Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 31 de mayo de 2010

NOCHES FRESCAS PRE-VERANIEGAS

23:05 h. Temperatura: 17,1 ºC Viento: 6,1 Km/h NW. Me asomo al balcón y la noche llega ya a todos los rincones de Calamocha. De fondo canta el autillo, me comentan que desde hace unas semanas. Le acompaña a ratillos el ruiseñor, que vive en Paseo San Roque s/n.

Los grillos se oyen de fondo. Se encuentran en las eras más alejadas del pueblo, allí donde apenas llega la luz de las farolas y donde esta primavera lluviosa ha hecho crecer el herbazal. Otras noches cantan más. Me hace pensar lo que Mario Picazo dice en su libro Los grillos son un termómetro, y es que el intervalo de repetición de su canto indica la temperatura. Esto es resultado de una pequeña fórmula matemática elaborada por científicos norteamericanos (allí se estudian cosas realmente increíbles, y si no ver el telediario de Antena 3). La fórmula en cuestión dice:

Temperatura del aire = Número de chirridos por minuto / 5 – 9.

Yo en 15 segundos he contado 33. En un minuto serían 132, que dividido entre 5 son 26,4 y – 9 = 17,4ºC ¡Bravo por los americanos!

La noche del poblado relaja. En esta época la luz del día permanece en el horizonte hasta muy tarde pero finalmente la oscuridad se impone y el día se extingue. Llega la noche y al este titilan multitud de estrellas, aunque destacan Vega y Deneb, de las constelaciones Lira y el Cisne. También se aprecia la Corona Boreal. Las estrellas van al son del cierzo, que de noche cambia de nombre: brisa, ciercete, airecillo fino…  Hoy es una noche de esas fresquitas que merece la pena disfrutar, aunque sea un ratito.

cisneEl Cisne y su estrella más brillante, Deneb, a la izquierda de la flecha.

corona borealLa Corona Boreal también es típica de las noches de verano.

El ambiente fresco de estos días se agradece y el campo luce espectacular. Las cebadas ya han sacado sus barbas y peinan al viento por el Jiloca. El mar de cereal se agita suavemente. Trigos y centenos más de lo mismo. Es, sin duda, una época del año para disfrutar del campo en estado puro.

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domingo, 30 de mayo de 2010

BRICOLAJE AMBIENTAL EN EL CAÑIZAR

Con la recuperación de la laguna de El Cañizar (Cella-Villarquemado)se está desarrollando un Programa de Voluntariado en Ríos en el que se igual se realizan tomas de datos batimétricos, se plantan arbustos autóctonos, se hacen inventarios de fauna y flora como se construye una red de escondites para fotógrafos de Naturaleza o un observatorio para observar aves.

En él participan, sobre todo, personas de la redolada. De Cella y Villarquemado, de Torremocha, Santa Eulalia, Teruel, pero también de Caminreal, Bañón y de otras localidades. Sigue el sistema de las concejadas de antaño. Es decir, los trabajos que hacían los vecinos en beneficio de la comunidad, del concejo. Y, con la filosofía tradicional de aprovechar los recursos del terreno. Vamos, de aprovechar.

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en una de estas concejadas.

En los prados de Cella, sobre un gran montón de tierra, se está levantando un observatorio de aves acuáticas con dos alturas. Está siendo construido con troncos de los chopos canadienses de la zona, aprovechando piedras de escombreras ….y empleando las herramientas aportadas por unos y otros, el esfuerzo e ilusión de todos y la idea de Antonio Torrijo. Es una compleja obra de bricolaje ambiental.

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Martillos, picos, palas, radial, mallos, motosierra, taladro, generador y ….. muchas ganas.

Lo que está ocurriendo entre Cella y Villarquemado es algo único.

Y no solo por conseguir sacar adelante un complejo proyecto de restauración de un gran humedal entre dos municipios vecinos o por la imparable recuperación de la avifauna que regularmente registran Miguel Ángel Martín y Fernando Salas. Que lo es.

También lo es desde un punto de vista humano por el entusiasmo y la generosidad que están demostrando muchas personas.

Si te animas, puedes sumarte. Estás invitado.

jueves, 27 de mayo de 2010

PSEUDAMNICOLA HINZI

Nuestro amigo y compañero Rodrigo Pérez lleva en marcha desde hace varios cursos una experiencia didáctica con alumnos de 3º y 4º de Secundaria sobre la diversidad biológica en el Parque Municipal de Calamocha. Consiste en realizar un inventario de las especies de artrópodos, moluscos y otros tipos de invertebrados que viven en este pequeño territorio. Cada especie es fotografiada y, si es posible, identificada. Para aquellas que son más difíciles de reconocer se cuenta con la colaboración de especialistas.

El año pasado fue encontrado un pequeño caracol acuático en el manantial de dicho parque. En un principio se pensó que podía tratarse de la especie Potamopyrgus antipodarum, hidróbido invasor de origen neozelandés bien establecido en humedales degradados; pero luego se comprobó que el caracol podía ser un hidróbido autóctono del género Pseudamnicola. Se enviaron muestras del caracol a la bióloga Diana Delicado del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), experta en hidróbidos, y tras su estudio morfológico y análisis molecular de los genes mitocondriales, fue finalmente determinado como Pseudamnicola hinzi.

Un equipo de investigadores realizó un estudio del citado manantial y de otros ambientes similares en el valle del Jiloca consiguiendo información para hacer público un importante hallazgo.

Así, en el último cuaderno de Xiloca, revista del Centro de Estudios del Jiloca, acaba de ser publicado un artículo firmado por Diana Delicado, Mª Ángeles Ramos, Ramón Alvárez, Cristóbal Rubio, Alberto Pablo y Rodrigo Pérez en el que se notifica la presencia del gasterópodo Pseudamnicola hinzi en dos humedales de la comarca del Jiloca, se describe la especie, se establece su estado de conservación y sus necesidades de protección.

Se trata de un pequeño caracol de la familia de los hidróbidos que resulta endémico de ciertos manantiales de aguas muy limpias de la cordillera Ibérica. Hasta ahora solo se conocía su presencia en un humedal de Borja, en la cuenca del río Huecha.

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Pseudamnicola hinzi. Foto: Diana Delicado

Estos investigadores han hallado dos nuevas poblaciones en el Jiloca. La primera de ellas es la del citado manantial de Calamocha y el segundo en la Fuente del Prado de Caminreal.

En ambos casos las poblaciones son cuantiosas pero tienen un hábitat muy reducido (tan solo unos pocos metros cuadrados). En concreto, estos caracoles de agua viven en el fondo de arena, grava o sobre las partes sumergidas de la vegetación acuática. Se alimentan de restos vegetales, bacterias y algas microscópicas.

Este descubrimiento amplía el área de distribución conocida de esta especie que tiene un gran interés biogeográfico.

Pseudamnicola hinzi requiere aguas limpias, muy oxigenadas, con flujo continuo pero con una corriente tranquila.

Ambos humedales ya han sufrido importantes transformaciones del hábitat asociadas a reducción del caudal, al aporte de materia orgánica, a la eutrofización y la alteración del entorno lo que se manifiesta en la presenciadel hidróbido invasor Potamopyrgus antipodarum en el manantial de Caminreal.

El manantial de Calamocha se halla en una zona de intensa presión humana al tratarse del único parque público de la localidad.

La acusada transformación sufrida por el hábitat de los hidróbidos en España ha motivado la propuesta de protección jurídica para 13 especies. En el Libro Rojo de los Invertebrados Españoles aparecen 42 especies de hidróbidos. Entre ellos se encuentra Pseudamnicola hinzi en la categoría “con datos insuficientes”. A partir de este estudio los autores proponen su protección jurídica en Aragón.

Esta investigación supone una estupenda noticia para los vecinos y el Ayuntamiento de Calamocha y de Caminreal, pero también una importante responsabilidad para garantizar su conservación.

Pero además este caso es un buen ejemplo de la contribución científica que pueden realizar los escolares y los profesores con los trabajos de investigación en el aula y su entorno.

Enhorabuena para alumnos, profesor e investigadores por su aportación.

viernes, 21 de mayo de 2010

EL CAIMODORRO Y LAS FUENTES DEL RÍO GALLO

El pasado domingo ascendimos al Caimodorro, monte que con sus 1936 m. es la cima de la sierra de Albarracín. Forma parte del Macizo del Tremedal, uno de los cinco afloramientos de materiales paleozoicos de este rincón de la cordillera Ibérica.

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Accedimos por Orihuela del Tremedal tomando la carretera que lleva a Orea abandonándola al poco para tomar un camino hacia la izquierda que pasa junto al área recreativa de la Fuente del Cura y a la pequeña presa sobre el río Gallo. Poco más adelante éste se cruza y se toma una pista que acerca al merendero y la fuente del Tío Mantecas para remontar el arroyo de Gargantavellanos.

Era una mañana fría. Había charcos helados y la escarcha se apreciaba sobre las hierbas. El silencio sólo se rompía por la actividad de las aves que, inquietas, surcan los rincones del bosque. Los prados estaban empapados y el arroyo recogía agua de todas las vaguadas. Se apreciaban las lluvias de la primera semana de mayo.

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El bosque de la parte baja de este barranco está constituido por pino royo y por marojo, este en forma de matorral con pies de escaso porte. El invierno está comenzando a salir con pereza de estas umbrías. El endrino está en plena floración, así como las violetas. Ni el el marojo ni el pino royo tienen atisbo de iniciar la foliación.

En este tramo abundan los petirrojos, ya en pleno celo. Vimos uno que estaba tragándose, no sin apuro, una lombriz casi tan larga como él que había capturado en la tierra húmeda. En los pinos también eran comunes los pinzones vulgares mientras que en los espinos lo eran los chochines.

Conforme se asciende, el pino royo y el enebro se hacen dominantes. Y sobre ellos, los páridos, como el carbonero garrapinos y el herrerillo capuchino que con la primera luz del día recorren activos las ramas soleadas del pinar en las que los insectos y las arañitas inician su actividad.

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Hacia el fondo del valle queda un río de piedras, el primero de los que encontraremos en la jornada. Se trata de un depósito de bloques de cuarcita de origen periglaciar depositado durante episodios climáticos más fríos. El conjunto que hay en el macizo de El Tremedal es un Punto de Interés Geológico de importancia internacional.

Se sigue remontando y tras una lazada se aprecia un descenso en la pendiente. Es la Majada de las Vacas. En este tramo, el pinar de la margen derecha de la pista es un pimpollar cercado por una valla. Hay que seguir. Cuando acaba, un paso entre fincas permite acceder al Caimodorro abandonando ya la pista.

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El ascenso se hace vivo a través de una senda. Un corzo nos ve y se aleja rápido entre el frondoso pinar. En este tramo ha sufrido los efectos del viento y numerosos árboles han sido derribados. Un proceso natural, una oportunidad para los insectos saproxílicos de la montaña.

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En la cima dejamos nuestro saludo en el libro. Y encontramos el testimonio de gentes venidas de muy lejos o de muy cerca. Todas amantes de las buenas sensaciones que se perciben.

El descenso lo hacemos siguiendo el conjunto de montones de piedras que nos acercará al GR 10.1 que pasa por la raya con Castilla. Primero nos ofrece un mirador formado por un saliente de cuarcitas donde deben descansar los ciervos a juzgar por la abundancia de sus excrementos y de la intensidad del ramoneo sufrido por las genistas.

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Al bajar hay sectores de pinar donde abundan los pinos royos de formas retorcidas sin duda cincelados por el peso de la nieve. Algunos son de tallas notables y de gran belleza.

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En las zonas altas vemos bandos de verderón serrano sin prisa por iniciar su celo. También son habituales los trepadores azules y los agateadores comunes, ambos competidores en su tarea de capturar los invertebrados que viven entre la corteza del pino.

En los viejos pinos, supervivientes de inviernos, sequías y tormentas, se oía al pico carpintero.

PICO PICAPINOS

Pico picapinos en la sierra de Albarracín. Foto: Rodrigo Pérez

Entre los prados encontramos una zapatilla deportiva abandonada y completamente colonizada por el musgo. una muestra de la implacable capacidad de la Naturaleza de borrar las huellas humanas.

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La senda sale al sendero marcado que tomaremos hacia nuestra derecha (dirección norte) descendiendo por el recién formado río Gallo. Nuevos ríos de piedras y algún tremedal (o gotial) con su comunidad de plantas de turbera.

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El descenso se hace rápido entre un precioso pinar, a tramos por pista, a tramos por senda para dejarnos en el valle de partida donde iniciamos la excursión.

martes, 18 de mayo de 2010

UNA MAÑANA DE MAYO EN LA PARAMERA DE BLANCAS CON ALEX ONRUBIA

Cerramos el Curso de Ornitología Práctica de Gallocanta y las Tierras del Jiloca por nuestra zona esteparia más emblemática: la loma de Blancas.

En los páramos que hacen de divisoria de aguas entre la cuenca de Gallocanta y el valle del Jiloca vive una interesante comunidad de aves esteparias que fue el motivo de la última jornada de campo.

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En nuestro grupo, Alejandro Onrubia nos introdujo en la ecología y en la historia natural de este grupo de aves tan especializado a sobrevivir en un medio expuesto y sometido a fuertes limitaciones ambientales. Por ello, la variedad no es muy alta.

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Comenzamos el paseo junto a la cantera situada junto a la pista que une Torralba de los Sisones y Blancas. La mañana era muy fresca pero soleada. El suelo estaba húmedo aunque no había charcos. Los gamones formaban manojos de hojas aunque todavía no emergía el cogollo de la inflorescencia. Los Narcisus assoanus habían concluido su floración aunque las Fritillarias comenzaban a hacerlo.

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Las terreras comunes fueron las primeras en dejarse ver con sus vuelos cortos y cantos característicos. Sobre el suelo, correteando entre los toyagos estaba el bisbita campestre, también migrante transahariano que acaba de llegar para la reproducción.

Entre la corta vegetación de la paramera también había cogujada montesina. Sobre las pequeñas matas eran muy manifiestas las collalbas rubias y sobre alguna pequeña carrasca, la alondra totovía.

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En vuelo migratorio hacia el norte pasó un adelantado abejero europeo. Alejandro nos había advertido de la irrupción masiva durante el día anterior del contingente en paso por el estrecho de Gibraltar. Así mismo, también volaban raudos grupos de golondrinas comunes y de vencejos comunes, aprovechando esta ventana dentro de la inestabilidad y posiblemente barruntando los días de frío cierzo que estaban por llegar. Un tardano esmerejón cruzó en vuelo de caza por la loma.

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Pareja de turras. Foto: Rodrigo Pérez

Varias parejas de ortegas (turras) cruzaban el cielo, bien levantadas por nosotros o por el grupo de José Miguel que se movía algo  más al sur. Un zorro se escondió rápido al ser descubierto y pudimos verlo un buen rato.

Al levantar alguna piedra se encontraron sendos sapos corredores, guarecidos bajo la losa pero no muy enterrados por la reciente actividad durante las pasadas noches con lluvia.

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Además vimos chovas piquirrojas, cuervos, y pardillos. Sobre las cerradas de piedra, alguna pareja de collalba gris. Y el canto de la abubilla, un poco por todo.

Al acercarnos a los sembrados vimos alguna alondra común.

No tanta suerte tuvimos como José Miguel que, buen conocedor del terreno en la distancia corta, encontró el cantadero de sisón con el macho y dos hembras, que hicieron la delicia de su grupo. Además, pudieron ver calandria común, triguero, gorrión chillón, alcotán y cernícalo vulgar. Para rematar, aún pudieron ver una víbora hocicuda.

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Sin embargo, la sorpresa (no tanto en teoría) de última hora vino de la mano de un rocín que cantó, aunque no llegamos a ver, junto a nosotros.

lunes, 17 de mayo de 2010

AUDIOVISUAL SOBRE CHOPOS CABECEROS

Fernando nos sorprendió en la 1ª Fiesta del Chopo Cabecero con este precioso audiovisual con imágenes de estos viejos álamos trasmochos en sus escenarios: las riberas turolenses.

Navegando por la red lo he encontrado y como en su presentación no pude verlo entero me atrevo a subirlo a Natura Xilocae para compartirlo. Espero que os guste tanto como a mi.

domingo, 16 de mayo de 2010

AMANECER EN GUIALGUERRERO

Enlazamos con un vídeo titulado “Amanecer en la laguna de Guialguerrero” elaborado por Javier Mañas.

 

Muestra la placidez de los primeros minutos de una jornada primaveral en la que los protagonistas (fochas comunes, somormujos lavancos y un solitario cormorán grande) entran en escena al ser iluminados por los primeros rayos solares.

sábado, 15 de mayo de 2010

OBSERVANDO AVES EN EL VALLE DEL RÍO PANCRUDO

Penúltima excursión del Curso de Ornitología Práctica de Gallocanta y las Tierras del Jiloca (XXVI edición de la Universidad de Verano de Teruel).

Recorrido por diversos tramos de la ribera del Pancrudo entre Navarrete del Río y la vega de Cutanda. Tarde gris y plomiza con algo de viento, ambiente fresco por la lluvia matinal.

Acompaña a nuestro grupo David Bowery, veterano ornitológo inglés y promotor del portal Birding Aragón, y Luis Tirado, delegado de SEO-BirdLife en Aragón.

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Iniciamos el recorrido junto al puente de la Dehesa. En los prados encharcados contiguos se oye al carricero común recién llegado a sus territorios de cría. Sobrevuela un pequeño bando de ánades azulones y una garza real. Siempre escondido pero fácil de detectar es el ruiseñor bastardo.

Las dehesas y las arboledas lineares de chopos y de sabimbres cabeceros alberga a papamoscas gris y cerrojillo, agateador común, chochín, carbonero común, pito real, herrerillo común, pico picapinos, pinzón vulgar, cuco y verdecillo. Del agujero de un tronco viejo sale un estornino negro, ave que casi solo frecuenta estos ambientes durante su reproducción.

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En aquellos tramos en los que abunda el matorral se hace más frecuente la observación del zarcero común, mirlo común, ruiseñor común y la curruca capirotada.

Breve es la observación de un gavilán que se introduce en la ribera desde los montes cercanos. Más adelante, tranquila y serena sobrevuela un águila calzada.

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Águila (o aguililla) calzada en fase clara. Foto: Rodrigo Pérez

La lluvia hace su presencia antes de que podamos retornar a la furgoneta a través de los montes contiguos. Antes de ello algunos nos acercamos a observar un escarpe abierto por los antiguos meandros del Pancrudo sobre margas cubiertas por calizas.

Otros grupos disponen de tiempo para introducirse en los matorrales que cubres estos montes formados por margas, calizas y yesos. Además de tarabilla común, escribano montesino y collalba rubia, pudieron observarse una pareja de águila real, un ejemplar de culebrera europea y un grupo de buitres leonados.

miércoles, 12 de mayo de 2010

PLANTAR LAS TOMATERAS

El ciclo agrícola en un huerto de nuestra comarca comienza plantando los ajos, sembrando las habas, los bisaltos y poniendo el cebollino.

Pero el momento clave es cuándo se plantan las tomateras.

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La última semana de abril tuvo unas temperaturas propias de finales de primavera. Entre los jóvenes de los IES ya se vieron los primeros pantalones piratas y las primeras camisetas de tirantes salían del armario con empuje e ilusión.

También muchos de nuestros hortelanos se animaron a plantas las tomateras y pimenteras, con el propósito de ganar tiempo en su desarrollo y poder saborear sus frutos en julio.

Ocurrió lo ya sabido. La semana pasada se produjo la entrada de una masa de aire frío asociada con chubascos (algunos de nieve) y viento gélido. Las tomateras se helaron en Bañón, Caminreal, Calamocha …..

Una persona mayor aún decía con retranca:

- ¡Aún queda una nevada por ver!

Este es uno de los rasgos más característicos del clima comarcal. La frecuencia de heladas tardías determina un ritmo agrícola en el hortal propio de zonas del Pirineo. Se intenta sobrellevar con los invernaderos, pero supone incrementar el esfuerzo.

Los hortelanos de segunda división a veces tenemos suerte. En mi caso, tenía el huerto sin terminar de labrar y las tomateras que me proporcionaron para Santa Bárbara las mantuve protegidas dentro de casa al no estar la tierra preparada.

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Ayer tarde, planté las tomateras, pimenteras, cebollas, puerros, acelgas, lechugas… y sembré la borraja, judías verdes, zanahoria y rábanos. Tras regarlas un poco, pues la tierra mantiene mucha humedad incluso tras el laboreo, le cayó un chubasco, casi una rujiada, que les refrescó las hojas.

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A ver si hay suerte y no acierta el paisano. AEMET por su lado nos predice frío para el final de semana. Ay madre…

domingo, 9 de mayo de 2010

CONOCIENDO LAS AVES DEL SABINAR DE OLALLA

Más sobre la avifauna primaveral comarcal.

El sábado 1 de mayo, tras un fuerte chubasco, nos acercamos a visitar el sabinar de Olalla para caracterizar su avifauna.

Las sabinas albares ya habían terminado su producción masiva de polen. El prado ya verdeaba aunque aún estaba corto. Los rebollos empezaban a brotar pero las carrascas todavía no.

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En los pajares que hay en la salida del pueblo, la pareja de collalba gris comienza a marcar y revisar su territorio. Entre los bancales hay montones de piedras que se cruzan hacia el sabinar en los que también gusta posarse el colirrojo tizón. Y junto al camino, como casi siempre, la cogujada común (más conocida entre nuestros mayores como moñuda). En el cielo, la alondra común se desgañita lanzando sus trinos al aire.

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La llegada al bosque vuelve a entristecernos. La rambla es todo un vertedero incontrolado. El acceso a uno de los parajes más bellos que puede ofrecer este territorio sigue estando degradado al máximo. Urge una solución entre todos.

En el bosque, más voces que aves observadas.

Son muy abundantes y manifiestos los pequeños pájaros: verdecillo, mosquitero papialbo, el pinzón vulgar, carbonero común y herrerillo común despliegan su energía entre las ramas mostrando su entrada en el periodo reproductor.

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Mosquitero papialbo. Foto: José Luis Pérez

Menos comunes son el mito, el escribano montesino, el escribano soteño y la alondra totovía.

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Alondra totovía. Foto: Rodrigo Pérez

En aquellos enclaves en los que se cierra el matorral abunda el mirlo común, la curruca capirotada, el chochín, el petirrojo y el ruiseñor común. No lejos se oye al cuco, más interesado en sus amoríos que en buscar nido donde desovar. Todo se andará…

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Barruntando el temporal que se avecinaba pasaban raudos los grupos de vencejo común. Más cercanos al suelo, algunos papamoscas cerrojillos, en pleno paso migratorio hacia las tierras del norte donde cría, descansaban evitando las turbulencias del aire.

En el arrroyo Cenizales, los grandes chopos canadienses y algunos viejos sabimbres crean un ambiente forestal caducifolio que gusta al agateador común y a la paloma torcaz. En un viejo nido de carpintero en el tronco de una gruesa sabina se afana un estornino negro. ¡Qué interacciones tan variadas entre las diferentes especies!

Un poco por todo se oía a la abubilla. También eran comunes los pequeños grupos de gorriones chillones. Pasaba ya alguno de los primeros bandos de los recién llegados abejarucos.

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También han arribado para nidificar las tórtolas comunes desde sus cuarteles invernales africanos. La tórtola turca, sedentaria y más propia de ambientes arbolados humanizados, también está presente en el sabinar. Desconocemos qué tipo de competencia se puede establecer entre ambas especies aunque para muy interesante.

Las lluvias de primavera han activado a los hongos del sabinar.

A lo largo de las ramas de las sabinas albares crecen unos hongos (¿mixomiceto?) de aspecto gelatinoso y de color naranja.

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En el suelo de la chopera se pudo ver alguna cagarria (o colmenilla). Sobre los chopos algunos mixomicetos de cuerpo casi esférico, de aspecto gomoso y de color rosado que parecía un chicle.

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Primaveras húmedas como esta activan procesos en las redes de micelios del suelo y permiten el desarrollo de organismos que pueden estar años en forma latente. Este es otro de los valores biológicos del sabinar de Olalla: la diversidad de hongos.

LA VUELTA DEL PEQUEÑO CANTOR


Tras unos días de bastante frío y precipitaciones que en algunas zonas altas de la comarca llegaron a ser de nieve, vuelven las temperaturas más suaves, aunque también las precipitaciones típicas primaverales.

Parece que este año cuesta salir de la inercia de invierno frío y húmedo que hemos tenido, pero lo cierto es que la primavera late ya con fuerza en el campo.

En las vegas la actividad es frenética: mirlos, ruiseñores, carboneros, herrerillos… pero si hay un habitante que ya se deja notar, ese es el ruiseñor común.

El año pasado un pequeño ruiseñor volvió como siempre a su residencia de verano, en un pequeño soto degradado superviviente del paisaje de antiguas huertas que antes ocupaban esa zona, junto al paseo San Roque de Calamocha. Llegaría a comienzos o mediados de mayo, su canto sonaba de noche y de día.

Una mañana del mes de junio de repente su voz dejó de sonar. Al poco encontré su cuerpo sin vida en una acera y ningún otro ruiseñor volvió a cantar en ese pequeño rincón en todo lo que restó de verano. Nos quedamos sin banda sonora primaveral y el verano se quedó mudo.

Hoy, de vuelta por Calamocha, me he percatado de que un nuevo ruiseñor cantaba donde lo hacía su predecesor.

El sonido del ruiseñor ha vuelto al Paseo San Roque y con el la primavera en todo su esplendor. Buena suerte al pequeño cantor.

fot 100Soto ribereño del Jiloca en las compuertas de El Salto. Mayo de 2008

jueves, 6 de mayo de 2010

UNA EXCURSIÓN ORNITOLÓGICA POR EL MAROJAL DE OLALLA

El pasado sábado continuamos el Curso de Ornitología práctica de la Universidad de Verano de Teruel que promueven ADRI Jiloca-Gallocanta y la Fundación Antonio Gargallo.

Se trataba de conocer la avifauna de un robledal mediterráneo de montaña. Para ello, nos acercamos hasta Olalla para recorrer el marojal de Val de Villarejo, en la solana de la sierra de Pelarda.

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Al poco de llegar cayó un fuerte chubasco que nos obligó refugiarnos en las furgonetas. Mientras tanto, en la nuestra, con Kees Woutersen como profesor fuimos reflexionando las particularidades del bosque como ecosistema y su influencia en la comunidad de aves.

Cuando cesó la lluvia nos dirigimos el fondo de la val para cruzar el barranco del Ortigal por un paso de ganado. Como si de un resorte se tratase, los pájaros del bosque iniciaron una súbita actividad. Movimientos rápidos y fugaces entre las ramas, pero sobre todo, los cantos y reclamos procedentes de la espesura.

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Los pinzones vulgares recorrían emparejados los prados para volar hasta las ramas altas de los marojos ante la menor inquietud. Un poco por todo, pero especialmente en las zarzas escalambrujeras que recolonizan la pradera se prodigaban los carboneros comunes. Entre las sargas y espinos del barranco, sobre las endrineras en flor, el ruiseñor común se desgañitaba con sus gorjeos marcando su territorio ante un vecino que hacía lo mismo en el margen del robledal.

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Entre los espinos que salpican el prado se veía alguna pareja de escribano soteño.

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Nos internamos en el marojal. Se trata de rechizos que nacen de cepas cientos de veces aprovechadas por sus leñas. La cobertura es muy densa aunque la altura no supera los cinco metros. En su interior abundan las plantas trepadoras y lianoides, los espinares de orla y los estepares indicadores de la regresión de su suelo.

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Petirrojo. Foto: Rodrigo Pérez

Entre la espesura se oían abundantes petirrojos, mirlos comunes, mosquiteros papialbos y currucas capirotadas. En las orillas, mito, herrerillo común, chochín, verderón común y la alondra totovía.

En vuelo de caza, sobrevolando la ladera y atento a cualquier movimiento el gavilán se internó por la cabecera del barranco por donde se oía el cuco.

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Gavilán común. Foto: Rodrigo Pérez

De vez en vez, pasaban raudas con dirección norte pequeños bandos de golondrina común.

En el grupo de Alex Onrubia y en el de David Bowery escucharon a una curruca zarcera y a un acentor común. Estas citas tienen interés para conocer mejor la avifauna nidificante en la comarca ya que es muy probable que ambas especies críen en la zona, para las que ya se dispone de algún registro en otros años. Aunque también es probable, sobre todo en el caso de la curruca zarcera, que se trate de algún ejemplar sedimentado durante su paso migratorio prenupcial a causa del temporal de lluvia como hemos podido observar varios días después.

martes, 4 de mayo de 2010

PARADA OBLIGATORIA

Durante estas semanas se está produciendo uno de los mayores espectáculos de la vida silvestre que acontece en estas tierras.

Miles y miles de aves, las más pequeños pájaros, atraviesan los campos y sierras de esta parte de la cordillera Ibérica.

En algunas, como las golondrinas o los vencejos, sí que nos fijamos. Viajan de día y aprovechan a comer pequeños insectos voladores durante su recorrido. Nos llama la atención ese flujo regular con dirección norte de estas aves. Hace unas semanas se produjo el paso de los milanos negros y en unos días lo hará el de abejeros (Alex Onrubia dixit)

En otras, es más difícil reparar ya que viajan de noche y realizan su recorrido en muy pocas jornadas. Esto ocurre por que tienen urgencia en llegar a sus zonas de cría para ocupar los lugares mejores. Por ello evitan paradas innecesarias. Es el caso de muchos pequeños pájaros.

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Colirrojo real. Foto: Mario Alonso

Estos últimos días de lluvia y viento del norte los migrantes nocturnos optan por bajar a tierra y descansar, al tiempo que reponer algo de energía con los primeros insectos que ya emergen. Seguir volando a estos pájaros les supondría un tremendo esfuerzo lo que agotaría sus reservas de grasa en poco tiempo y llegarían con muchos problemas a su destino.

En los huertos y jardines de nuestros pueblos podemos observar con facilidad la curruca zarcera y el colirrojo real en estos días. Ambos son migrantes que invernan al sur del Sahara y que nidifican en los bosques atlánticos y centroeuropeos para lo que atraviesan la península Ibérica desde marzo a finales de abril. Estos que podemos ver son los últimos del paso.

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Hembra de curruca zarcera. Foto: J.M. Benítez

Esta tarde, en el huerto de casa, el ruiseñor común que ya se ha establecido en la madreselva, perseguía y hostigaba a un ejemplar de colirrojo real y a una hembra de curruca zarcera que por aquí han recalado. Aún siendo de diferente especie parece saber que comparten el nicho ecológico por lo que intenta evitar su competencia no sea que quieran quedarse por aquí esta primavera.

Es cosa de unos días. Cuando remitan las turbulencias atmosféricas estos pájaros abandonarán el descanso forzoso en nuestra zona para retomar su viaje hacia el norte.

lunes, 3 de mayo de 2010

LAS AVES DEL CAÑON DEL RÍO PIEDRA (Curso de Ornitología Práctica de la U.V.T.)

El domingo pasado 18 de abril nos aproximamos a Torralba de los Frailes para conocer las Hoces del río Piedra y las aves que son propias de los roquedos, dentro de las actividades programadas en el Curso de Ornitología Práctica que organiza la asociación ADRI Jiloca-Gallocanta y la Fundación Antonio Gargallo en el marco de la Universidad de Verano de Teruel.

La mañana estaba fresca. Llovió el día anterior y buena parte de los días del mes de abril. El campo estaba empapado y los sembrados de cereal se veían algo retrasados para las fechas en que estábamos. El monte, incluso la loma caliza, cargada de agua y con abundantes charcos.

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Nos dirigimos en los vehículos al fondo del cañón. Esperábamos encontrar un buen caudal en el Piedra y tener que vadear. No nos resultó posible sin tener que mojarnos hasta la cintura por lo que se cambió el plan. A crestear por los cantiles. Y es que parecen saturados los acuíferos kársticos y las aguas tienen dificultad para infiltrarse.

Nos dividimos en dos grupos.

Pancho Purroy hizo de profesor en el nuestro. Las cifras indicadas entre paréntesis corresponden a las estimas que él realizó a partir de las observaciones y los cantos registrados.

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Comenzamos a remontar la ladera de la margen derecha para seguir el sentido del río. El rumor del agua embravecida dificultaba captar las voces y reclamos. A pesar de ello, en los escasos arbustos de los márgenes del río detectamos al carbonero común (2), petirrojo (3), curruca capirotada (2), ruiseñor común (recién llegado a estas comarcas), chochín (5) y agateador común (1).

Los rayos del sol de la mañana iluminaban el carrascal de la orilla izquierda. Entre las voces recias de los pinzones (4), se escuchaba el ruidoso gorjeo del mirlo común (4), algún verderón común (2), mito (1), arrendajo (1), herrerillo común (2), mosquitero papialbo (4) y curruca carrasqueña (2).

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Escribano montesino. Foto: Rodrigo Pérez

Las crestas y paredes calizas están pobladas por densas sabinas negrales. Entre ellas, hay estratos de margas, rocas blandas pero capaces de retener el agua lo que favorece el desarrollo del rebollo, o en su defecto del guillomo. Este matorral abierto es el hábitat de los escribanos montesinos ((10), de la totovía (2), de los pardillos (45) y de la collalba rubia (7).

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Los buitres leonados (33) aprovechaban las corrientes de aire caliente formadas con el primer calor de la mañana. Las chovas piquirrojas (44), bastante emparejadas, formaban remolinos audaces al tiempo que entraban y salían de las grietas y huecos del peñasco. Un águila calzada atravesó el cañón y sufrió el acoso de estos ágiles córvidos incluso tras refugiarse en una repisa. 

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Buitre leonado aterrizando. Foto: Rodrigo Pérez

Un par de cuervos cruzó el cañón. Tras el recodo nos llamó la atención los agudos y profundos chillidos del halcón peregrino. A media altura y sobre las turbulentas aguas del Piedra cazaban bandos mixtos de avión roquero (18) y de avión común (15). Un par de cernícalos vulgares, un bando de grajillas (6), dos roqueros solitarios, varias abubillas (4), estorninos negros (2), gorrión chillón (51), algún colirrojo tizón (3) y un grupo de vencejos reales (3) definían las aves de las peñas.

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Roquero solitario: Foto: Rodrigo Pérez

Con vuelo tranquilo y señorial la pareja de alimoches recorría las paredes calizas revisándolas tras varios meses de abandono y después de su aventura invernal en tierras africanas. Las culebreras (2) sobrevolaban los páramos aún escasos en reptiles a estas horas y en ésta época del año.

Un par de perdices cruzó el cañón de una a otra ladera. Sabedoras de la presencia peligrosa del halcón, en lugar de atravesar de forma directa descendieron hasta casi el fondo para remontar con un formidable vuelo ascendente casi vertical. Toda una proeza.

Al crestear nos dimos con la primera colonia de buitre leonado. En los salientes del cantil vimos varios adultos solearse y en los huecos algunos adultos con sus pollos cubiertos de plumón. Más adelante y tras una curva del meandro encajado observamos muchos más en la pared que mantiene la mayor colonia de la zona.

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En los secanos y páramos calcáreos contiguos había alondra común (2), bisbita campestre (2), cogujada montesina (5), jilguero (5) y abundantes pardillos.

El otro grupo, con David Bowery y Kees Woutersen como profesores,  pudo ver el águila real (1) y un magnífico plano de la buitrera.

A la vuelta, encontramos un sapillo moteado junto al abejar de Torralba en pleno centro del día.

Un día soleado que nos permitió conocer a las aves de este rincón único del Campo de Daroca.