Hace unas semanas recorríamos el valle del Alfambra. Junto a la carretera encontramos un bosquete de viejos cabeceros, un antiguo descansadero de ganados. Estaba cayendo la tarde y ya hacía el frío de esos atardeceres de cielos rojos, tan propios del Teruel profundo. Algo nos llamó la atención. La luz no era buena pero quisimos recoger el testimonio.
En el prado había un escarbadizo. Al lado, unas patatas y unos membrillos.
Muy cerca, junto a unos troncos caídos, pero bien visible había una garrafa de plástico ….
…. que contenía aceite usado.
Algo más allá, sobre un enorme cabecero caído, había unas tablas clavadas a modo de asiento. Nada casual.
En este escenario, ¿quién era el artista invitado? Imaginamos que ….. el jabalí.
Fotografía tomada de Santiago Muñoz
Cualquiera que conozca los pueblos sabe de las andanzas de los furtivos. El monte es muy grande y la soledad por estas tierras es una realidad.
Lo que sorprende es la impunidad con la que actúan.
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