Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA MIGRACIÓN DE LAS AVES: UN ESPECTÁCULO

Era una de esas tardes calmas y cálidas de los primeros días de septiembre. La gente estaba en la calle. Los niños se agitaban con esa inquietud tan propia de los primeros días de curso, las terrazas de los bares estaban llenas, las frescas de los ancianos como en sus mejores días de agosto.

Un bando de cigüeñas blancas decidió hacer noche en Calamocha. Se agruparon en la línea eléctrica que pasa cerca del matadero para dispersarse después sobre el núcleo urbano. Con su silencioso vuelo y su gran envergadura llamaban la atención de los vecinos. Unos llamaba a otros. Los padres se lo enseñaban a sus hijos, como algo único. Esta novedad era el motivo de la conversación en todos los corros. ¡Cuántas cigüeñas! ¡Qué bonitas!

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Foto: Rocío Colás

Unos días antes ocurrió algo similar en Caminreal. La misma mezcla de sorpresa e ilusión brillaba en el semblante de niños y adultos.

Por esos días, en Calamocha, llamaban la atención las concentraciones crepusculares de docenas y docenas de abejarucos en los viejos chopos de la rambla de la Cirugeda. Con su vocinglero canto, estos pájaros rompían el silencio de los agostados campos.

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Foto: Rodrigo Pérez

Hoy viernes ha sido un día de inestabilidad atmosférica. En Bañón ha caído una tormenta, en Calamocha solo unas gotas. Hacía algún día que casi no observaban golondrinas comunes. Hoy, al mediodía, me esperaba un par de docenas de ellas sobre los hilos de la línea que pasa frente a casa. En la foto, sólo algunas de ellas.

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Ahora mismo cae la tarde y grandes bandos se agitan sobrevolando la vega. Cuando el sol se ponga, las inquietas golondrinas caerán, de un solo golpe, a dormir en los campos de panizo, remedo actual de los antiguos carrizales del Jiloca.

La migración de las aves es uno de los grandes espectáculos que nos ofrece la Naturaleza.

Mil preguntas nos surgen. ¿Cómo un pajarico tan pequeño como el carricero común puede recorrer miles de kilómetros con una reserva de unos gramos de grasa? ¿Qué cambios funcionales deben darse en esos cuerpecillos? ¿Cómo mantienen las collalbas grises (Oenanthe oenanthe) de Alaska sus áreas de invernada en África central recorriendo dos veces al año todo el continente asiático?

¿Cómo puede orientarse durante sus viajes nocturnos? ¿Cómo retrasan la marcha otoñal las grullas cuando el tiempo atmosférico es inapropiado en sus territorios de invernada? ¿A qué alturas realizan la migración? ¿Por qué se observan en tierra más individuos juveniles que adultos entre los pájaros palustres? Cuestiones que nos estimulan a conocer cómo funcionan los seres vivos.

Pero, por mucha satisfacción que ofrezca observar este fenómeno y la resolución de estas preguntas, me quedo con la alegría de aquella pequeña niña que mantenía hace unos días a un papamoscas cerrojillo en una cajita de plástico transparente, mostrándolo como al mayor de los tesoros.

A este tema dedicamos el último programa de “En el rebollar”. Se puede escuchar pulsando este enlace.

3 comentarios:

Fer dijo...

Un viernes temprano me pareció ver una en una torre una junto al campo del Tío Colín,entre la femera del matadero y la Gasolinera. ¡No pensé que hubiera tantas!

La época de migraciones es fascinante...

Chabier dijo...

Antonio Torrijo estuvo leyendo con catalejos las anillas portadas por las cigüeñas blancas que descansaron en Caminreal y en Calamocha antes de que reemprendieran con su viaje.

De las que pasaron la noche en Calamocha, la mitad llevaban anilla. Pudo leer bien siete anillas y, tras indagar sobre su origen, todas ellas habían sido marcadas en el sur de Alemania y el norte de Suiza.

Anónimo dijo...

A principios de septiembre encontré un abejaruco muerto en mi huerto de Bañón... seguramente el esfuerzo de la migración le pasó factura