Al valle del Pancrudo en su tramo próximo a Navarrete del Río yo le llamo el “valle de las tarabillas”. Y es que cuando llega la primavera paso muchas tardes disfrutando de la riqueza ornitológica de estas riberas, que es enorme. Y entre escribanos, trigueros, buitrones, roqueros, oropéndolas, carpinteros, collalbas y un largo etcétera, las tarabillas son las que más se dejan notar, en especial los relucientes machos primaverales.
Macho de oropéndola. Foto: Rodrigo Pérez
Sin embargo, esta historia relacionada con los afloramientos de yesos me lleva hacia otra especie de gran singularidad: La collalba negra. Estaba yo paseando entre las ruinas de las antiguas yeseras un mes de mayo cuando me salió un adulto de esta especie, tan escasa en nuestra comarca, a toda pastilla y en el último momento. Señal inequívoca de que su prole no andaba lejos.
Collalba negra con ceba. Foto: Rodrigo Pérez
Una buena noticia para realzar aún más el valor natural de este tramo del Pancrudo.
Rodrigo Pérez Grijalvo
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