Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 22 de marzo de 2010

DE JABALÍES Y CARRIZALES

Un paseo por el valle del Pancrudo en la vega de Cutanda permite comprobar algunos de los cambios sociales y económicos que se están produciendo en nuestros pueblos.

La huerta del pueblo era la joya de la corona. Era el seguro suministro de hortalizas y la garantía de las cosechas de regadío, en un término de neto predominio de secanos y cerros pelados.

Desde hace unos años el cultivo de chopos canadienses va extendiéndose por el fondo del valle. Y, lo que nunca se había visto, comienzan a encontrarse cada vez más piezas que dejan de cultivarse y que son colonizadas por la vegetación palustre.

De hecho el paisaje es un mosaico de campos de cereal, prados con junquera y carrizal, arboledas de canadienses y el eje de chopos cabeceros alineados en los márgenes del río. La llanura de inundación queda enmarcada por las laderas margosas cada vez más pobladas por el aliagar y por los escarpes calizos salpicados por la sabina negral.

La vega tiene sedimentos limosos y el freático muy alto. Sobre este sustrato el carrizal se extiende por el desarrollo de su sistema de rizomas, unos tallos subterráneos con una enorme capacidad invasiva. Alcanza, incuso las mismas orillas del río. Un indicador de la ausencia de crecidas de los últimos años.

La reja del tractor lo mantiene a raya arrancando, tras cada labor, los rizomas. En estas huertas el carrizal es la formación vegetal de muchos ribazos y márgenes.

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En la orilla de un sembrado de cebada encontré una banda de labor removida en el margen de un carrizal. Observando con detalle se podían encontrar abundantes rizomas levantados y las huellas del jabalí por todo el terreno. ¿Qué había ocurrido?

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Durante el invierno el carrizo almacena dentro de sus tallos subterráneos los nutrientes necesarios para producir un rebrote vigoroso. El desarrollo de un tallo herbáceo con múltiples hojas que, en pocas semanas alcanza los dos metros de altura. Estos nutrientes, mayormente glúcidos, son un recurso que conoce el jabalí. Un valioso tesoro en un momento del año en el que flaquea el alimento en el carrascal de la sierra.

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Los jabalíes, hostigados por los cazadores en el monte, se refugian estas semanas en los carrizales de la huerta donde encuentran tranquilidad y, de paso, alimento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien que existe este lugar donde esos animales pueden esconderse de los cazadores.




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