En el sector oriental del Sistema Central, entre Somosierra y la Sierra de Ayllón, un conjunto de montañas se proyectan hacia el sur conformando la Sierra del Rincón, también conocida como Sierra Pobre y, que junto con al Alto Lozoya constituyen la conocida Sierra Norte. Está situada en el nororiental de la Comunidad de Madrid, en la zona que limita con Castilla y León (Segovia) y Castilla-la Mancha (Guadalajara).
Hace dos semanas dedicamos un par de días a conocerla de la mano de Ángel Quirós que, además de biólogo, es un agente de protección de la naturaleza y experto conocedor de este espacio natural.
Es un territorio abrupto, dotado con profundos relieves que conectan las cimas (Coto de Montejo, 2045 m.) con los fondos de valle (embalse de El Atazar, 880 m.) aunque en su conjunto predominan los territorios que se encuentran por encima de los mil metros de altitud.
Afloran unas rocas metamórficas de origen paleozoico (Silúrico) que se organizan en el espacio según un gradiente de intensidad, desde los batolitos graníticos de Somosierra y El Berrocal hasta las pizarras que conectan con Ayllón, espléndidamente representadas en el valle de la Puebla, un paisaje espectacular.
Gneises, esquistos, pizarras y cuarcitas son los componentes de las montañas. Forman relieves de tipo cresta de gran singularidad como le ocurren a los esquistos del puerto de la Hiruela.
Su erosión ha originado unos mantos de rañas, formaciones sedimentarias compuestas por clastos cuarcíticos empastados por una matriz arcillosa procedente de antiguos abanicos aluviales.
Estos materiales, tras la orogenia Hercínica quedaron fracturadas en una líneas de debilidad que se reactivaron en la orogenia Alpina y por las que los ríos han abierto los valles principales, el del Lozoya que nace al pie de la vecina Peñalara (2.430 m.) y el del Jarama, que lo hace en la cima de Somosierra (Coto de Montejo).
El clima es mediterráneo de montaña con tendencia a la continentalidad. Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 9 y los 12 ºC, mientras que las precipitaciones medias se sitúan sobre los 700 mm, con un notable reparto entre las estaciones y una sequedad estival aliviada por las tormentas, como pudimos experimentar.
Las aguas son recogidas por una serie de arroyos hacia los ríos Jarama y Lozoya, perteneciendo todo el conjunto a la cuenca hidrológica del Tajo. El Lozoya soporta, dentro y fuera de la sierra, un conjunto de embalses destinados al abastecimiento del área metropolitana de Madrid. Este es, y no otra la prioridad a la hora de organizar el aprovechamiento de los recursos naturales y el desarrollo socioeconómico de este territorio. Proveer de agua a la gran ciudad.
El paisaje vegetal es el resultado de un largo aprovechamiento humano del monte por el ser humano. La agricultura, la ganadería y el bosque cimentaron la economía de la sociedad serrana. Una economía basada en el uso de los recursos naturales en un marco ambiental difícil. Una economía, pobre como recuerda el nombre de la Sierra, que se desmoronó con la emigración asociada al desarrollo de la gigantesca área metropolitana de Madrid y que se aceleró con la construcción de los cinco embalses del Lozoya (Pinilla, Riosequillo, Puentes Viejas, El Villar y, especialmente con el más extenso, el de El Atazar) que ocuparon las pocas tierras fértiles dedicadas a la agricultura e impusieron las plantaciones de pinos (albar, negral y rodeno) en los montes ocupando buena parte de los mejores pastos.
La agricultura debía extenderse en las laderas de los montes con algo de suelo mediante la construcción de bancales. Cereal (centeno), forrajeras (algarrobas) y plantas textiles (lino) eran los principales cultivos. Hoy tan solo se intuyen las paredes de las terrazas entre los arbustos y prados que hace años colonizaron estas tierras. En las cercanías de los pueblos, irrigados mediante regueras que recogían las aguas desde los arroyos de montaña, pequeños pueblos aún conservan con orgullo la producción de fruta y hortalizas, aunque también muchos hortales están abandonándose.
Muestra de ello son los frutales monumentales que salpican la sierra como el peral de La Hiruela ….
… o el cerezo de la Puebla, apuntalado para impedir su caída ….
Pero la ganadería era el motor económico. Las razas autóctonas de oveja (Rubia del Molar) y de cabra (de Guadarrama) aprovechaban los extenso pastos de estos montes dejando como testimonio un paisaje deforestado y salpicado de tinadas, pequeños corrales de altos muros construidos para guardar los ganados ….
muchas veces concentrados el salientes rocosos para integrar el peñasco en la construcción pecuaria …..
Hoy la ganadería tradicional está muy venidas a menos, aunque hay proyectos en marcha nuevos pobladores para su recuperación. En cambio, es más común encontrar ganado vacuno en régimen extensivo dentro de fincas cercadas con pastor eléctrico o alambre espino.
El bosque fue el otro soporte económico tradicional. En cierto momento, el consumo de carbón vegetal para las calefacciones y cocinas de los hogares madrileños activó su producción a partir de los tallares de roble marojo (Quercus pyrenaica) que se reservaba cada aldea. En La Hiruela se ha recreado una carbonera junto a la dehesa ….
El paisaje vegetal actual es el resultado del manejo tradicional humano del territorio, las intensas repoblaciones de pino iniciadas a finales de la década de 1950 y de los procesos de sucesión ecológica puestos en marcha tras el tremendo éxodo rural que ocurrió simultáneamente.
En las zonas altas, los antiguos centenales están poblados por piornales y otros matorrales silicícolas de montaña, pero mayormente sirvieron para implantar cultivos de coníferas con finalidad de regulación hidrológica (frenar la colmatación de los pantanos) y de producción de madera. Estas plantaciones se extendieron, además en los pastos y cultivos de zonas más bajas (área potencial del marojo) y son actualmente las formaciones forestales más representativas. Sería deseable una gestión que forestal propiciara la recuperación de la vegetación potencial.
Aún así, los robledales aún muestran parte de su antiguo esplendor …..
siendo mayoritariamente de roble marojo (o melojo) …
… en menor medida de roble albar (Quercus petraea).
Corresponde a los tallares de monte bajo que eran dedicados para producir leña y carbón ….
…. y a las dehesas donde pacía el ganado de labor gestionadas mediante escamondas para proveer de forraje (hoja) invernal y de leña para los hogares serranos.
Este modelo tradicional de gestión forestal, que pudimos conocer en las dehesas de La Hiruela y en La Puebla de la Sierra, ha permitido la creación de un conjunto de árboles trasmochos de extraordinario valor cultural, paisajístico y ecológico.
Son árboles robustos y vigorosos …..
conformados por un grueso tronco del que surgen numerosas ramas …
… en ocasiones todas ellas a una misma altura ….
… y en otras con ramas de nacen a diferentes alturas del tronco al ir dejando en el centro alguna rama a modo de prolongación de aquel …
En esta imagen puede verse que la falta de pastoreo está favoreciendo el desarrollo de un matorral de estepa o jara negra (Cistus laurifolius) que tan bien conocemos en los montes silíceos del Jiloca y Campo de Daroca.
Era habitual la poda dejando una rama horizontal o de escasa inclinación (horca) y otra más o menos vertical (pendón) para mantener una zona del árbol con actividad fotosintetizadora que proveyera de nutrientes orgánicos a las raíces y que ya vimos en las hayas de Bértiz (Navarra) y de Aiako Harria (Guipúzcoa).
En nuestro paseo un reclamo inusual nos advirtió de la presencia de un jovenzano de pico menor, una aves forestal característica de estos montes y que nos causó una grata sorpresa.
Ejemplar joven de pico menor (Dendrocopos minor). Foto: Consejería de Turismo de Castilla –La Mancha.
Para nuestra alegría hemos comprobado que aún se mantiene la gestión en algunas zonas realizándose podas para producir leña …..
y por el deseo de prolongar la vida de estos árboles ….
La escamonda se realizaba también sobre otras especies de árboles planifolios como el fresno común….
el abedul …..
el aliso ….
o el arce moscón ….
e incluso en las viejas hayas de Montejo de la Sierra, la joya de la corona para el público madrileño por tratarse de una especie emblemática y por ser uno de los hayedos más meridionales, se aprecian huellas de escamondas…..
o en alguno de los acebos ….
El interés cultural y el valor ambiental de los árboles trasmochos de la sierra del Rincón es impresionante.
Este patrimonio, pensamos que no está suficientemente reconocido entre los gestores, al menos por lo visto en los paneles informativos, en los folletos, en la página de este espacio o en el centro de interpretación de Montejo. Estas dehesas son museos etnobotánicos al aire libre, de docenas y docenas de hectáreas, pero unos museos que reúnen el saber popular de la difícil gestión sostenible de los recursos y que además construyen unos paisajes únicos.
Para aquellos que no terminan de comprender el valor ecológico de estos árboles, solo un dato. Un estudio sobre los coleópteros que viven de/en la madera muerta en el hayedo de Montejo de la Sierra realizado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos dio una estimación de cerca de trescientas especies. Un número superior al de aves nidificantes en la península Ibérica. Los árboles trasmochos ofrecen estructuras propicias para los organismos propios de los bosques maduros, tan escasos en la actualidad, además de abundante madera muerta para su descomposición.
Se están preparando unas jornadas para dar a conocer y para fomentar el manejo tradicional y el aprovechamiento de los árboles trasmochos en esta sierra y que tendrán lugar el próximo otoño. Os mantendremos informados pues merece la pena conocer la sierra y sus espléndidos árboles.
Los valores naturales y culturales de la sierra del Rincón la han hecho merecedora de ser declarada en 2005 “Reserva de la Biosfera”. En esta interesante página se puede encontrar mucha información.
Al dejar la sierra por el valle de la Puebla pudimos ver los montes oscuros poblados por estepares (jarales) ….
jara pringosa (Cistus ladanifer) …
.. que con la compañía de la mejorana (Thymus mastichina) y del cantueso (Lavandula pedunculata) y en plena canícula del mediodía creaban una atmósfera saturada de esencias.
El espectacular anticlinal (en cuyas repisas se ha instalado una colonia reproductora de buitre leonado) y que ha sido abierto por la erosión fluvial y el bosque de galería de sargatillos (sargas negras) …..
….junto a la imagen de golondrina daúrica, que junto a otros dos hirundínidos (avión roquero y avión común) sobrevolaban nuestras cabezas y que nos dejó el sabor mediterráneo de estos ásperos y bellos montes. Poco después, la dejamos al llegar a Robledillo de la Jara, donde las recién creadas urbanizaciones nos recordaron el modelo de ordenación territorial y de desarrollo programado por la administración regional para esta tierra.
4 comentarios:
El peral de la Hiruela segun Arboles Leyendas ViVas tiene 200 años y 4´10 m.de perímetro a 1´30 m. del suelo , nosotros el dia 24-4-09, por lo mas delgado del tronco tinia 3´3 m.
El cerezo de Puebla de la Sierra es conocido por el Cerezo del Puente de las Cabras que segun Leyendas Vivas tiene 120 años y 3,20m.de perímetro ,coincidiendo con nuestra medida el mismo día que el peral ,son los dos árboles de su especie por las dimensiones mas grandes de España.
Impresionante artículo de una zona olvidada que bien merece una visita. Muy instructivo, gracias Chabier.
Oscar S.
Espectacular reporte. Enhorabuena y muchas gracias por compartirlo
Muy buen artículo. Gracias por compartir tu conocimiento sobre esta zona tan impresionante....
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