Un puente de San Jorge, hace casi un año, nos fuimos a conocer Ibiza. Sin multitudes, sin discotecas, con todos los gremios movilizados para preparar la temporada y con la primavera desperezándose nos acercamos a esa isla. Tan pequeña, tan transformada, tan bonita.
Como no sabíamos prácticamente nada de ella, preguntamos en información turística por alguna ruta senderista que nos permitiera conocer algún acantilado y alguna cala. Portinatx, en el extremo nordeste.
Como no sabíamos prácticamente nada de ella, preguntamos en información turística por alguna ruta senderista que nos permitiera conocer algún acantilado y alguna cala. Portinatx, en el extremo nordeste.
Comenzamos el paseo junto a la cala de Es Portitxol, completamente tomada por hoteles y chiringuitos.
De ahí, arrancaba un sendero que se dirige hacia el faro de Portinatx cogiendo suavemente altura sobre el mar por una ladera rocosa por la que desciende el pinar ....
La senda aproxima a los acantilados. A los pies, el mar en el paraje de Aigua Blanca que hoy está en completa calma. Sin embargo, en esta zona tan expuesta al oleaje, durante las tormentas la erosión litoral debe resultar muy activa. Los desprendimientos, que resultan de la acción socavante en la base de los acantilados, se manifestaban hasta en las partes más altas de estas abruptas laderas.
A escala métrica ...
O a escala hectométrica, originando enormes caos de bloques.
Los estratos calizos buzaban hacia el sur, creando viseras sobre el acantilado y alejándose del mar.
En superficie estas rocas modeladas por las aguas creaban superficies muy ásperas y fisuradas. Más que un lapiaz parecía un malpaís volcánico. Sobre estas laderas poco expuestas a los temporales, crecían las olivardas y poco más ...
En superficie estas rocas modeladas por las aguas creaban superficies muy ásperas y fisuradas. Más que un lapiaz parecía un malpaís volcánico. Sobre estas laderas poco expuestas a los temporales, crecían las olivardas y poco más ...
Poco a poco fuimos alcanzando la punta des Moscarter, la zona más septentrional de la isla. Y, junto a ella, el faro de Portinatx, que se levanta airoso sobre el peñasco sobre el suelo.
Cincuenta y dos metros sobre su base y algo más de ochenta sobre el mar.
Este faro reciente fue levantado en 1975. Está completamente automatizado, por lo que no hay vivienda para el farero. Cuando observas la activa erosión de la costa y la proximidad del faro al borde del acantilado, te preguntas por su estabilidad y su duración en el tiempo.
Seguimos avanzando por el borde del acantilado dejando el faro tras nosotros. Y seguimos encontrando indicios de desprendimientos. Los estratos de arcilla que se intercalan entre los de caliza, al empeparse tras lluvias copiosas, deben actuar como superficies de despegue favoreciendo el deslizamiento al disminuir la fricción entre los materiales.
El sendero desciende y acerca, poco a poco, a la línea de costa entre los peñascos.
Las aguas que se recogen en los temporales de lluvia y que no se infiltran en las calizas se organizan en arroyos temporales que desembocan en el Caló de Ponent, al resguardo de la Punta des Gat. Bidones y troncos traídos por el oleaje se mezclan con los cantos calizos mal rodados tras su corto y tumultuoso viaje.
Las calizas tenían vetas de calcita pura y en algunas grietas formaban geodas.
El sendero llanea por la rasa litoral de la Punta des Gat ...
... y accede a una de las zonas más hermosas de la ruta.
Se trata de una suave ladera de unas calizas muy meteorizadas que acumulan arcillas de decalcificación en sus depresiones, a modo de rocalla. Hay una magnífica población de un limonio, cuya especie desconozco. Los limonios son plantas propias de ambientes salobres que tienen una gran tendencia a diversificarse formando especies de distribución muy restringida, por lo que muchos son endemismos, casi siempre, de óptimo iberolevantino. En este caso, el acceso de los aerosoles de agua de mar aporta la salinidad que limita a otras plantas intolerantes al cloruro de sodio. Es una comunidad, prácticamente, monoespecífica.
Al doblar la Punta des Gat aparece a la vista la Punta Sa Penya quedando ambas conectadas por un escarpe de escasa caída ...
Es una zona muy venteada, las sabinas negrales y los pinos carrascos que están cerca del escarpe prácticamente no levantan del suelo ...
Entre los peñascos, al abrigo del viento y de la salpicadura del aerosol marino, empieza la floración de los caméfitos o geófitos ...
A través de la maquia seguimos por el sendero en paralelo a la costa. Pino carrasco, romero, brezo, lentisco, tomillo, sabina negral, coscoja formaban un matorral alto ...
Y, tras una revuelta, nos asomamos a la pequeña bahía en cuyo fondo se ocultaba la Cala d'en Serra ...
Y, a nuestra espalda, el mar abierto más allá de la Punta d'en Serra, brillante y pacífico en aquella mañana de abril ...
Seguimos por el sendero a través del pinar y sin perder altura hasta asomarnos a la cala. Un par de playicas de cantos rodados de caliza quedaban cerradas por unos cantiles y por grandes bloques desprendidos.
Sobre ella, una muestra del urbanismo turístico habitual en la isla, supusimos que algún hotel con algún problema legal pues estaba completamente abandonado ...
Bajamos a la playa. Algunas parejas tomaban el tibio sol de aquella tarde de abril. Aún nos animamos a bañarnos.
El agua estaba muy clara y muy fría. O al menos a nosotros así nos lo pareció. Y bien que lo lamentamos aquel baño, pues el catarro posterior fue de los buenos.
Los peñascos sumergidos era todo un mundo de organismos bentónicos como las anémonas ...
los erizos de mar ...
las algas pardas y rojas...
o las pequeñas medusas ...
Tras un pequeño escarpe había una pequeña playa completamente natural. Realmente era la desembocadura de un barranco, con su lecho de cantos rodados de caliza blanca colonizados por siemprevivas, que estaban en plena floración ...
Cuando se acentúa la influencia del salitre marino predominaba el hinojo de mar ...
En las zonas donde el oleaje se frenaba flotaban restos de plantas acuáticas ...
que también se acumulaban en la propia playa ...
En definitiva, una playa viva en la que los procesos naturales se producen sin perturbación.
Al menos, en aquel mes de abril ...
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