Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 21 de febrero de 2011

ÁRBOLES EN LA MEMORIA DE LOS PUEBLOS

La historia de nuestros pueblos y nuestra microhistoria individual se ha ido haciendo de pequeñas cosas. En ese crecer individual y colectivo han tenido y tienen mucho que ver los chopos cabeceros.

Nuestras choperas, cobijo y referencia de pájaros, insectos, líquenes y niños. Cuando hay tiempo para los recuerdos, cuando la melancolía o la ilusión te retrotrae el pasado, al territorio de la infancia, es muy fácil verte jugando al escondite en los chopos del río, atravesándolo por las palancas, riéndote a carcajadas. Se mezclan en el ayer los olores a hierba y a tronco, los sonidos de juegos y pájaros llenándolo todo, haciendo casetas donde llevar los tesoros, el intercambio de las meriendas. El rato de acompañar al abuelo con el carretillo lleno de chopina para los conejos y el de hacer apuestas tumbados en el suelo para calcular cuánto tiempo tardaba la nube o el pájaro en pasar por la copa.

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Aguilar del Alfambra. Foto: Chusé Lois Paricio

Cada año te medías con el tronco del chopo con la mirada de niño. Años después, cuando el río y los chopos eran el lugar de las confidencias, el recueste para leer la novela y echar los primeros cigarros, las canciones con la guitarra, el tiempo de los planes de juventud, de los primeros amores, de fraguar la personalidad, eran confidentes y lugar de encuentro. Hogar y leña. La dureza del trabajo quedaba reservada a los que tenían esa relación que hace cuidar lo que te proporciona un bien, ese fruto que en la mirada del anciano sobrepasa lo inmediato. Cuando el beneficio acompaña a la nueva generación que reproduce una vez más la vida y recibe sus recuerdos y valores.

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Caseto sobre viejo cabecero en Torre los Negros. Foto: Fernando Herrero

Nuestra vida y la de nuestros pueblos están relacionadas con esos monumentos vivos, lo más significativo de nuestro paisaje, que hemos ido valorando con la ayuda de otros que nos los han redescubierto poniendo en palabras nuestros sentimientos.

Llamar a nuestros chopos cabeceros «patrimonio natural y cultural» es poner nombre a todas esas vivencias, sensaciones y recuerdos. A ese sentimiento de pertenencia y de arraigo que ha conformado nuestra manera de ser y de sentir, nuestra cultura, que hace que nos duela cuando uno de nuestros chopos se muere por falta de escamonda, cuando no hay cuidado para replantar y regenerar. Ahora los sentimos patrimonio común que debemos defender conjuntamente. Siempre hay momentos en la historia de los pueblos en que se emprenden proyectos comunes, esta puede ser una buena ocasión.

Árboles de trabajo

Saliendo del invierno en Valdeconejos (Alto Martín). Foto: Jill Butler

Saber recoger el pasado y soñar el futuro de forma colectiva, no se puede imaginar, en nuestros pueblos, sin los chopos cabeceros. Somos, como decía José Antonio Labordeta, como esos viejos árboles. «Es muy difícil luchar por lo que no se ama y, antes, amar lo que no se conoce bien», son palabras de Eloy Fernández Clemente, turolense que también sabe valorar ese calorcico interior que genera el cariño y el recuerdo en torno a un paisaje, un espacio y un tiempo, que da fuerzas para emprender trabajos juntos, tareas ilusionantes.

Pilar Sarto Fraj, Centro de Estudios del Jiloca

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La 2º foto, la cabaña en el árbol, de Torre los negros. Fue nuestra cabaña durante toda nuestra infancia!!!!!!!
Que ilusión verla!!!!!!!!!!!

(Alberto)

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
gas natural de naturgy.com.mx dijo...

Esos arboles tienen una forma peculiar.