Nos pasa a muchos. Sabíamos que “Septiembre, o seca las fuentes, o rompe los puentes”. Resignados hemos visto que no solo se han secado las fuentes, sino que también lo han hecho los riachuelos e incluso los ríos, como el Alfambra. Conocíamos el refrán, así que paciencia… ¡y a barajar!. A esperar a octubre a ver si se aleja el anticiclón, vuelven los días grises y llegan las esperadas lluvias. Nada. Como mucho, hemos tenido mañanas frescas pero en el centro del día, calor. Un calor que cansa en este reseco ambiente.
Y así estamos. Sin sensación de otoño.
Es cierto que prácticamente no quedan ya golondrinas y que los aviones comunes también se han marchado. Pero, este año parecen retrasarse los milanos reales (otros años ya con nosotros desde mediados de septiembre) y las grullas parecen no llevar prisa en abandonar el Báltico si no aparecen los vientos del Norte.
En el huerto, la parra virgen (Parthenocissus quinquefolia) que trepa por la baranda ya tiene casi todas las hojas rojas y las bayas con su característico color azul oscuro. Lo que corresponde a esta parte del año. Al menos, esta trepadora va cumpliendo con su ciclo.
Ayer tarde, mientras cogía algún tomate, se acercó a la terraza un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), nuestro culirroyo.
Este pequeño túrdido es común en las casas de los pueblos donde cría en huecos de edificios viejos y se alimenta de los insectos que viven en las construcciones y en los espacios abiertos próximos. En un viejo pajar próximo a casa cría una pareja que nos acompaña durante casi todo el año y nos despierta con su típica voz metálica durante su celo primaveral. El huerto, algo emboscado por setos y trepadoras, no es su hábitat preferido y es desplazado allí por el ruiseñor común que lo ocupa durante la cría. La terraza, le agrada más al colirrojo, pero la permanente presencia de Lúa, la gata, le disuade si dispone de alimento en otros espacios cercanos.
Pero en el otoño, la abundancia de frutos de la parra virgen es un poderoso reclamo para este pajarillo, que muda su dieta de forma oportunista. Y en eso estaba ayer. Viendo la cosecha de bayas y su grado de madurez.
Dentro de unas semanas, las ramas de la parra virgen quedarán desnudas al caer las hojas secas mientras sus frutillos serán engullidos por la familia de culirroyos. Estos, en incursiones fugaces, irán dando cuenta de las bayas conforme maduren, siempre atentos ante la presencia de la gata, ahora más visible desde las ramas desnudas.
Todo un documental de la 2 nos espera.
1 comentario:
Hoy he visto sobre una misma parra virgen un gorrión molinero y varias currucas capirotadas.
Debe ser que ya están maduros los frutos.
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