Como otras mañanas, nada más levantarme, salgo a la calle. ¡Hoy va hacer un buen día!. Sumido en pensamientos, percibo la silueta de un mirlo sobre el tejado de enfrente. ¿Mirlo?.Entro, cojo los prismáticos y cual es mi sorpresa: es un macho de roquero solitario (Monticola solitarius).
¿Qué curioso? Bueno, no tanto. Cuando regreso del campo a medio día, mi esposa me indica que ha visto entrar un pájaro en el alféizar de la ventana de la casa adyacente. Esa tarde y los días siguientes vigilo el nido y, tras varios avistamientos, consigo fotografiar al macho y a la hembra en su trasiego con alimentos al nido.
No parece haberles afectado en la ubicación del nido el bullicio de los niños y el paso de la gente a escasos 15 metros de la ventana. Eso sí, son cautos en los momentos de cebar a los pollos y permanecen inmóviles si son descubiertos. Es tal su quietud, que uno duda si son obra de un taxidermista o son reales.
En las afueras del pueblo, sobre la pared de un pajar, su primo el roquero rojo (Monticola saxatilis), algo más tímido, ha instalado su nido. Ambas especies comparten hábitat en las escarpadas rocas y muros del viejo castillo siendo el solitario residente y el roquero rojo estival. Ambos machos sorprenden por su peculiar colorido: rojo y azul en el rojo; azul que viene a confundirse con negro en el solitario. Por el contrario sus hembras parecen querer pasar desapercibidas en el entorno con tonos mas discretos. Se alimentan de insectos, larvas, lagartijas y en menor cantidad de bayas y semillas. Son aves poco frecuentes, que alegran nuestros montes con su presencia.
Este ha sido un buen año. La primavera ha llenado de nidos nuestro entorno: de buitres leonados, de cuervos, de gorriones chillones, comunes y morunos,los ya mencionados roqueros y muchos otros. Esperemos que sea una tónica en los años venideros y que las condiciones climáticas y humanas sean favorables.
Jesús Blas
1 comentario:
Es una especie muy peculiar, por lo que entiendo no es muy comun verla.
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