Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 27 de agosto de 2013

MOZAMBIQUE-IRAK-PELARDA

Mañana fresca de mediados de julio. Madrugamos para estudiar las choperas del barranco de la Cañada, denominación que recibe en Collados el curso de agua que en Olalla llaman rambla del Sabinar. Estamos en la solana de la sierra de Pelarda, en su margen occidental.

Mapa Pelarda

Estamos altos, a 1.260 metros. Como es habitual en esta parte de la cordillera Ibérica, esa altitud no se percibe. El paisaje es un conjunto formado por montes de suave relieve y por amplios valles abiertos por las aguas sobre los materiales detríticos silíceos tan propios de la sierra de Pelarda.

Mapa collados

No hay bosque. Los cerros están cubiertos por unos pastizales salpicados de zarzas, enebros y algún rebollo …

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las partes bajas son campos de cereal con linderos espinosos en los ribazos.

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Nada más salir del coche, entramos en unos prados completamente cubiertos de una hierba alta y densa, resultado de las abundantes nevadas invernales. Los espinos, conocidas en la sierra como zarzas escalambrujeras (Rosa canina), colonizan el herbazal aportando un verdor intenso sobre unos prados que ya quieren agostarse.

Los pájaros están en plena actividad a estas horas. Echo algo en falta, le digo a Carmen. El alcaudón dorsirrojo. Este es su hábitat. Aunque llevo prismáticos, no nos entretenemos a buscarlo. Vamos con otros objetivos. Y bajamos hacia el arroyo sin llegar a verlo.

Descendemos el barranco de la Cañada, topónimo debido a la amplia cabecera del valle, al pie de la sierra de Pelarda. Sin noticias del pájaro.

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A lo largo de la mañana seguimos el curso del arroyo, ya con muy poca agua en esta cabecera del valle, tras dos semanas sin tormentas. Las mieses de trigo están comenzando a secarse. Las cosechadoras no entrado en campo alguno. Aún tardarán, al menos una semana más en empezar, si es que las tormentas no vuelven.

Llegamos a Olalla por una espléndida chopera que nos acerca a El Sabinar, donde hemos dejado el otro coche. Desde allí, ya solo, inicio el retorno remontando el barranco de Cenizales.

La jornada está siendo larga. Es ya la tarde y el sol aún está alto. El paisaje está formado por trigales en campos abancalados con espinos en los ribazos. Ya estoy cerca del punto de partida y del final de la excursión.

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Se oye una voz insistente y áspera. Ahí está, sobre una zarza, el macho de alcaudón dorsirrojo.

 

Macho de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio). Foto tomada por Artur Mikołajewski

De tamaño poco mayor que un gorrión, esta especie tiene algunas particularidades que nos cautivan a los naturalistas.

Comparte el hábitat y hábitos del resto de los alcaudones ibéricos (real, común y chico). Cazador en espacios abiertos, prados con espinos o bordes de bosque, donde se posa en destacados posaderos para acechar a sus presas. De la mano de Félix Rodríguez de la Fuente aprendimos la costumbre que tienen algunos individuos de cualquiera de las cuatro especies de alcaudón de empalar a las presas (grandes insectos, lagartijas, pajarillos) en las púas de los espinos. 

Puede encontrarse una información muy completa sobre el alcaudón dorsirrojo en la estupenda y recomendable página Pajaros de España.

Pero en este artículo querría comentar tres aspectos: el biogeográfico, el migratorio y el conservacionista.

El alcaudón dorsirrojo tiene una amplia área de distribución en el Paleártico, encontrándose desde el sur de Escandinavia hasta el oeste de Siberia, y desde el noroeste de la península Ibérica hasta el mar Caspio. Encuentra en hábitat que requiere en los amplios territorios con campos y prados siempre orlados por espinos de la deforestada Europa. En la región Eurosiberiana es un pájaro común en las campiñas, un personaje habitual en cualquier pueblo europeo durante el periodo estival.

En la península Ibérica vive en la cordillera Cantábrica, los Pirineos, los Montes Gallegos y la parte norte de la cordillera Ibérica. En las zonas más bajas habita en las campiñas con prados y setos, donde es muy abundante, así como en la orla espinosa de los bosques, mientras que en zonas más altas ocupa los pastizales de montaña.

En la imagen se muestra el área de distribución con datos de principios de la pasada década (2000).

Y, ¿cuál es su situación en la Ibérica aragonesa?

Un poco antes (1998) fue publicada la obra “Aves de Aragón. Atlas de especies nidificantes”. En ella se indicaba su nidificación probable en dos cuadrículas de 10 x 10 km en la zona del Moncayo. En el resto, nada de nada.

Sin embargo, en los inmediatos años siguientes comenzaron a acumularse observaciones –varias de ellas confirmando la reproducción- que fueron aportadas por diversos naturalistas en numerosas comarcas de esta parte de Aragón y que fueron recogidas en las respectivas ediciones del Anuario Ornitológico de Aragón (Rocín). En el sur de Aragón lo fue en el Maestrazgo y Gúdar (Villarluengo, 2003; Cañada de Benatanduz, 2006 y Gúdar, 2011), en las Cuencas Mineras (Utrillas, 2004; Aliaga, 2004; Escucha, 2006), en la sierra de Albarracín (Orihuela, 2004; Bronchales, 2005; Tramacastilla, 2005 y Noguera, 2006).

¿Y en las Tierras del Jiloca?

Las primeras citas se realizaron en las sierras de Cucalón (Loscos, en 2005; Fombuena, 2007) y de Pelarda (Piedrahita, 2006; Fonfría, 2007, Cutanda, 2009) siendo casi segura su observación en finales de primavera y verano en cualquier viaje por la carretera de Olalla a Rudilla. Incluso, algo más tarde, se realizaron otras en otras sierras próximas, como la de Lidón (Alpeés, 2007) y en la de Santa Cruz (Cubel, 2013).

¿Qué explicación tiene esta creciente acumulación de observaciones en la cordillera Ibérica meridional y su ausencia en los mapas de distribución de los atlas de Aragón y España? Pues doble. Por un lado, los investigadores sugieren que es una especie que en expansión hacia el sur de su área de distribución peninsular. Pero, por otra parte, nosotros añadiríamos otra razón que no es si no la presencia de un número creciente de naturalistas recorriendo esta parte de Aragón con el hábito de recoger datos y aportarlos a los anuarios ornitológicos.

Alcaudón Dorsirrojo  - Roger Sanmartí

Hembra de alcaudón dorsirrojo. Foto: Roger Sanmartí (SIOC)

La presencia del alcaudón dorsirrojo en estas sierras matiza muy bien la influencia eurosiberiana que presentan las comunidades biológicas de los enclaves menos secos de la cordillera Ibérica, inmersos en plena región Mediterránea. Y, por otro lado, su función de corredor biogeográfico, de avanzadilla de las comunidades propias de los bosques caducifolios (y sus series regresivas, en este caso) en el mundo del bosque esclerófilo y perennifolio. Es decir, el papel de encrucijada biogeográfica de estas sierras de relieve poco espectacular y altura media.

El alcaudón dorsirrojo muestra un moderada tendencia regresiva en las últimas décadas. La intensificación agrícola, sobre todo las concentraciones parcelarias, eliminan los linderos arbustivos existentes entre los campos donde encuentra su hábitat. En nuestra zona, el avance de estas obras de agrupamiento parcelario resulta inexorable, especialmente en las sierras de Pelarda y Cucalón como ya se comentó en un pasado artículo.

Estas imágenes fueron tomadas en Fonfría hace un par de inviernos durante las obras. Pueden verse algunos linderos dispuestos entre pastizales ….

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o entre tierras de labor …

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… y los trabajos de las máquinas ….

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… y sus consecuencias en forma de acúmulos de arbustos descuajados para de su quema

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… y la situación de los campos tras las obras.

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Campos más grandes y mayor rentabilidad económica, sí. Pero mayor pérdida de suelo, menor infiltración hídrica y pérdida de hábitat para muchas especies, también.

La otra amenaza, también muy seria, para el alcaudón dorsirrojo es la pérdida de la ganadería extensiva. Las vacas y las ovejas mantenían un paisaje con pastizales y sujetaban la colonización por el matorral arbustivo, que tiende a cerrarse y desplazar a las especies herbáceas propias de los prados. Esta imagen tomada en Cerveruela (Sierra del Peco) refleja muy bien lo que está ocurriendo al desaparecer los pastores y sus ovejas en nuestros montes.

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Se benefician las especies forestales, como el petirrojo o el mirlo común, se ven perjudicadas las propias de los ecotonos, como nuestro alcaudón dorsirrojo.

El último aspecto que nos gustaría difundir sobre esta especie es el relativo a su comportamiento migratorio. En Europa y Asia es estrictamente estival. Es decir, está presente tan solo durante el periodo de cría. Llega con la primavera bien entrada (cuando son abundantes los grandes insectos y las lagartijas) y se marcha a finales de agosto hacia África austral donde pasará el invierno en tierras de Namibia, Botswana, Mozambique o Sudáfrica.

Área de invernada y densidades del alcaudón dorsirrojo. Fuente: Biodiversity explorer

Es bien conocida su migración en lazo. Es decir, un viaje en la que no coinciden la ruta prenupcial y la postnupcial.

Tras la cría, las poblaciones europeas se dirigen hacia el sudeste cruzando el Mediterráneo por Libia y Egipto, por donde recorren los países de África oriental hasta alcanzar las tierras del sur del continente. Sin embargo, en la migración previa a la cría, realiza el recorrido contrario escorándose ahora más hacia la costa índica africana para desviarse hacia Arabia Saudí y el Golfo Pérsico, donde realiza un giro hacia el oeste para dirigirse a sus cuarteles reproductores en Europa a través de Turquía y los Balcanes.

Hace unas semanas se hicieron públicos los primeros datos conocidos sobre la peculiar migración de los alcaudones dorsirrojos ibéricos procedentes de una investigación realizada por la Fundación Migres, en colaboración con Centro de Macroecología, Evolución y Clima de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y la consultora ambiental Opsis.

En la primavera de 2011 se capturaron 20 alcaudones dorsirrojos (10 macho y 10 hembras) en las inmediaciones de la ciudad de León. A cada uno se le instaló un geolocalizador en la espalda mediante un arnés. Este dispositivo, de muy pequeño peso (0,6 gramos) y que no debe interferir en su actividad vital, capta la radiación luminosa (hora de salida y puesta de sol, además de posición del cénit) almacenándola lo que permite conocer la posición geográfica (latitud y longitud) en cada momento una vez se recaptura el ave.

 

Pues bien, en la primavera de 2012 fueron recapturados dos de los veinte ejemplares y pudo desvelarse la extraordinaria singladura realizada por estas aves. Iniciaron la migración otoñal dirigiéndose desde las tierras leonesas hacia el este, llegando al norte de Italia a mediados de agosto, desde donde cruzaron el Mediterráneo y el Sáhara llegando al sur del desierto a primeros de septiembre. Permanecieron en las sabanas de Sudán del Sur varias semanas y prosiguieron hacia el sudeste africano lentamente para llegar a las zonas de invernada (entre Mozambique y Zimbaue) a finales de octubre tras realizar un viaje de 8.750 km.

Mapa Político de África

Sin realizar movimientos de entidad permanecieron en los territorios de invernada hasta finales de febrero. La migración prenupcial comenzó a primeros de marzo, dirigiéndose sin mucha prisa a través por África oriental hasta la zona de Somalia y Etiopía donde llegaron a finales de mes. Con más urgencia y a lo largo de abril, atravesaron primero la península Arábiga para alcanzar los valles del Tigris y del Eúfrates, desviándose hacia el oeste hacia las penínsulas de Anatolia, Balcánica e Itálica para llegar al noroeste ibérico a finales de mayo. Este itinerario le supuso recorrer 10.950 kilómetros, siendo 4.070 de ellos de desierto.

¿Será parecida la ruta migratoria de los alcaudones dorsirrojos de la sierra de Pelarda? No lo sabemos, pero es muy probable.

Cuando vuelva a verlo sobre un enebro me acordaré la impresionante aventura que desarrollan cada año en la que recorren variados paisajes y países. Y es que estos pajarillos …. son unos fenómenos.

sábado, 24 de agosto de 2013

HUMEDALES EN CUTANDA

Uno tiende a pensar que los paisajes de su entorno han sido siempre como uno los conoce. Los valles y montes que vemos tienen campos, pastizales y bosques, sistemas de aprovechamiento del suelo y el agua realizados por el ser humano desde hace siglos. Tres, diez, quince siglos, tal vez menos … solo se acercan a saberlo los historiadores.

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Antes de que comenzara la acción transformadora humana debieron ser completamente diferentes. Resulta difícil imaginar cómo serían.

Frondosos carrascales y rebollares se extenderían por las llanadas y los montes de forma continua quedando sustituidos por matorrales en las crestas rocosas y por los bosques de ribera y los humedales en los fondos de valle, donde el freático próximo favorece a los árboles caducifolios frente a las quercíneas.

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Rebollar de Bea (Alta Huerva)

Pero, donde el encharcamiento fuera prolongado el paisaje correspondería a herbazales con carrizo, cárices y megaforbias bien adaptadas a la inundación permanente. Estos ambientes, que aún se han conservado en puntos del valle del Jiloca, vuelven a prodigarse en el del Pancrudo al abandonarse una actividad agrícola que requiere mantener los sistemas de drenaje.

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Vega del Jiloca en Gascones (Calamocha)

Conservar esos paisajes agrícolas para garantizar en el tiempo su producción ha debido exigir un esfuerzo e ingenio permanente de la mano del hombre, sobre todo en tiempos de limitados recursos tecnológicos.

Estos humedales de fondo de valle debieron ser muy extensos y presentar una continuidad mayor de lo que imaginamos.

Este mes de julio he recorrido junto con mi hijo Chabi el curso de La Riera, desde Olalla hasta su desembocadura en el Pancrudo, en El Regajo de Navarrete. Al llegar a Cutanda, al pie del núcleo urbano, nos sorprendió la existencia de varios campos completamente inundados, parecían pantanales. Era algo que no podíamos imaginar.

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En algunos campos no se había podido labrar. En otros permanecía sin recoger una cebada crecida y granada, que había sido plantada hacía dos otoños.

Algunas plantas higrófilas (cárices) procedentes del próximo curso de agua han podido prosperar en este par de años comenzando a colonizar las zonas inundadas, a poblar las aguas abiertas, cada vez menos extensas. En este ambiente, cientos de pequeños sapos corredores recién eclosionados recorrían los suelos húmedos debiendo nosotros poner atención en nuestro paseo para no pisarlos por ser tan numerosos. Alguno de ellos ha tenido su propia aventura ….

Sapo corredor

¿De dónde surgen estos humedales?

Las rocas que afloran el valle de la Riera nos lo explican.

En su cabecera, en los montes de Olalla, predominan los materiales detríticos silíceos poco consolidados (arenas y gravas del Plioceno Inferior). El agua de las precipitaciones se infiltra en estos materiales permeables. Tras periodos húmedos prolongados, el freático aflora y alimenta manantiales y arroyos en cada barranco, como ocurrió a final del pasado invierno.

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Al cesar las lluvias, el freático comienza a descender y estos arroyos a perder caudal …

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llegando primero a formar pozas conectadas por el flujo subaéreo y después a secarse de forma completa….

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… como ocurrió a primeros de julio.

Sin embargo, cuando La Riera entra en el término de Cutanda se encuentra con un sustrato muy diferente: limolitas rojas y margas yesíferas del Mioceno Inferior…..

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  … que fuerzan a emerger al flujo subálveo, como pudimos ver al cruzar el puente de la carretera en su salida hacia Olalla.

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Los campos situados aguas abajo del puente se benefician de este fenómeno en los años secos. Sus cosechas son entonces seguras.

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Ahora bien, en periodos prolongados de aguas altas cualquier acarreo de gravas en el cauce producido por alguna crecida favorece la inundación de esos campos.

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¿Qué sería de estas tierras si cesara la mano del hombre? En pocos años se reconstituirían los humedales que se extendían hasta su desembocadura en el valle del Pancrudo.

martes, 20 de agosto de 2013

DE ZARZAS Y CHOPOS CABECEROS: ALGUNAS REFLEXIONES

Los árboles trasmochos son el resultado de un sistema de uso del espacio rural aplicado por diversas culturas campesinas. Responden al intento de integrar la producción agrícola, ganadera y forestal en un mismo terreno. Este modelo propio de los sistemas extensivos tradicionales permitía optimizar la obtención de productos minimizando el aporte energético al sistema. En concreto, los árboles trasmochos compatibilizaban la permanencia de de importantes cabañas ganaderas y la producción de madera en un mismo espacio. La escamonda periódica para producir combustible, madera de obra o incluso forraje permitía el rebrote de las ramillas a una altura que resultaba inaccesible al diente del ganado, garantizándose la producción en el tiempo. En realidad, un trasmocho no es más que un tallar desarrollado sobre el tronco de un árbol. Este sistema ha permitido producir ejemplares longevos y de grandes dimensiones.

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Cuando en Aragón se produce el avance cristiano, los reyes dotan a los territorios conquistados de un ordenamiento (fueros) que organiza el sistema social y productivo. En el caso del valle del Alfambra, los historiadores Ivo Aragón y Sergio Benítez demuestran la creación de dehesas fluviales dedicadas al pastoreo y, de muy probablemente, la puesta en práctica de sistemas de gestión de los árboles mediante escamonda. Es razonable pensar que las actuales masas de chopos cabeceros de la cordillera Ibérica son el resultado del manejo de los bosques ribereños originales en una primera fase y, siglos después, de la plantación de especies arbóreas autóctonas, en todo momento gestionadas mediante escamonda. Cambios realizados en las impenetrables selvas fluviales primigenias tan solo salpicadas por huecos debidos a la caída de los árboles y a los creados y mantenidos por los grandes herbívoros salvajes (bóvidos y cérvidos).

La regresión de la ganadería y el avance de la agricultura terminaría de modificar el paisaje llegando hasta nuestros días.

Así pues, las formaciones de chopos, sauces y fresnos trasmochos serían en amplias zonas dehesas dedicadas a la ganadería extensiva, fundamentalmente ovino, pero también de animales de labor. Estos agrosistemas estarían compuestos por un estrato arbóreo en el que los árboles no llegarían a conectar sus ramas permitiendo la entrada de luz (el chopo es una especie muy heliófila) a un estrato herbáceo formado por especies higrófilas alimentadas por la proximidad del freático. La permanente presencia del ganado limitaría el desarrollo del estrato arbustivo propio de la siguiente etapa de la sucesión lo que mantenía el sistema.

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Todo ha cambiado con la intensificación agraria. Los cultivos integrados han entrado en decadencia en favor de la especialización. Eliminación de linderos, mecanización, selección de variedades muy productivas (y poco rústicas) …. han creado un paisaje de choperas clónicas, de producción de forraje y de cereal, cada uno en su sitio, a veces en comarcas diferentes. Los chopos trasmochos han quedado arrumbados en los márgenes, los que sobrevivieron a las campañas públicas dedicadas a su erradicación.

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Al mismo tiempo, el número de pastores y de ovejas que pastan en las riberas se reduce a un ritmo rápido. El inestable sistema se ha quebrado. Las zarzas y gazpoteras (espino albar) comienzan a invadir los márgenes de los ríos cubriendo los pastos. En muchos lugares, los chopos cabeceros están completamente rodeados por el matorral espinoso. En ocasiones es tan denso y alto que no llega a distinguirse si se trata de árboles trasmochos o de bravíos. Ya no se ve la cabeza.

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¿Cómo afecta este proceso natural al conjunto del ecosistema?

El avance de la sucesión ecológica por la menor presión ganadera es un proceso espontáneo y natural. Las especies propias de ambientes sombreados y de los matorrales densos se están viendo favorecidas. Las propias de los prados arbolados y de los ecotonos bosque-herbazal, están perjudicadas. Estas fortalezas espinosas benefician a muchas especies, incluso a las que encuentran su refugio en los huecos de los viejos chopos cabeceros que ahora son casi inexpugnables.

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El ecosistema gana en naturalidad

¿Cómo afecta esta nueva situación a los chopos y sabimbres cabeceros?

Por un lado, los árboles, afectados ya por la falta de renovación de su ramaje y por la reducción en los caudales de los sistemas fluviales, se encuentran con una creciente competencia por el agua del subsuelo con los arbustos, que disponen de sistemas radiculares capaces de acceder a mayor profundidad.

Por otra, el desarrollo de estos espinares incrementa su riesgo de incendio.

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Las zarzas y espinos tienen una mala consideración en el medio agrícola. Son un indicio de abandono y generan rechazo entre los paisanos, cada vez más mayores, cada vez más solos en su trabajo. Solución: el mechero. Al arder las zarzas lo hacen también los chopos cabeceros. El calor del fuego es muy dañino para el árbol. Si el tronco tiene huecos acaba prendiendo la madera muerta al disponer de tiro, como en una chimenea. Si además, los álamos trasmochos han perdido rentabilidad económica, el paisano consigue eliminar las zarzas y un árbol viejo, al que ya no aprecia. A veces, es reemplazado por chopos canadienses. Las más, por nada.

Afortunadamente para la conservación de los chopos cabeceros las quemas agrícolas están muy regulados.

Las riberas, campos y montes están sufriendo lentos pero implacables cambios por el desplome del mundo rural. La ciudad tiene sus propios problemas y es ajena lo que ocurre en los pueblos, tan solo se inquieta –fugazmente- con los titulares referidos a los grandes incendios forestales. Mientras tanto sigue entreteniada en la cultura de los centros comerciales, de los grandes eventos y del deporte de masas con los que se evade. La juventud, todavía más. La brecha entre la Naturaleza y la sociedad sigue abriéndose….

domingo, 18 de agosto de 2013

5 AÑOS

Corría el año 2008. Tal día como hoy, hace 5 años, se publicaba el primer artículo en Natura xilocae. Eran las primeras noches frescas que ya recordaban que el verano entra en su recta final. 

El pasado noviembre de 2012 celebramos la publicación del artículo número 500. Desde hace cinco años te contamos regularmente multitud de aspectos relacionados con la naturaleza de las tierras del Jiloca y Gallocanta, sus paisajes, la fauna, flora, la migración de muchas especies, la meteorología y climatología... Un diario completo para que puedas vivir y sentir el ritmo de las estaciones en estas tierras allí donde estés.


Septiembre es comienzo escolar y época de frutos, llegará de nuevo cargado de proyectos y nuevos artículos que estamos preparando de estas y otras tierras que muchas veces nos sirven para valorar y ver desde otra óptica la nuestra.

sábado, 17 de agosto de 2013

HUELLAS ENIGMÁTICAS EN UN FONDO MARINO

Bueña es una pequeña localidad situada en la sierra de Palomera, a caballo entre el valle del Jiloca y el Campo de Visiedo. Los viajeros la reconocen por el trazado curvo y estrecho de la carretera, que debe adaptarse para atravesar los estratos casi verticales de caliza, y por la señal indicadora de las huellas fósiles.

Hace tres años las visitamos en el marco del XVI Simposio de la Enseñanza de la Geología.

Imagen:Megaplanolitesbuenya.jpg

El próximo día 23 de agosto, a las 18.30 en la plaza de la iglesia, podremos participar en una conferencia y en una posterior visita al yacimiento de icnitas de Bueña. Esta actividad programada dentro de las Jornadas de Cultura Local “Comarca del Jiloca” que organizan el Centro de Estudios del Jiloca y la Comarca del Jiloca en la que participará la paleontóloga Zarela Herrera, vinculada al Museo de los Mares Paleozoicos de Santa Cruz de Nogueras y a la Universidad de Zaragoza.

Es una actividad gratuita y abierta a todos los públicos. Conviene inscribirse llamando al 978730645 o escribiendo a secretaria@xiloca.com

martes, 13 de agosto de 2013

ALJEZARES DE CUTANDA

Al finalizar el Cretácico, la colisión de las placas Africana e Ibérica va a propiciar los grandes relieves de la actual península Ibérica: las cordilleras Bética-Balear, Cantábrica y los Pirineos, así como otros relieves menores intraplaca, como las cordilleras Central e Ibérica. A lo largo del Terciario, se suceden varios episodios compresivos intercalados por otros de menor actividad tectónica. Al final del Mioceno Inferior (Agiense) ocurre uno de ellos. En una escala local, la formación de relieves durante estas fases compresivas propició la aparición  de depresiones aisladas, cubetas endorreicas con ambientes lacustres en los que se depositaban limos y evaporitas, éstas últimas en periodos de aridez.

Este es el origen de los “Yesos de Navarrete”, unidad estratigráfica que aflora en la parte media y baja del actual valle del Pancrudo. Litológicamente está formada por yesos masivos  o estratificados ….

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y margas y arcillas yesíferas de colores rojizos o verdosos  …

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especialmente en el techo de la unidad.

Lateralmente pasa a ser sustituido por un potente estrato compuesto por limolitas rojas y conglomerados, materiales detríticos depositados por aguas de escorrentía en la zona más avanzada de abanicos aluviales. Es decir, la zona más tendida, en la que se frenan las aguas de una torrentera a la salida de un cañón (pie de abanico) y en las que predomina el depósito de materiales finos y la acumulación de agua, durante episodios de precipitaciones mayores.

En algunas zonas se observan cristales de yeso formando estratos ….

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o incluso estrechas formaciones alargadas que llegan a formar crestas sobre las margas yesosas contiguas….

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Los cristales, que se disponen entrecruzados entre sí, tienen dimensiones centimétricas, aunque los hay mayores …

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quedando trabados unos con otros por las margas.

El ambiente sedimentario en el que se formaron correspondería a las playas de un lago con una elevada concentración de sulfato. Las condiciones de aridez favorecerían, en una primera fase la evaporación de pequeñas masas de agua que quedaran aisladas y la precipitación de la sal, y en último extremo, la evaporación completa y definitiva del agua del lago que paulatinamente iría perdiendo superficie. Unas condiciones similares a las de la actual laguna de Gallocanta pero con una mayor extensión. El posterior depósito de sedimentos arcillosos recubriría el estrato de yeso impermeabilizándolo e impidiendo el acceso del agua de infiltración. Al predominar la sedimentación en estas cubetas quedaría definitivamente sellado durante el resto del Terciario.

La apertura del valle del Pancrudo activó los procesos de erosión sobre esta zona. Las aguas de arroyada y las encauzadas en arroyos y ramblas comenzaron a incidir sobre los sedimentos (limolitas y conglomerados) accediendo al final a las margas yesíferas en donde se inició la redisolución del yeso. Esta es la explicación de la elevada concentración de sulfato de las aguas del río Pancrudo en su tramo bajo.

A pesar de su antigua explotación para obtener material de construcción, aún es posible encontrar abundantes zonas en las que se encuentran cristales de yeso. Sin embargo, no habíamos visto antes ninguna en la que se concentraran tantos cristales y tan grandes. Nos sorprende, además, que este yacimiento se encuentre tan próximo al núcleo urbano de Cutanda.

El yeso se forma por precipitación del sulfato de calcio que se encontraba en disolución. Esta roca monomineral crea unos suelos en los que la concentración del anión sulfato resulta intolerable para muchas especies vegetales. Sin embargo, algunas otras consiguen tolerar esta salinidad mediante adaptaciones anatómicas y funcionales encontrando en estos ambientes hostiles un reducido número de otras especies con las que, en otras condiciones, no podrían competir. Son las plantas gipsófilas. Algunas son estrictas o preferentes, es decir, especies que no viven fuera del yeso o que tienen preferencia sobre él y solo muy raramente crecen fuera de este sustrato.

Entre las primeras podemos encontrar el arnacho (Ononis tridentata), caracterizado por su hoja carnosa y sus flores papilionáceas blanco rosadas….

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  o la hierba del sapo (Herniaria fruticosa) con sus pequeñas hojillas imbricadas unas con otras….

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Una de las características de la vegetación gipsófila es su estructura abierta. Las plantas desarrollan sistemas radiculares muy extensos y se encuentran separadas unas de otras para reducir la competencia por el agua, de por sí escasa en estos ambientes secos y en sustratos de baja permeabilidad. En conjunto son matorrales con poca biomasa y con estructura muy abierta.

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Otras especies son gipsóvagas, plantas que aunque crecen sobre suelos yesosos lo hacen sin problemas sobre otro tipo de suelos. Es el caso de algunas caberuelas (Helianthemum sp.) que penetran en estos terreno yesosos …

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La vegetación gipsófila mediterránea es un hábitat prioritario de la Unión Europea. Para su conservación se han declarado Lugares de Interés Comunitario dentro de la Red Natura 2000 a una serie de espacios naturales. En concreto, el Gobierno de Aragón estableción el L.I.C. “Yesos de Barrachina y Cutanda” a una extensión de 1.537 hectáreas de los términos de Barrachina, Calamocha (Cutanda) y Torrecilla del Rebollar (Godos) en donde aparece una buena muestra de estas estepas yesosas.

Cuando fueron definidos los límites de este L.I.C. sorprendió la exclusión del monte Arnachosa (topónimo de elocuente significado), en la parte norte del término de Torre los Negros, donde se da una muy buena muestra de esta comunidad gipsófila. También sorprendió que no fueran incluidos los aljezares de Navarrete del Río, en donde el aprovechamiento de esta roca había cesado. Pero resulta aún más sorprendente que, llevando el nombre de Cutanda este espacio, no hayan sido incluídos los aljezares que orlan La Riera de gran interés geológico y con unos enclaves poblados por comunidades gipsófilas bien estructuradas y con alto grado de naturalidad.