Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

sábado, 8 de diciembre de 2012

ESPINARES Y ZARZALES CERRADOS, CUNA DE TEJOS Y ACEBOS

El tejo o tajo (Taxus baccata) es una gimnosperma arbórea dioica que crece en los bosques y en lugares escarpados pero húmedos de Europa, oeste de Asia y norte de Europa. Está distribuido por toda la península Ibérica, aunque es escaso en el suroeste. En Aragón se reparte por el Pirineo y la cordillera Ibérica (Moncayo, valle del Mesa, Albarracín y Maestrazgo-Gúdar). En la comarca del Jiloca existe una población aislada en los peñascos de la Modorra de Cucalón, por cierto muy afectada por el herbivorismo de la cabra montés.

DSC_8198

mapaTaxusbaccata_1

El acebo (Ilex aquifolium) es un conocido arbusto, a veces arbolillo, también dioico de hojas coriáceas, onduladas, brillantes y habitualmente espinosas que produce unas bayas esféricas y rojas. Crece en barrancos, laderas y pies de cantiles umbrosos dentro de bosques o en sus orlas. Es propio del sur de Europa, suroeste de Asia y norte de Europa. En la península Ibérica se distribuye por su mitad norte. En Aragón está presente en el alto Pirineo, en enclaves favorecidos del Prepirineo y a lo largo de la Ibérica, desde el Moncayo hasta Gúdar, Javalambre y Albarracín. En las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca son conocidas las poblaciones de la sierra de Oriche y de Cucalón, aunque hay algún ejemplar aislado en zonas distantes, como en Burbáguena.

DSC_7227

mapaIlexaquifolium_1

El tejo y el acebo son especies escasas, relictos botánicos que han sobrellevado la profunda deforestación y la intensa presión ganadera de las últimas centurias. Vamos, especies apreciadas, y los enclaves donde se asientan, parajes valiosos por tratarse de refugios de plantas exigentes en cuanto a sus condiciones ambientales.

Así, recuerdo que hace unos años se realizó un inventario de tajeras y acebedas en el sur de Aragón promovido desde el Departamento de Medio Ambiente. Y más recientemente otro informe sobre los bosques singulares de este territorio en el que también fueron incluidos los bosquetes de tejo y acebo.

Recorriendo el tramo alto del río Lanzuela en enero de 2011, pequeño arroyo afluente del Huerva, dentro del término municipal de Cucalón, nos llamó la atención el verde de unos pequeños arbustos que destacaba entre las ramas desnudas de un espinar que crecía bajo la copa de un frondoso seto arbolado con grandes chopos cabeceros.

Tejo bajo cabeceros 1 (Cucalón)

Se trataba de jóvenes tejos. ¿Cómo habrían llegado allí? Es probable que se tratara de descendientes de alguno de los viejos tejos que crecen en la vecina Modorra cuyos propágalos habían sido transportados en el aparato digestivo de las aves que ingieren su carnoso anillo rojo al descansar en las ramas de algún viejo chopo. En un ambiente umbroso y protegido, los jóvenes tejos habían encontrado un lugar apropiado para su desarrollo.

Tejo bajo cabeceros 2 (Cucalón)

El pasado invierno, visitando ahora el valle del río Nogueta o Santa María (cuenca del Aguas Vivas), en el barranco del Molino encontramos una nutrida población de acebos creciendo bajo los espinos, cornejos y zarzales, a la sombra también de un bosquete decrépito de chopos cabeceros.

DSC_8042

De nuevo nos ayudó a descubrirlo el verde lustroso de sus hojas aunque ahora no resultó difícil por que eran bastante abundantes.

DSC_8052

¿Qué sugieren estos hechos?

A nuestro entender, la pérdida de aprovechamientos tradicionales está permitiendo una recuperación espontánea de los bosques de ribera. Primero con la reconstrucción de un estrato arbustivo que, a su vez, crea unas condiciones de sombreado y de inaccesibilidad que favorecen el crecimiento de especies arbóreas, algunas de las cuales, como es el caso del tejo y acebo, son bastantes exigentes por tratarse de especies umbrófilas e hidrófilas.

DSC_8058

Sin embargo, los gestores de las riberas –y buena parte de la sociedad- sigue percibiendo estas formaciones arbustivas compuestas por espinos y zarzas como “ambientes sucios y abandonados” en los que deben realizarse “limpiezas” para su mejora. Ciertamente, en la visión del campo de los mayores de nuestros pueblos este fenómeno natural de cambios en la cubierta vegetal de las riberas son percibidos de forma negativa pues contraviene lo que ha sido la gestión tradicional (extracción de leñas, pastoreo, quemas agrícolas, etc.), su trabajo durante años para controlar la “maleza” y favorecer las especies cultivadas. Pero esa percepción no debe hacer perder la perspectiva amplia del funcionamiento de los ecosistemas y su gestión conservacionista.

DSC_8038

Estos zarzales y espinares están posibilitando favoreciendo la recuperación del suelo, reteniendo restos vegetales durante las crecidas y la recolonización por especies amenazadas.

Sin ir muy lejos, en los términos de Loscos y de Monforte de Moyuela vimos los efectos de los trabajos de “limpieza” de riberas en los que suponemos que además de retirar residuos de origen humano fueron desbrozados los espinares del sotobosque y, no sabemos si también otras especies escasas y amenazadas como el acebo y el tejo.

DSC_8096

Es cierto que el trabajo de los gestores del medio natural, en este caso la Confederación Hidrográfica del Ebro, debe integrar variados objetivos y atender a diversas visiones del medio, pero echamos de menos una labor pedagógica acerca del papel ecológico de estos espinares y zarzales.

Imagen 059

Aunque nos resulten poco amables, cumplen funciones esenciales en las riberas.

No hay comentarios: