Sábado 8 de febrero. Once menos veinte de la noche. Marta y Uge vuelven a casa. Al pasar por el kilómetro 179 de la N-234, en el paraje de Villa Cadima observan un animal atropellado sobre el asfalto. Descienden a la calzada y se acercan. Es una gineta. La recogen.
Lunes 10 de febrero. Rodrigo viene al Instituto en su furgoneta. Me dice que me asome a ver el contenido de una bolsa.
Es un macho de gineta y se encuentra en muy buen estado. Contusión mortal en la cabeza que se manifiesta en un ojo. Pero el resto, perfecto.
Nos organizamos los tiempos y llevamos los restos del pequeño carnívoro a nuestras respectivas clases. Ese día cambias el ritmo.
A los pequeñicos, los de primer ciclo de la ESO, les comentas que has traído un mamífero carnívoro. Más que nada por prepararlos. Sacas el cuerpo de la gineta y lo dejas sobre el papel de filtro que cubre la mesa. Una veintena de cabecicas se apiñan sobre el cuerpo del pequeño carnívoro. Casi todos curiosos. Incluso excitados. Alguno también algo asustado o con aprensión. No conocen este animal. Vamos comentando los rasgos externos.
Las patas cortas, la larga y anillada cola …
el cuerpo y cráneo alargado y estirado, los largos bigotes y las grandes orejas …
y las piezas dentales en las que destacan los cortos incisivos, los largos caninos y las afiladas muelas …
Las plantillas de las patas con las que marca su huella…
y las uñas semirretráctiles …
- ¡Cómo las de mi gato! Te dice una niña.
Y es que 1º de Secundaria es así de estimulante. Con ellos, brotan las vivencias. No tienes respiro.
Les cuentas algo de sus costumbres, de su papel ecológico y de su presencia en la península. Y volvemos al tema de la Atmósfera..
Con más profundidad y detenimiento vamos aprovechando este inesperado recurso educativo con el alumnado de los grupos de segundo ciclo de Secundaria y con los Bachillerato. Y estos últimos, medio provocando, te comentan aquello de:
- ¿Por qué no lo abrimos?
Y te quedas valorándolo, pues no lo has hecho nunca y, si te lanzas, quieres organizarlo un poco. Y seguimos con el tema del catabolismo.
Vuelvo a tener clase con ellos el miércoles. Coincidimos a sexta hora el grupo de 1º de Bachillerato de Ciencias con el de Biología de 2º de Bachillerato de Biología. Es perfecto. Los juntamos y compartimos la actividad.
Hemos dejado el cuerpo de la gineta entre las dos ventanas. Son días fríos y la descomposición avanza despacio. Nos juntamos y comenzamos la disección. El cadáver prácticamente no huele.
Con el bisturí se hace un corte desde el cuello hasta el final del abdomen en la parte anterior. La piel se va desprendiendo con facilidad hasta la base de las patas. Con los alicates abrimos la caja torácica. Al hendir en la base del cuello asoman el esófago y la tráquea, fina y alargada, terminada en unos pequeños pulmones, que se dividen en varios lóbulos.
Bajo los pulmones se encuentra el corazón, grande en relación con el resto del cuerpo. Se reconoce el pericardio, las pequeñas aurículas y los robustos ventrículos, las coronarias y se intuyen las arterias y venas pulmonares en todo ese acúmulo de fibras y envueltas …
Dejamos la cavidad torácica y proseguimos hacia la cavidad abdominal por donde asoman el estómago, el hígado y la masa intestinal con abundante tejido adiposo.
El estómago es un cuerpo oscuro y voluminoso. Parece tener contenido. Abrimos. Nos encontramos dos micromamíferos. Son dos ratones, seguramente ratón de campo, la presa preferida de la gineta.
Uno de ellos está partido en dos trozos. En este caso, al ser presas de pequeño tamaño, las piezas dentales de la gineta tan apenas trituran el alimento, dejando el trabajo digestivo al estómago y al intestino delgado. Es posible que cuando caza, opte por engullir cuanto antes para dedicarse a seguir buscando presas y evitar el ruido del triturado de los huesos.
Pensamos que son ratones por tener orejas grandes, cabeza alargada y cola muy larga. No pueden ser topillos.
Villa Cadima se encuentra en un ambiente ecológico de ecotono. Hacia el este, campos de secano cerealista atravesado por la autovía (A-23). Hacia el oeste, la vega del Jiloca con cultivos de panizo y de chopos canadienses. Entre uno y otro un talud de arcillas y conglomerados.
Hay también una ermita abandonada y sobre el talud, cerca de la autovía, montones de cepas de chopos. No son malos refugios. Junto a la acequia no faltan viejos chopos cabeceros, con muchos huecos, también del agrado de este pequeño carnívoro.
Nos viene a la mente el inolvidable capítulo “La bella matadora” de la serie “El hombre y la Tierra” de Félix Rodríguez de la Fuente, la persona que inculcó el amor por la Naturaleza en muchos miles de niños y jóvenes de los años 70. Entre ellos, a nosotros.
A muchos nos marcaron aquellas resonantes expresiones: “cárcava”, “vieja tronca”, “vivérrido”, “corazón del viejo chopo” … que anidaron para siempre en nuestros infantiles cerebros.
Recomendamos ver el programa, especialmente los minutos 9.20-11.10, el 15.50-16.35 y 20.50-21.58
Nuestra gineta, seguramente, saldría a buscar alimento al crepúsculo primero entre los rastrojos próximos a su madriguera. Este año es abundante en micromamíferos. Muy cerca de donde resultó atropellada encontramos este conjunto de madrigueras. No le debió resultar difícil.
Antes de las 10.30 ya llevaba dos presas. Tal vez el sopor de la digestión en marcha, tal vez un despiste al cruzar la carretera, tal vez la excesiva velocidad de un coche … le hicieron perder la vida en esa noche de febrero.
Extraemos el intestino delgado que parece casi vacío. Todavía no ha llegado el quimo al duodeno. La digestión estomacal acababa de empezar como puede verse en el estado de los ratones: orejas completas, masa muscular íntegra, huesos completamente cubiertos ….
Al abrir el duodeno aparecen unos hilos blancos que se extraen fácilmente con las pinzas. Al principio pensamos que se trataba de fibras de proteína comenzando su digestión intestinal. Una observación más detallada nos mostró la presencia de anillos:
Parecen parásitos. Había muchos, sobre todo en la primera parte del intestino delgado. Nos ponemos en contacto con un experto en el tema que nos indica que pueden ser cestodos, un grupo de platelmintos. No sé, nosotros los vemos algo cilíndricos y poco planos.
De nuevo comprobamos la enorme importancia del parasitismo como proceso ecológico y como motor evolutivo, casi siempre eclipsado por la depredación, siempre tan espectacular.
Por último, observamos el conjunto de riñones.
Sorprende la cantidad de tejido adiposo que los envuelve. Está gineta disponía de abundante grasa acumulada en los adipocitos. Su reserva de energía. La garantía de supervivencia ante periodos de escasez. Ahora se entiende la expresión popular que dice que las personas ricas “tienen el riñón forrado”.
Se aprecia una gruesa vena renal que se incorpora a lo que parece ser la vena cava ascendente. Y la vejiga urinaria, elástica y llena, que no queremos romper para evitar aún más aprensión.
El tiempo avanza y la clase está a punto de acabar. Observamos los compactos testículos y los extraemos del escroto. Y poco más.
Una de las cosas que hemos ido aprendiendo al crecer aquellos aprendices de naturalista a los que Félix nos encandiló, es que la vida silvestre, esos animales que tanto nos fascinaban –y fascinan-, está mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos.
La gineta que durante años imaginábamos en la “vieja tronca de la cárcava castellana” la teníamos….
… en los chopos cabeceros de Villa Cadima, entre Torrijo y Monreal del Campo.
6 comentarios:
¡¡Que interesante¡¡sobretodo porque hace una semana, un amigo, volviendo de trabajar de la Brid de Daroca en dirección Calamocha(no se exactamente el tramo), desgraciadamente también atropello una gineta, me la enseño en una foto para confirmar que era realmente esta especie,¡que coincidencia¡,¿verdad?.
Era un ejemplar precioso con una cola inmensa. Mi primer pensamiento cuando la ví en la foto fue "con lo difícil que es verlas" o yo al menos, a pesar del tiempo que paso en el campo sólo me las imagino cuando coincides con ellas de noche y ves los ojos brillantes y la silueta.
Una lástima que las hayamos tenido que ver atropelladas, eso sí, me alegra saber que al menos ha tenido una gran función educativa y los estudiantes del Valle del Jiloca son capaces de identificar esta preciosa especie.
Carmen Alijarde.
Ahora que lo leo, lo recuerdo perfectamente, a todos nos impacto, el tejemaneje que se lleva la gineta chopo arriba, chopo abajo, y más aún oír a mi padre decirnos que en Calamocha había, al menos cuando él era un crio.
Nunca vi ninguna. Una noche volviendo de regar de los Molinares a la altura del Tormo, algo se cruzo en el camino, mi padre aflojo la marcha y a mí me falto tiempo para decir, “una gineta, una gineta”… el animal, sus ojos, terminaron de cruzar y mi padre dijo, “un tajudo, eso es un tajudo”.
Seguro que tengo ese capítulo, lo veré esta noche, le quitare el color a la tele y lo veremos en blanco y negro, como toca.
Recuerdos
PD La clase resultaría tan inolvidable como el hecho de ver al abuelo matar un pollo o un conejo, pelarlo, despeletarlo, abrirlo. Volvieron este verano con un montón de fotos, de semejante capitulo vital, vivido en el pueblo.
Tienes razón, Jesús. Ya casi no hay hogares, ni en Calamocha, en los que se mate un pollo o un conejo. Nos lo hace la industria.
Con 3º de Secundaria sí que hacemos todos los años la disección de un juego de tráquea, pulmones y corazón,de riñones y de encéfalo de cordero.
Pero el abrir fauna silvestre, sobre todo depredadores, siempre tiene el factor de la ecología y ... ¡la sorpresa!
¡Gran suerte la de esos alumnos!
Esas madrigueras tolvas son de ratón de coda curta del azafrán (Microtus duodecimcostatus)
Que chulada la descripción de la experiencia y qué afortunados los alumnos de poder tener a alguien que les pueda contar cosas tan interesantes y que sabé sacar partido a aquello que va surgiendo. Un abrazo. Salva
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