Me encantan los documentales de David Attemborough. En el capítulo “Sobreviviendo” de la serie La vida privada de las plantas hay un pasaje en el que, al mostrar las adaptaciones vegetales a las condiciones climáticas extremas, expone el caso de las coníferas que crecen en la Montañas Rocosas de los Estados Unidos.
Son famosas las imágenes de estas longevas coníferas, con troncos retorcidos y abundante madera muerta.
La madera muerta procedente de los árboles muertos tiene una difícil descomposición en las cimas de las montañas pues las bajas temperaturas y el efecto desecante del viento dificultan la acción descomponedora por los hongos sapófitos. Por eso es habitual encontrarla acumulada en estos ambientes extremos.
Como adquiere formas tan sugerentes los fotógrafos de naturaleza les dedican mucha atención por lo que es fácil encontrar fotos de troncos con la madera surcada por profundas grietas en revistas de viajes…
…. retorcidas …..
…. troncos quemados por el sol ….
…. con tortuosas ramas de formas fantasmagóricas…
Pero, ….¿es que se cultiva el cereal en las cimas de las Montañas Rocosas? Como ya habrá notado el avispado lector estas imágenes no han sido tomadas en esa lejana cordillera si no mucho más cerca. En los montes de Santa Cruz de Nogueras, en la mucho más modesta cordillera Ibérica.
No sabemos con certeza a que especie de árbol corresponde. Los restos de corteza de un tono rojizo y el carácter retorcido de tronco y ramas apuntan a algunas variedades antiguas de almendro, planta muy cultivada en la zona.
En estos ambientes mediterráneos tan deforestados, la iluminación y la acción desecante de los rayos solares retarda la descomposición de la madera muerta, en especial cuando esta es muy dura y tiene escasa superficie de contacto con el suelo.
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