Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 8 de septiembre de 2017

LA PLAYA LA PANNE: ENTRE DUNKERQUE Y OSTENDE, ENTRE BÉLGICA Y FRANCIA

Bélgica es un país costero que se asoma al mar del Norte. Pero poco. Para su superficie (30.528 km cuadrados) su línea de costa es tan solo de 66,5 km. 


En su práctica totalidad se trata de playas abiertas. Hacia el interior, a veces separadas por dunas, en otros casos sin tal límite, se extiende una amplísima planicie costera dedicada al cultivo agrícola o al pastoreo. 

La primera vez que Carmen y yo viajamos a Bélgica, hace un año y medio, tras visitar Brujas, intentamos acercarnos con nuestro coche de alquiler a la costa en Zeebrugge. Era una tarde fría y gris de febrero. Y con marea baja. Al intentar aproximarnos al mar, a través de praderas infinitas ganadas al mismo (polders), nos encontramos con una planicie arenosa de más de un kilómetro y medio de longitud tras la cual se adivinaba dificilmente aquel, con un agua de un tono pardo claro. Siguiendo la costa dimos con el enorme puerto de Brujas (Zeebrugge) en el que nos llamó la atención la extensión de las campas donde se almacenaban miles coches transportados por los buques desde países exportadores para su venta en Europa. Imaginamos que este puerto se ha especializado en esta mercancía. Impresionaba.

Cuando un año después volvimos a Bélgica decidimos volver a la costa belga, pero esta vez a la zona oeste, en el límite con Francia. Es la más conocida y turística. Pero esta vez, dedicaríamos la mañana.

Este parte de Europa occidental reúne pueblos y ciudades de resonancia histórica. Gravelinas, Ostende, Kortrijk, Calais, Dunkerque, Ypres ... nos vienen a la memoria y nos recuerdan la historia aprendida en el colegio, en las novelas y en las películas. De hecho, buena parte de los viajeros que acuden a esta parte de Bélgica hacen turismo histórico, sobre todo para recorrer los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, los monumentos, museos y cementerios. Un dato. Tan solo en Ypres (Ieper) murieron 300.000 soldados de los ejércitos aliados. 

No teníamos ese objetivo. Queríamos ver paisajes y, sobre todo, la costa de La Panne. 

Lo primero que nos llamó la atención fue el desarrollo urbanístico de esta antigua localidad pesquera, hoy un complejo turístico formado por docenas y docenas de bloques de apartamentos. Parecía la playa de Gandía. Eso sí, se había respetado una estrecha banda del sistema dunar, al construir el paseo marítimo.


Como no conoces la historia del país, las sorpresas van surgiendo. Junto a la playa nos encontramos una enorme estatua dedicada a Leopoldo I, el primer rey de Bélgica, por ser este el lugar donde por primera vez pisó el suelo belga en 1831 para ser coronado tras su viaje desde Inglaterra.

 

Pero nosotros íbamos a lo nuestro. A la playa. Y allí estaba. Extensa y enorme. Aquel también era un día gris, frío y con marea baja. En mar estaba lejos, pero ya solo eran unos cientos de metros. Había que atravesar la amplia y plana zona intermareal.


Era una oportunidad para observar múltiples pequeños detalles de este ecosistema fronterizo.

Las acumulaciones de conchas la parte más interna de la playa ...


o de fragmentos de estos caparazones tras romperse por el oleaje ...


trozos que serán la materia prima de las futuras lumaquelas.

Cientos de conchas de navajas se acumulaban unas junto a otras, paralelas entre sí. ¡Era impresionante! 


Las deyecciones que dejan los anélidos (gusanas marinas) al ascender a la superficie ...


o las construcciones que se fabrican con restos de plantas y trozos de concha para defenderse ...


Y alguna que otra alga, más bien pocas para la inmensidad del mar del Norte ...


La playa era muy muy ancha. Nos costaba llegar al agua. Las gaviotas sombrías y los ostreros iban de una parte a otra conforme los molestaban los paseante. El oleaje formaba las características ondulaciones (ripples) en la superficie de la arena.


Por fin, y tras evitar charcas y chapotear algún rato, llegamos al mar. Un mar con oleaje suave pero con una gran turbidez. Al menos, en los primeros metros.


Paseamos un buen rato. Al volver la vista observabas la magnitud del desarrollo urbanístico  del litoral belga. Con un clima lluvioso y de pocos días de sol, el valor ecológico de las dunas no había resultado suficiente, en esta educada y sensible parte de Europa, para salvaguardarla de la expansión urbanística. En todos los lados cuecen habas ....


Avanzaba la mañana. Cada vez veíamos a más personas disfrutar de la playa. Los más iban, íbamos, paseando por la orilla o por el paseo marítimo. Algunos hacían deporte corriendo. Los había que paseaban con caballos ...


o volaban cometas ...


Volvimos al paseo marítimo conectado a través de una suave rampa de cemento que hacía las veces de escollera o de espigón y que estaba colonizado por las algas clorofíceas ....


También había espacio, como no nos sorprendió, dedicado al senderismo. La red GRs de Flandes Occidental era muy densa y resultaba muy sugerente ... 


E, inmediatamente, encontramos un cercado. Era el límite de la Reserva Natural de Westhoek, un espacio de 345 hectáreas que fue declarado en 1957 para proteger la mayor extensión de dunas de la costa de Bélgica. Se promociona turísticamente como el "Sahara belga". 


El acceso estaba prohibido para no interferir en la dinámica de las dunas, el desarrollo de la vegetación y la protección de la fauna.


Nos llamó la atención el desarrollo de los musgos sobre la propia arena.


En un ambiente tan próximo al mar, en el que el aerosol de agua salada aportará abundante tierra adentro, los musgos, suponemos que tolerantes al cloruro de sodio, deben de ser muy abundantes las precipitaciones para lavar el suelo y la arena de dicha sal y permitir estas alfombras de briófitos. 


Fuera de la reserva las plantas ammófilas colonizaban las primeras avanzadillas de dunas en las menos transitadas ...


Aquí estaba la doble vertiente de este hermoso rincón de la costa belga. Entre el interés ecológico y paisajístico del litoral y el urbanismo depredador ...


entre los valores científicos ...  


y la especulación inmobiliaria ...


Aquel día no sabíamos que la reserva natural era accesible. Lástima. 

Cogimos el auto y decidimos cruzar la frontera y pasar a Francia. Bueno al Flandes francés. La vecina localidad de Bray-Dunes (Nords, Haut de France) se diferenciaba bastante de La Panne. Pequeñas casas (lugares de vacaciones) alineadas junto a la carreteras, ausencia de bloques de apartamentos, carretera litoral salpicada de bosquetes ... nos recordaba a aquellos pequeños pueblos costeros con alojamientos familiares de la España de los '70. Eso sí, mucha bandera francesa. 

La gran sorpresa fue descubrir la Duna de Perroquet. Otro espacio natural que protege desde 1985 un sector del litoral del Departamento Norte.


Realmente no es una única duna, sino un sistema de dunas que se caracteriza por presentar depresiones postdunares o interdunares (conocidas como pannes, en la zona, de ahí el nombre de la vecina localidad belga) en los que la proximidad del nivel freático crea pequeños humedales en que son el hábitat de carrizales, junqueras y masegares. Son propios del dominio biogeográfico atlántico. 


Sobre las dunas, de nuevo observamos alfombras musgosas y los finas hojas de plantas propias del dinámico arenal. Pero también plantas como la enreligadera (Clematis vitalba), en rigor una liana forestal que colonizaba la duna. 


Comimos sobre lo alto de una de ellas. El viento intenso azotaba la vegetación y nuestra bolsa de plástico. Seguía el frío y el cielo gris. Al internarnos un poco encontramos una serie de abandonadas construcciones de cemento, alguna con cubierta y otras abiertas. Se trataba de un conjunto de bunkers y de posiciones antiaéreas construidas en el marco de la Segunda Guerra Mundial.


Eran posiciones defensivas que formaban parte de la Muralla del Atlántico.

Imagen de la Muralla del Atlántico. Fuente: Wikipedia
Una serie de construcciones levantadas por el III Reich desde las landas de Aquitania hasta el norte de Noruega con el fin de evitar la invasión por los ejércitos aliados desde las Islas Británicas.

 


Ni aún intentándolo podíamos perder de vista la larga historia de guerras en este parte de Europa.


Al final, lo que nos llevamos en el recuerdo, fue el sendero entre las dunas.

lunes, 4 de septiembre de 2017

DEHESAS DE CARRASCOSA Y VALSALOBRE

Serranía de Cuenca. Fin de semana de San José. Escapada corta y poco planificada. Lugares emblemáticos vividos con catorce años, como el nacimiento del río Cuervo, El Hosquillo, la Ciudad Encantada, Las Majadas. Una oportunidad para recordar y compartir con Carmen.

Pido información sobre bosques o masas de trasmochos a Uge, Agente Medioambiental de Castilla-La Mancha. Me contesta rápido con la opinión de varios compañeros: la Dehesa de Carrascosa. Unánimes. Y me añade, Valsalobre. 

Una ojeada rápida de Carrascosa (Cuenca) en internet me muestra un vídeo de un bosque con grandes pinos y viejos robles trasmochos elaborado y difundido por un establecimiento de turismo rural. Tiene buena pinta.


Busco información institucional sobre la dehesa de Carrascosa. No encuentro nada.

Busco información institucional sobre Salobreja (Cuenca). Sorpresa. Existe un monumento natural ("Serrezuela de Valsalobre") dedicado a la protección y divulgación de un paraje con modelado kárstico y profundas simas, pinar de silvestre y una comunidad con flora y fauna propia de la montaña supramediterránea. La especie destacada en la imagen promocional incluye una pareja de ciervos volantes. Interesante.

Sobre la posible dehesa de robles trasmochos de Salobreja tampoco encuentro nada. 

Estamos hablando del límite entre la Serranía de Cuenca y el Alto Tajo.


Un paisaje quebrado en el que se alimentan ríos de vocación atlántica (Guadiela y su afluente el Escabas) que verterán en el Tajo ...



Después de rondar por Cañamares y La Frontera, entre la Sierra y la Alcarria, llegamos a media mañana a Carrascosa a través de unas parameras calizas. No hay indicio de un bosque viejo. Tomamos un sendero balizado (PR-CU-04) que nos introduce en un paisaje inesperado.


Una dehesa formada por robustos pinos negrales (Pinus nigra ssp. salzmannii) y viejos rebollos (Quercus faginea), conocidos en la zona como cajigos, manejados tradicionalmente  como trasmochos. Y un prado corto, aún por brotar, en aquellos días de marzo.

Una dehesa viva, con ganaderos que suben y bajan por las pistas con sus todoterrenos, con vacas encerradas en los corrales ...


y barrales y pacas de paja en las majadas ...


Un dehesa con rebollos trasmochos, con el tronco cubierto de musgo, con cabezas añosas e irregulares, con evidentes muestras de desmoche ...


aunque con el turno perdido desde hace más de treinta años ...


En el Alto Tajo hemos visto otras dehesas de rebollo, como la de Olmeda de Cobeta. Pero no una masa mixta de pino negral y de roble. Y tan vigorosa y sana.





Los pinos presentaban sus típicos rasgos de tronco largo y recto, corteza blanquecina y copa aparasolada ...


Mostrando indicios de un aprovechamiento antiguo de su resina ...


El suelo mostraba claramente el carácter mixto de este bosque ahuecado secularmente ...


... para su aprovechamiento por las ovejas.

Los taludes de la pista y el desarraigo debido a caídas de viejos árboles muestra el sustrato rocoso. Unos sedimentos detríticos poco cohesionadas y de color amarillento. Son arenas y arcillas del Cretácico Inferior (Albiense). Estos materiales se recargan fácilmente durante los periodos de lluvias y son capaces de retener la humedad permitiendo el desarrollo del pinar negral y el rebollar ... 


y de otras plantas higrófilas, como el acebo ...


Algunas de las hojas que desprenden cada año los robles quedan retenidas en los huecos de la cabeza o de las ramas transformándose en humus. Este humus retiene el agua de la lluvia y permite que se instalen plantas, como esta gramínea, que crece como un epífito.


La primavera entra lentamente en la Sierra, pero en los claros del bosque comienzan a florecer las pequeñas margaritas de prados (Bellis perennis) ...


mientras que en las zonas abiertas de las muelas lo hacen los narcisos (Narcissus bulbocodium) ...


Comemos a la sombra de los grandes pinos en el merendero de la fuente de La Mimbrera, en la umbría de una muela, escuchando al trepador azul. Y seguimos ruta por la pista, por el PR.


Continuamos por un sector por el que predomina el pinar. No es un pinar muy maduro. De hecho vemos toconas indicadoras de talas de ejemplares de gran diámetro. 


Tiempo después nos enteramos de la denuncia presentada en el año 2013 ante la Delegación de Agricultura y medio Ambiente por las asociaciones conservacionistas Ecologistas en Acción y ADENA-WWF tras la tala de pinos negrales centenarios en la Dehesa de Carrascosa.

Entre la dehesa se mantienen cabañas de ganaderos en completo abandono ...

 

Los robles siguen una técnica de desmoche muy parecida a la que se emplea en otras partes de Castilla: el sistema de horca (una o dos ramas horizontales) y pendón (una rama vertical). Sobre la ramas horizontal nacen muchos vástagos que crecen verticales buscando la luz.  


A estas alturas del invierno, los rebollos ya había perdido sus hojas ...


La pista atraviesa una depresión surcada por una loma por la que descienden dos arroyos, por entonces secos: la Cañada de los Esteros y el Arroyo del Médico. Ambos confluyen y forman la cabecera del barranco de la Hoz Somera, un paraje de gran belleza situado al oeste de Carrascosa.

La litología ha cambiado. Los materiales detríticos cretácicos dan paso a calizas y margas del Jurásico Inferior (Lias) y Medio (Dogger). 


Algunas con unos nódulos con anillos concéntricos.


Cambian las rocas y también cambia el paisaje. La paramera, con sus tomillos y gamones, sustituye al bosque. Aunque no su vocación ganadera.


Cruzamos al término municipal de Valsalobre. 


Y vamos acercándonos a la Dehesa Boyal situada en la solana de una muela. Vuelven los rebollos (quejigos) trasmochos.


Estos robles forman un paisaje ganadero dotado de una gran belleza ...


Y los indicios de su aprovechamiento ganadero actual por el ganado bovino. La vaca, que requiere menos atención, ha sustituido a los grandes rebaños de ovejas merinas que dieron prosperidad a estas sierras.


Las margas son un sustrato fácilmente horadable por los topillos que forman tolvas tras sus trabajos de ampliación de las galerías de finales de invierno, justo cuando el frío mengua pero cuando aún no se ha secado la tierra ...


Los rebollos van siendo sustituidos por el pinar. Este paraje es conocido como Pinos Altos. Un corral de reciente factura debe ser el refugio de las vacas que parecen pacer en estos prados.


Junto a la pista damos con un cartel que nos indica la presencia próxima del Monumento Natural Serrezuela de Valsalobre, el paraje natural protegido por la Junta de Castilla-la Mancha.


Nos desviamos internándonos por un pinar albar viejo con abundante sotobosque de arlera (Berberis hispanica), enebro común (Juniperus communis) y escaramujo (Rosa canina). Algunos pinos tienen ramas muy tortuosas, resistentes a mil avatares durante las nevadas y los vendavales.


Cae lenta la tarde y no nos enredamos mucho en este karst que está bien preparado para el senderismo por cualquiera de las cuatro rutas que acercan a lugares de interés paisajístico y ambiental. Se destaca la presencia en estas muelas calizas de las simas más profundas conocidas de Castilla-La Mancha (Juan Herranz I y II, de 212 y 173 m de longitud). 

Es una planicie rocosa en la que la erosión ha creado formas erosivas, como callejones, pináculos y arcos. Da para otras excursiones. 


 Volvemos hacia la pista principal y el sendero que nos asoma a Valsalobre, alargado valle abierto por el arroyo de Las Pontezuelas en las arcillas del Triásico Superior (Keuper).


Como suele ocurrir en estos materiales en otras zonas de la cordillera Ibérica, las arcillas vienen acompañadas de sales (cloruros y sulfatos). Esta es la causa de la existencia de manantiales de agua salobre que dan origen al pueblo y explican la presencia de unas antiguas salinas.