El romanticismo es una corriente cultural de finales del siglo XVIII y principios del XIX que rompe con la estética del neoclasicismo en lo artístico y con la racionalismo ilustrado en lo ideológico. Exalta los sentimientos, la búsqueda de la libertad y, en lo político, fomenta las revoluciones.
En la pintura, se buscan paisajes misteriosos y exóticos, con una fuerte carga dramática. En ellos, se pone en evidencia la supremacía de la Naturaleza sobre la acción del ser humano. De entre los numerosos pintores anglosajones, destacan dos ingleses (Turner y Constable) y un alemán: David Caspar Friedrich.
En la pintura, se buscan paisajes misteriosos y exóticos, con una fuerte carga dramática. En ellos, se pone en evidencia la supremacía de la Naturaleza sobre la acción del ser humano. De entre los numerosos pintores anglosajones, destacan dos ingleses (Turner y Constable) y un alemán: David Caspar Friedrich.
Friedrich es el pintor romántico más conocido en Alemania. Pintó, sobre todo, paisajes montañosos y marinos volcando sus ideas y creencias en ellos. Es habitual la presencia de árboles en dichos paisajes, como en el cuadro "Dos hombres contemplando la luna" (1819) ...
en "La cruz en la montaña" (1807-1808) donde exalta su religiosidad ...
o en "La abadía en el robledal" (1809-1810) ...
En la divisoria de agua entre el valle del río Pancrudo y la rambla de Nueros, azotado por los vientos, sobreexpuesto a la insolación, el viejo Rebollo de la Costera, con sus ramas divergentes, forma una silueta sobre el cielo que recuerda la despeluchada cabeza de algún genio romántico.
Es un árbol trasmocho. Uno de los pocos rebollos trasmochos de la comarca del Jiloca. Muestra indicios de poda bien cerrada en el extremo de los troncos secundarios en que se divide el principal. A las vigas, sin ser muy gruesas, no les echamos menos de cincuenta años. No sabemos qué tipo de aprovechamiento tenía. Tal vez las leñas.
Es uno de los árboles más conocidos en el valle del Pancrudo. Uno de los iconos. En el número 7 de la revista Xiloca, allá por 1991, ya le dedicamos un artículo en la serie (inconclusa) "Contribución al inventario de de árboles monumentales aragoneses: los rebollos de Barrachina".
A Caspar David Friedrich, de haberlo conocido, le hubiera encantado el Rebollo de la Costera.
2 comentarios:
Que bonita y evocadora relación has encontrado. Como me gustaria saber pintar como Friedrich o escribir como los romanticos. Para ensarzar y difundir nuestro paisaje. Me gusta recordar el otro rebollo famoso de Barrachina " el de las ombrias", también referenciado.El cual se ve desde el pueblo, esta situado en la ladera del monte y cuenta con un gran agujero por donde puede pasar una persona. Esta cerca y los últimos años se hace un paseo, familiar. Toda la familia padres, abuelos y niños, se va a merendar y contar historias.... de arboles, del pueblo, de hadas y apariciones.
Un saludo
M.Mar Pérez
Muchas gracias, Mª del Mar. El Rebollo de las Ombrías es también otra maravilla, como algunos de los viejos chopos cabeceros de la rambla de Nueros y de la vega del Pancrudo a su paso por Barrachina, verdaderos monumentos. Un saludo.
Publicar un comentario