Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

miércoles, 7 de marzo de 2012

A VUELTAS CON EL TRASVASE

Tenía en mi corral un par de calderos. Recogían el agua de lluvia y me permitía regar una pequeña porción de terreno que de otra forma sería un secano que sólo se regaría con las precipitaciones, lo que haría que no pudiese cultivar lo que yo quiero cultivar.

Caldero

Estos calderos me permitían almacenar el agua tras la lluvia e ir dosificando y regulando los riegos de mi pequeño huerto. Me iba bien, pero quería regar más. Como los calderos recogen el agua que recogen decidí poner 2 calderos más. Con estos calderos puedo regar el doble de terreno, aunque la lluvia recogida en cada uno de ellos es exactamente la misma.

Decidí llenar el corral de calderos. Es un chollo, se me llenan de agua cuando llueve y nieva y tengo para regar todo el corral. Merece la pena invertir en calderos.

Todo iba bien hasta que llegó la sequía. Todo el mundo hablaba de ella pero nadie la recordaba verdaderamente. Algunos ni la conocían, al igual que en el desierto nadie se preocupa si no llueve. La falta de lluvias hizo que todos mis calderos se fueran vaciando poco a poco y llegó un momento en que ninguno tenía agua suficiente para regar. Ni siquiera juntando toda el agua en uno tenía para regar adecuadamente. Menudo problemón. Ahora había multiplicado la superficie de riego por diez y no tenía para regar ni la primera parcela, mi pequeño hortal inicial. ¿Para qué me sirvió la inversión en calderos? Para regar más superficie mientras había agua, pero no preveía el problema de la sequía que finalmente iba a dar al traste con mi maravilloso proyecto.

A todo esto me vino el vecino y me dijo que si hubiese tenido más calderos podría haberle prestado algo de agua para regar su huerto, pues el tampoco tenía agua. ¡Vaya tío listo el vecino! Vivimos a unos metros ¡y se pensaba que yo iba a tener más agua en los calderos que él! Lo cierto es que no, pues mis calderos por superficie riegan lo que riegan, es decir, tengo el mismo problema que él, ¡por muchos calderos que yo tenga!

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Vivimos en un país donde prácticamente dos terceras partes de la superficie es “España seca”. Resulta que nuestra situación al sur de Europa, tan cerca del cinturón de altas presiones africano y algo alejados de la circulación de las perturbaciones atlánticas hace que nuestro clima sea más bien seco y muy oscilante, con períodos secos y húmedos, mucho más acentuados que nuestros vecinos europeos del norte.

Decía ayer Eduardo Lolumo que la sequía es un fenómeno natural en nuestra tierra. Estas condiciones se dan cada cierto tiempo, se trata de un fenómeno recurrente, mucho más que los años húmedos. También con mucha más repercusión, por razones obvias.

Es muy probable que a lo largo de los últimos tres mil años los habitantes de la península ibérica hayan conocido sequías climáticas que hayan mermado los niveles de los ríos hasta límites inimaginables. No hay ninguna razón por la cual estas condiciones no se puedan volver a repetir.

A lo largo de décadas e incluso siglos la sequía ha azotado una y otra vez nuestro territorio. Para los agricultores de hoy, especialmente en regadíos, el déficit hídrico acumulado a lo largo de un año de sequía precedido de un año de bonanza, o incluso de un año medio, en muchos de los sistemas de abastecimiento regulados por embalses puede llegar a ser paliado gracias a las reservas del año anterior en ellas almacenadas. Pero es imposible mitigar la falta de agua cuando el episodio de sequía es plurianual, porque los déficit acumulados en esas situaciones llegan a ser tan grandes que es impensable diseñar un sistema de regulación hiperanual a base de nuevos embalses capaces de compensar esos déficit acumulados. No digamos ya distribuir a otras zonas lo poco que queda, es impensable. Es prácticamente la situación en la que nos encontramos ahora.

España es el país de los grandes embalses, nos situamos en la cabeza mundial en relación a superficie y número de habitantes. Pese a ello las sequías que generan situaciones de desabastecimiento generalizado siguen siendo un fenómeno recurrente, cada vez más intenso y frecuente pues cada vez hay más población expuesta a ello. En el pasado reciente nuestras sequías han sido esencialmente meteorológicas; es decir, un fenómeno cuya magnitud respondía a una realidad natural, sobre la que apenas se puede actuar. Si ahora unimos que gran cantidad de la población ha crecido bajo un abastecimiento ficticio, que en un momento dado puede llegar a desaparecer, tal y como vemos día a día, tenemos un problema muy gordo (otro más en estos tiempos tan benignos).

Podemos decir que un país como el nuestro que dedica el 85% de sus recursos hídricos disponibles para el regadío, vive sin lugar a dudas instalado en la disfunción hidrológica y medioambiental; en el riesgo permanente de desabastecimiento. No nos engañemos: todas y cada una de las hectáreas de regadío que instalemos en gran parte de nuestro país son potencialmente efectos de la sequía mañana. Estamos creciendo económicamente y poniendo en valor tierras improductivas desde el punto de vista de la agricultura. Pero también estamos expandiendo la sequía del mañana.

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Es muy fácil hablar de trasvases y utilizarlos ante la opinión pública como medio divino para combatir la sequía, como hace el señor Cañete. Puede llamarlo interconexión de cuencas o como quieran (aunque la mona se vista de seda, mona se queda) ¿Quieren acabar con la sequía en España mediante trasvases? Muy bien, hagan pantanos que recojan el agua en alguno de nuestros países vecinos, por encima de los 51º Norte y tuberías que vengan a España de más de 2.000 kilómetros, en definitiva, cojan agua de donde hay realmente y lo verdaderamente raro es que falte, no como aquí. Difícil, ¿verdad? pues más difícil es acabar con la sequía una vez creada la demanda tirando de nuestros propios recursos hídricos.

Racionalidad, eficiencia, ahorro e investigación. Busquemos entre estas palabras y tendremos, como en otros muchos aspectos de nuestra vida, la clave para un futuro mejor . El déficit hídrico siempre estará ahí, nuestra labor es minimizarlo en lo posible y no incrementarlo más.

4 comentarios:

Jesus Blas dijo...

Tiempo atras un grupo de mozalbetes Franceses visitaban la fuente de mi pueblo.Me llamo la atencion como su profesor les explicaba como mediante un circuito(fuente,lavadero/abrevadero,balsa riego)se realizaba una gestion optima del agua en una tierra seca como Aragon. Tal vez deberiamos aprender de nuestros abuelos,antes de realizar obras faraonicas.

Anónimo dijo...

Cuanta razon tienes Jesus pero para ser optima la gestion del agua, en el abrevadero y balsa de riego tienen que poder entrar y salir los anfibios (zapos y ranas )y nuestras dos culebras de agua,con una rampa es suficiente.Los abrevaderos modernos de chapa son inútiles para la fauna acuatica.

Jesus Blas dijo...

Por supuesto,uno de los encantos de los abrevaderos y balsas de nuestros pueblos es su fauna.Ahora mermada con las cloraciones de los acuiferos para "potabilizar el agua".

Antonio dijo...

No puede estar mejor definido el problema FER. Aunque ahora el señor Cañete no creo que necesite tanta agua en la comunidad Valenciana, supongo que se está amasando mucho menos cemento y algun que otro campo de golf terminara secandose; igual podriamos enseñarles a jugar al GUA, por si alguien no sabe en que consiste el juego, les diré que es muy parecido al golf, aunque se juega con canicas, sin palos y el terreno de juego no precisa RIEGO adiccional.