Los llevamos al río esa misma tarde de miércoles. Algunos peces pequeños se enterraron en el limo del fondo del acuario y no pudimos cogerlos. Al final quedaron varios litros de agua en el acuario. En días posteriores hemos ido recogiendo los peces que quedaban. No resultan fáciles de atrapar. Poco a poco los hemos ido cogiendo y soltando en el río. Otros se han muerto, y otros resisten. ¡Son sorprendentes, tan delicados y tan resistentes!

Al final, como tantas veces ocurre, persigues unos fines y acabas consiguiendo otros.

Rodrigo Pérez y Chabier de Jaime

martes, 23 de febrero de 2016

LA RESERVA DE SOUTOK: UNA SELVA FLUVIAL EN LA CUENCA DEL DANUBIO

El río Morava es uno de los principales afluentes del Danubio por su margen izquierda. Nace a 1.380 m de altitud en los Sudetes orientales, en la frontera entre la República Checa y Polonia y, tras 358 km de recorrido, desemboca en el Danubio haciendo frontera primero entre Chequia y Eslovaquia y después entre Eslovaquia y Austria. El río Morava es el principal de Moravia, la región más oriental y segunda en extensión de la República Checa.

Mapa parcial de la cuenca del Danubio. Foto: Wikipedia
El río Morava recibe por su derecha al Dyje (o Thaya), afluente que nace en las montañas de la Baja Austria y de Moravia Meridional. La confluencia de ambos ríos es una amplia llanura en la que abundan los bosques de ribera, zonas pantanosas, prados húmedos, meandros, arroyos y lagunas temporales de un gran interés ecológico regida por las inundaciones primaverales. Es la zona más cálida de la República Checa (Tª media anual: 9,6 ºC) y recibe unas precipitaciones anuales de 634 mm.

Es un territorio que a pesar de su interés científico y de encontrarse en la frontera con Austria no ha sido declarado parque nacional por la administración checa. Sin embargo, el control por el estado es muy importante, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial y la militarización de esta zona fronteriza durante el periodo de la guerra fría.

Carromato militar reutilizado como refugio en pleno bosque de Soutok
Este espacio natural, situado muy cerca de la ciudad de Breclav, tiene una superficie de 4.232 ha, de las que 3.395 corresponden a bosques, 532 ha a tierras cultivadas y 305 ha a láminas de agua.

Soutok, un triángulo entre ríos y países centroeuropeos

Una mañana de julio dedicamos a recorrer algunos rincones de la Reserva.


Es un territorio muy llano y surcado por numerosos arroyos y canales ...


de aguas pardas, aguas ricas en materia orgánica (taninos) y pobres en nutrientes minerales pues proceden de terrenos con sustratos ácidos y silíceos ...

 

Los bosques fluviales estaban formados por sauces, fresnos, carpes y chopos ...


 Algunos sauces presentaban abundantes ejemplares de muérdago sobre sus ramas ...


Por las ramas de los árboles ribereños ascendía los tallos de lúpulo ...


... herbácea trepadora muy usada para darle el sabor amargo a la cerveza. Era el hábitat de la buscarla fluvial a la que pudimos escuchar entre la maleza.

Buscarla fluvia (Locustella fluviatilis). Vídeo de D. Yakubovich

Desde el primer momento tuvimos la sensación de estar en un espacio muy intervenido. Viales, puentes, vallas y cuarteles con una gestión forestal homogénea. A pesar de la heterogeneidad de ambientes naturales existentes.

Los robledales eran los bosques más extensos. Los encontrabas en todas las fases de su desarrollo ... ¡salvo como árboles viejos!. 

En su fase de rebrote de cepa tras la corta a matarrasa o como jóvenes plantitas procedentes de semilla ...  


normalmente sofocadas por herbazales por lo que estos terrenos eran laboreados para reducir la competencia de las herbáceas y el número de pies de roble.


En estos herbazales abundaban los saltamontes y los pájaros insectívoros como la oropéndola o el alcaudón dorsirrojo, estos con los jóvenes en sus primeros vuelos ...


En otras zona se veían árboles jóvenes, todos ellos de la misma edad, fruto de una gestión intensiva según el modelo centroeuropeo orientado a la optimización de la producción maderera ...


En algunos cuarteles se respetaban algunos árboles a modo de plantas madre ...


En fin, un modelo de bosque intensamente aprovechado.

 

Pero esto no es nuevo. Los carteles informativos del sendero naturalista aportaban información sobre la gestión forestal en el pasado que fue igualmente intensa. Ahora bien, sobre bosques primarios. A principios de siglo XX se extraía tanta madera de este bosque que fue construido un ferrocarril de propio para evacuarla hacia Breclav, la cercana ciudad donde se transformaba.

Además, Soutok es una gran reserva de caza mayor. Ciervos (vimos una hembra), gamos, corzos y jabalíes son comunes y han sido aprovechados desde hace siglos, especialmente durante los siglos que fueron propiedad de una familia aristocrática. Abundaban los puestos elevados para los cazadores.

 

El robledal es el ecosistema forestal más representativo.


En él y en otros ambientes boscosos encuentran su hábitat diversas especies propias de estos ecosistemas como reflejaba el panel ...


Sobre el cielo nos sobrevolaba una cigüeña negra. Algo después y a lo lejos planeaba una águila imperial oriental. En los cercanos robles buscaban alimento una familia de picos sirios. Y en la penumbra de un robledal entraba y salía una pareja de carboneros sibilinos.

Vimos tallares de tilos que eran aprovechados por los apicultores para obtener la famosa y aromática miel de tilo.

 

Salimos hacia el sur dejando el bosque y las lagunas e internándonos en zonas abiertas, pastizales de siega.


... siguiendo un camino que llevaba en paralelo una valla metálica. Era la frontera con Austria. Cerca de un promontorio vimos un cartel con una fotografía y textos en checo y en alemán. Nos imaginábamos la historia. nos lo confirmó un ciclista que pedaleaba por la zona. Era la triste historia de un joven que murió por disparos de la policía fornteriza checoeslovaca cuando cruzaba la frontera para pasar a Austria en 1956. Tristes historias del siglo XX.


Seguimos dirección Breclav. Nos llamó la atención el palacete de Lány, un un edificio recién restaurado. Seguramente sería una estancia de los propietarios que empleaba durante sus jornadas de caza ...


con estancias para almacenar heno y para recoger el ganado que pastaba en los cercanos prados.


Tras cruzar bosques y canales salimos al suntuoso palacio de Sohansko, un edificio de estilo neoclásico erigido en 1810 y utilizado como la familia Liechtenstein, la propietaria de todas estas tierras de Moravia (y muchas más).


Esta familia tenía una de sus sedes muy cerca de aquí en Lednice y Valtice, conjunto de mansiones, palacios, iglesias y jardines hoy declarados por la UNESCO patrimonio mundial de la Humanidad.


Este un lugar de un lujo impresionante, y eso que solo lo visitamos sin llegar a entrar en las estancias. Es lugar de culto por los turistas checos que lo complementan con las visitas a los viñedos y a las bodegas de buen vino moravo. Sohansko es una parte de este complejo de residencias nobiliarias de los Liechtenstein en la región de Palava.

En el interior de Sohansko había un museo arqueológico dedicado al cercano yacimiento de los antiguos pobladores moravos (siglo IX). No lo visitamos. En su lugar, nos sentamos debajo de un gran roble y saboreamos una cerveza disfrutando de la paz del lago que acompañaba al palacio.



Una cuarentena de aviones comunes y zapadores sobrevolaban el lago cazando entre las nubes de mosquitillos. Unos excursionistas se preparaban una barbacoa cerca. Grupos familiares recorrían en bicicleta estos parajes. Había paz.

Me dio por merodear por el bosque cercano. Y dí con una extraña construcción adosada al camino. Era un búnker.


 Y muy cerca, una valla de control de acceso y alambre espino.


Tan solo en el sector de Breclav hay 100 bunkers como este. Todos ellos, y hasta 10.000 más, fueron construidos por el gobierno de Checoeslovaquia en 1938 para intentar defenderse de la inminente ocupación nazi. Casi todas estas defensas fueron levantadas en los 646 Km de frontera con Alemania y en los 362 con Austria, sobre todo, tras la Anschluss cuando se incorporó como una provincia del III Reich.

Paisajes históricos y naturales en el corazón de Europa.

domingo, 21 de febrero de 2016

BASURAS EN LAS ÁREAS DE SERVICIO

Botes de refresco. Botellas de agua vacía. Tetrabricks de leche o de zumo. Cartones. Envases de helados. Envoltorios de patatas fritas, tan crujientes ellas. Pañales. Latas de conserva. Botellas de agua mineral rellenas de orina. Papeles, muchos papeles. Y, sobre todo, bolsas de plástico. Bolsas grandes, medianas y pequeñas, venteadas hacia las vallas metálicas que cierran los recintos. O liberadas hacia los campos del entorno. Mejor, ya no se ven, piensa alguno. Retenidas entre los yerbatos que crecen en los márgenes, a salvo del pisoteo de las ruedas.


Seguramente es el resultado de la nocturnidad. De tirar por la ventanilla los residuos de una sociedad que fomenta el consumo, el usar y tirar. Una sociedad en la que son muchos que no se plantean buscar el contenedor más próximo. Contenedores que sí están en dichas áreas. Por que, eso sí, contenedores no faltan.

Es uno de los inconvenientes de las buenas comunicaciones del valle del Jiloca y del Campo de Romanos. Mucha gente de paso. Mucha gente desvinculada de un paisaje por el que viaja, a veces con frecuencia. Mucha gente que parece no ver la basura que genera. 

Un producto más de la "cultura de las áreas de servicio". Como los discos de El Fary.


Las imágenes corresponden al área de servicio de Caminreal, pero podría tratarse de la de Calamocha, Ferreruela de Huerva, Monreal del Campo, Cella, Villarreal de Huerva.

Los vecinos de estos pueblos, entre indiferentes, impotentes e indignados.

Otro de los paisajes cotidianos del Jiloca.

viernes, 19 de febrero de 2016

CAMPOS DE HIERBAS BLANCAS

La hierba blanca o verbiana, que de las dos formas se llama en el Jiloca, es una planta de la familia de las Crucíferas conocida como Diplotaxis erucoides entre los botánicos. Es una planta herbácea de ciclo muy breve. Permanece en fase de semilla en los periodos desfavorables. Es, pues, un terófito. Crece de forma rápida. Está muy adaptada a la remoción del sustrato. Y, también, a aprovechar con eficacia el agua, a veces escasa, retenida en el suelo, incluso tras la lluvia. Ecológicamente es un pluvioterófito. Tras cada episodio de precipitaciones, germinan semillas presentes en gran número sobre la superficie del suelo.


Este mes de enero algunos rastrojos de Villafranca del Campo eran campos cubiertos por verbianas. El lustre del verde de las hojas y las flores blancas destacan sobre el pardo de la paja seca y descompuesta de la cebada. 


Las hierbas blancas ofrecen paisajes como estos ...


Es posible que alguno de ellos vaya a ser aprovechado por el ganado. Villafranca del Campo es uno de los municipios que aún mantienen una importante cabaña de ovino. 

La verbiana o hierba blanca en verde no resulta muy apetecida por la oveja ya que le resulta algo amarga y ácida. Los pastores saben bien que tras las heladas invernales pierde parte de este sabor y la comen mejor. 


Junto a estos campo, los canales construidos por el IRYDA en la década de los '70 desde hace años completamente abandonados ...


Arqueología agraria en el Jiloca. Junto con el tendido de los cables del teléfono. Elementos del paisaje actual.