Cuando el río Jiloca abandona los amplios llanos de su tramo alto y se interna entre las pizarras paleozoicas el valle se estrecha y las laderas se inclinan. Esto ocurre desde Luco de Jiloca hasta Villafeliche. Es un paisaje diferente. Vegas pequeñas, antaño cubierta de frutales y ahora cultivadas con panizo y choperas de canadiense, indicios ambos del abandono del medio rural. Los campos de secano tampoco son muy extensos, tuvieron un no lejano esplendor con sus viñedos en un tiempo en el que los pueblos estaban completamente llenos. Hablamos de localidades como Burbáguena, Báguena, San Martín del Río, Villanueva de Jiloca, Manchones, Murero o Val de San Martín.
Las laderas de este tramo del valle presentan muchas antiguas parcelas agrícolas que han sido abandonadas hace decenios por su escasa rentabilidad. Hoy, un herbazal de lastón salpicado por tomillo y aliaga tapiza las tierras desnudas y prospera ahora que las ovejas desaparecen del paisaje.
En el otoño esta comunidad vegetal adquiere un tono marrón grisáceo que enmascara ligeramente el pardo de las arcillas y de las pizarras. Así continuará durante meses hasta que mayo reverdezca estos cerros.
Sin embargo, entre octubre y noviembre, durante unas pocas semanas, un arbusto hasta el momento desapercibido vira el verde oscuro de sus hojas hacia un rojo intenso poco antes de caer con los primeros hielos: es la zumaquera (Rhus coriaria).
Hojas e infrutescencia de zumaquera. Foto: Rodrigo Pérez
Este arbusto, propio de Oriente Próximo y del Mediterráneo oriental, fue extendido desde muy antiguo mediante cultivo por su riqueza en taninos en muchos países del sur de Europa llegando hasta la península Ibérica. En Aragón es escaso y puede encontrarse en enclaves supramediterráneos algo menos fríos de la cordillera Ibérica, sobre sustratos silíceos. Las poblaciones actuales son asilvestradas y proceden de cultivares abandonados. En el Jiloca, parecen mantenerse, a diferencia de lo que ocurre en Andalucía, donde están en retroceso.
El uso como curtiente debió de ser muy importante en el pasado y parece el origen de su presencia en el Mediterráneo occidental. En Marruecos aún es muy empleado para preparar el cuero, aunque en el Jiloca desconocemos la importancia de esta industria en el pasado. En Turquía, Irak o Jordania tiene además un uso culinario pues se aprovechan los frutos maduros para condimentar ensaladas, pescados o carnes concediéndoles un sabor agridulce.
Esta planta exótica instalada en el Jiloca nos habla de otras tierras de climas áridos y fríos situadas al otro extremo de la cuenca mediterránea. Países con los que compartimos paisajes y culturas. Es un complemento oriental al mudéjar de nuestras torres.
3 comentarios:
Hace una semana también vi bastante zumaque en las laderas del valle del Isuela, desde Purujosa hasta Tierga. En esa zona llega a aparecer en zonas muy altas muy inaccesibles, desde cantiles rocosos cercanos a la carretera hasta canchales en fondo de barranco (donde parece que es donde mejor se desarrolla). Por allí también lo empleaban antaño según me comentaron.
Por el Jiloca yo diría que está en plena expansión, hace años no se veía tanto, ¿no?
En la Comarca de Cuencas Mineras existe una nutrida representación en Peñarroyas, pedanía de Montalbán, lugar que si no conocéis recomiendo ya que, como su nombre indica es un paisaje "rojo" (areniscas) con pinares de rodeno y una gran riqueza además en edificaciones tradicionales relacionadas con la agricultura y la ganadería.
Olga
Se destaca la transformación del paisaje y la presencia de la zumaquera como una planta exótica que agrega un toque oriental al entorno del río Jiloca, sugiriendo una conexión entre el paisaje y las culturas de tierras lejanas.
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