Revista de observación, estudio y conservación de la Naturaleza de las Tierras del Jiloca y Gallocanta (Aragón)
Natura xilocae
domingo, 30 de septiembre de 2012
EL MARAVILLOSO MUNDO DE LA MIGRACIÓN DE LAS AVES, EN DIRECTO
jueves, 27 de septiembre de 2012
ALBADA EN CALAMOCHA
Gypsophila struthium L. es una planta que forma parte de la familia Cariofiláceas. Es un endemismo de la península Ibérica. Tal como alude el nombre genérico, crece sobre sustratos yesosos formando parte de ambientes degradados, secos y soleados. Existen dos subespecies. G.s. subsp. struthium, habita en el centro, este y sur de la península y G.s.subsp. hispanica que lo hace en el nordeste. Esta subsepecie, que algunos autores dan el rango de especie bajo el nombre de Gypsophila hispanica Willk., es una planta muy conocida en Aragón, sobre todo en el valle del Ebro, donde recibe el nombre de albada o hierba jabonera, por emplearse las cenizas de sus raíces en la fabricación de jabón. Creo recordar que Eugenio Monesma dedicaba un programa de la serie “Oficios perdidos” al uso popular de esta planta.
Es un arbusto que tiene una base leñosa y retorcida, del que surgen unos vástagos finos y alargados que casi alcanzan el metro de altura. Tiene las hojas lineares, algo carnosas y carentes de vellosidad. Las flores se agrupan en cimas con forma de corimbo que tienen largos pedicelos.
Albada en plena floración. Foto: José Quiles
Son pequeñas y tienen cinco pétalos blancos muy delicados.
Flores de albada. Foto: José Quiles
Es una planta cuya flor resulta familiar por que otra muy parecida (del mismo género) acompaña a algunos ramos de claveles.
La albada es una planta muy interesante por su adaptación a las condiciones ambientales difíciles. Es propia de los aljezares, ambientes con elevadas concentraciones de sulfato de calcio, condición que resulta intolerable para muchos vegetales. Soporta además la escasez de precipitaciones y la intensa insolación, por lo que forma parte de los matorrales que pueblan terrenos yesosos, abiertos y algo degradados, aunque también lo hace sobre sustratos margosos y arcillosos, más o menos nitrificados por el paso del ganado.
Como muy bien apunta nuestro amigo Lygeum, por su aportación al paisaje ha sido seleccionada por los botánicos para denominar a las comunidades de plantas gipsícolas de los ambientes continentales de la península Ibérica. (Gypsophiletalia). Comunidades, por cierto, que están considerados de interés prioritario en el marco de la Unión Europea por su singularidad.
En Aragón muestra la siguiente distribución geográfica:
Fuente: Flora de Aragón
Se extiende por el valle del Ebro por donde asciende por la parte baja del Martín y del Guadalope, así como en el eje Alfambra-Turia, el valle del Jalón y el Somontano de Barbastro. No lo conocíamos en nuestra comarca donde lo he buscado sin éxito en el valle del Pancrudo, territorio en el que debería formar parte de las comunidades gipsícolas que viven entre Navarrete del Río y Torre los Negros.
A finales de agosto salí a dar un paseo matutino por el camino que une Calamocha y El Poyo del Cid. Este vial, hace unos años asfaltado, es el límite entre las margas blanquecinas (origen del antiguo topónimo Albónica) que se extienden hacia el camino de Bañón y la vega del Jiloca con sus limos cuaternarios.
Es también un límite ecológico, entre la huerta del fondo del valle y los secanos de las lomas y cabezos, aunque buena parte de estos han sido puestos en regadío.
Esta margas son el hábitat de una comunidad de plantas tolerantes a sustratos ricos en sales y nitrógeno, intensa iluminación y ambientes secos. El ajenjo es una de las plantas más representativas, aunque el empleo –y abuso- de purines en los campos próximos favorece a los bledos, cenizos y capitanas.
Junto al camino hay un paraje donde afloran unas tobas calizas ….
…. que al tener mayor competencia que las margas forman unos resaltes que resultan muy familiares a los abundantes paseantes que recorren este paraje.
Al aflorar rocas duras, la reja del arado ha respetado una pequeña banda de terreno en la que crece la vegetación espontánea, adaptada al pisoteo del ganado que la recorre formando pequeños caminos….
…pero menos afectada por las rujiadas habituales de la cuba de purín.
En una ladera de ese pequeño escarpe, ahí estaba la albada. En plena floración, como corresponde a la época en la que estábamos (finales de agosto y primeros de septiembre) para esta altitud.
La población de plantas en floración no superaba la docena, aunque había ejemplares de menor talla sin vástagos florales.
Planta joven creciendo junto a la hierba sapera en el propio cantil
Le acompañaban otras plantas gipsícolas como la hierba sapera (Herniaria fruticosa) …..
… o la alharma (Peganum harmala) también con la flor pasada …
Estos parajes, de discreta extensión y en con condiciones ecológicas de transición (el sustrato no es un aljezar sino limos algo salinos) mantienen poblaciones aisladas que sortean las imprevisibles presiones ambientales.
Así, pues, ahora sí que podemos decir que Gypsophila hispanica Willk. tiene una población en el valle del Jiloca. La tenía casi en la puerta de casa….. y solo ha hecho falta un paseo relajado para dar con ella.
domingo, 23 de septiembre de 2012
NOGUERAS EN GODOS
Hace unos días estuve recorriendo los campos de Godos. Este pueblo, situado casi en la divisoria de aguas entre las ramblas del Pinar y la de Nueros (o río Pelarda), quedando dispuesto en la solana de esta sierra. Son campos de secano, bien organizados en bancales con vegetación herbácea para resolver el desnivel, reduciendo la erosión y aumentando la infiltración. Pegando al monte, en los ribazos se han conservado los rebollos formándose un paisaje característico. Sería una pena que en las concentraciones parcelarias se eliminaran estas pequeñas bandas de vegetación natural, por los beneficios ambientales que suponen. También hay algunos huertos, muchos menos que antes.
No me sorprendió encontrar nogueras, tanto en el secano como en los hortales, a pesar de la altitud y lo incierto de sus cosechas. Alguna, incluso, mostraba el característico fajo de centeno atado en el tronco que suele ponerse la noche de San Juan (o alguna próxima) por la creencia de que las nueces no así se van a agusanar.
Lo que sí que me llamó la atención fueron las recientes plantaciones de nogueras en los márgenes de los campos. Incluso pude ver como en algún caso les llevaban agua para ayudarles a sobrellevar ese julio tan seco. Cuando se observa tanto abandono en los campos, esta pequeña pero decidida iniciativa muestra optimista una visión de pensar en el futuro.
Y preparándose para el calentamiento climático y los tiempos que corren, se buscan soluciones para aportarles algo más de agua a las jóvenes plantas, para reducir la competencia por el agua que hacen las hierbas que allí crecen y para disuadir a los corzos –o ganados- el comer los brotes en esta fase tan delicada.
Vemos como rápidamente se adaptan los nuevos materiales, realmente se reutilizan con otros usos y mucho ingenio. Se cava la ladera haciendo dos regatas para dirigir la escorrentía hacia la joven noguera….
…o incluso haciendo un tercer apoyo con superficie ondulada de cubiertas ….
Esta permanente adaptación a los cambios es lo que caracteriza a nuestra especie. Vemos un ejemplo más.
A las nogueras y las nueces de nuestra zona ya les dedicamos otro artículo que puede consultarse pulsando el enlace.
viernes, 21 de septiembre de 2012
UN CORTO VIAJE
miércoles, 19 de septiembre de 2012
CAMINO DE LOS CORPORALES DE DAROCA, 2012
Parecía ya que las vacaciones calamochinas iban a terminar este año interrumpiendo la costumbre iniciada sólo un año antes, de realizar una peregrinación a los Corporales de Daroca desde la iglesia parroquial de Calamocha. Todo se había puesto en contra, hasta mi fiel sobrino Chabi llevaba este año entre manos cosas más importantes que este modesto Camino.
Pero en la tarde del martes 21 de agosto, de repente, decidí hacer yo solo el Camino de los Corporales de Daroca, precisamente para las 7 de la mañana del día siguiente. Era el último de mi estancia veraniega en Calamocha. La hora vino marcada porque el año pasado llegamos a la meta muy mal por el tremendo calor del mediodía. Pero, a la hora de levantarme comprobé horrorizado que a las 7 era casi de noche … Al final volví a ponerme de camino a las 8 de la mañana, cuando entraban a trabajar en el Ayuntamiento de Calamocha los primeros empleados.
La mañana de momento es fresquita, pero con paso ligero pronto me doy cuenta que volveré a pasar mucho calor en el viaje. Llevo lo justo, buen calzado, pantalones largos frescos, camisa de manga corta, gorra, bastón de olivera y una pequeña mochila con un almuerzo, botella de agua y unos planos que me deja mi hermano Chabier para no perderme a la salida de Báguena, como nos ocurrió el año pasado.
Rezo las oraciones de la mañana al pasar frente a la iglesia de Calamocha, y enfilo rápido por los Pardos y el Salobral hasta la ermita de la Virgen del Rosario. El camino deja en la Íñiga la riera para situarse por encima de la antigua vía del ferrocarril, justo entre la vega y el monte. En la zona de Entrambasaguas cuando confluye el Pancrudo en el Jiloca, la vereda vuelve a la sombra de los chopos y nogueras entre el rumor del Jiloca que baja bueno de agua este año de tanta sequía.
Únicamente me encuentro algún paseante madrugador y un caracolero con su cosecha en bolsa de plástico. En hora y cuarto llego a Luco de Jiloca de donde proceden mis dos abuelas y, como voy solo, decido rezar un misterio del Rosario al llegar a cada pueblo. Así no se hace tan monótono el trayecto, ni tan aburrido el Rosario.
En una hora más estoy en Burbáguena, donde acaban de comenzar las fiestas a juzgar por el cartel que lo anuncia y las banderitas que cuelgan. Un poco antes me como media docena de ciruejos negros que tomo de un campo junto al Camino. Están en su punto. Ya hay unos cuantos tertulianos en la fuente del Molino que hablan, cómo no, del calor que se espera. Sigo ligero pues en la próxima parada de Báguena tengo control de avituallamiento.
El almuerzo del bar de Báguena
Son poco más de las once de la mañana y llevo tres horas andando. Después de pensarlo bien, decido dejar en la mochila el almuerzo casero y tomar uno potente en el bar. Sabia elección. Lo hago en el bar céntrico que hay junto a la Rambla Arguilay y frente al edificio del Ayuntamiento. El bar de toda la vida. Pienso en un bocadillo de jamón de la tierra, pero finalmente opto por ir a lo seguro. Le pido a la amable encargada un par de huevos fritos con algo de acompañamiento.
Es lo mismo que pedí el año pasado, y que luego maldije por su poderío calórico en la torridez del mediodía. Es igual, en estos momentos sólo pienso en el hambre que tengo.
A los aficionados a las guías gastronómicas tipo Michelín o Campsa, les vendría muy bien darse una vuelta por el bar de Báguena para que aprendieran de los restauradores clásicos de pueblo. Tomen nota: dos huevos fritos perfectamente hechos en sartén, dos tajadas de panceta de cerdo que atravesadas por la diagonal del plato forman una cruz que sobresale a ambos lados del plato, un pimiento de la huerta del Jiloca de casi idénticas dimensiones, dos tronchos de chorizo y un buen montón de patatas fritas. Pan del día de un horno decente.
Para beber, vino “Puerta Baja” de la cosecha del año de la Cooperativa de Daroca, fresco y bueno. Aunque debo confesar para escándalo de somelieres, que lo bauticé generosamente con gaseosa. Era cuestión de rebajar calorías, pues quedaba lo más duro del Camino. Todo ello por el modestísimo precio de seis euros, incluido el cortado final, por supuesto, y la amabilidad de la auténtica gente de pueblo.
La señora debió verme con hambre, y cuando voy a pagar me pregunta qué tal he comido. Le confieso que no he podido con las dos tajadas de tocino ni con uno de los dos chorizos, y que, previsoramente me he guardado con parte del pan para más adelante. Inmediatamente me ofrece papel de aluminio para guardarlo convenientemente. Lo dicho de la amabilidad y del trato familiar.
Teruel es vegetal, Zaragoza es mineral
En media hora despacho el almuerzo y me pongo de nuevo al Camino, justo en el lugar donde el año pasado nos perdimos y acabamos marchando por la antigua vía del tren. Hasta ahora hemos ido siguiendo los hitos y marcas de los caminos de la Vera Cruz y de la Ruta del Cid, es terreno que conocemos bien y que no nos ofrece dudas. La cosa cambia a partir de aquí. La noche anterior había repasado bien el itinerario con Chabier, que me deja dos mapas muy detallados. Según los mismos el camino discurre ahora en los límites entre la vega y el monte, pero más hacia este último, siguiendo las mismas balizas que marca el sendero GR-160.
Nada más salir de Báguena encuentro enseguida el camino correcto, no como el año pasado que nos tocó desandar un kilómetro largo. Hay algunas sombras amables de momento, pero a medida que asciende el Sol las sombras empiezan a desaparecer. Con envidia contemplo que se alejan los chopos de la riera. Se apaga pronto el ruido del agua del río.
A partir de ahora la música es de cigarras.
Recuerdo perfectamente donde nos perdimos el año pasado camino de San Martín, pero esta vez no me dejo seducir por el río al que me quiere llevar una senda, y sigo la ruta marcado en el mapa aunque se adentre en el monte en dirección aparentemente contraria a la de Daroca. Es una zona de minas de arcilla.
Llego así a San Martín y, cuando todo parece controlado, me pierdo otra vez. ¿Se han dado cuenta que a los encargados de marcar estos itinerarios se les suele acabar la pintura justo en las encrucijadas más importantes? Maldigo su ahorro o su comodidad en el manejo de la brocha señalizadora.
De nuevo es el atractivo del río quien me hace terminar otra vez en la vieja vía, llena por completo de hierbas de más de un metro de altura. Manejo el bastón como Tarzán el machete en la jungla. Menos mal que Villafranca está muy cerca y allí retomo el camino correcto. Paso por el pueblo donde una lápida en una fuente recuerda que allí nació uno de los grandes médicos de la Edad Media española, Arnau de Vilanova, cuya patria se atribuyen también en Valencia y Cataluña. Firma el rótulo el Ateneo de Zaragoza, y yo veo allí la mano anónima del médico ateneísta zaragozano Fernando Solsona.
Queda el empujón final hasta Daroca. A lo lejos se ven sus torres y murallas, pero son muy mentirosas. Parecen estar cerca pero aún quedan lejos. Estamos en plena canícula agosteña del mediodía, todo es polvo, sudor y alguna escocedura. Para colmo el Camino se empeña en desviarse hacia el monte de Castejón de Tornos, o eso me parece a mí. Llego a poco más de un kilómetro de Valdeorna. Por fin doblo a la derecha y enfilo ya la Ciudad de los Corporales. Lo único que destaco son dos pequeños colmenares de obra o arnales que hay en esta misma rambla.
En estos momentos reniego de los 27 kilómetros que teóricamente separan a Calamocha de Daroca por la carretera general. Ni uno menos de 30 estoy seguro de llevar sobre mis piernas. Invito desde aquí a algún grupo ciclista que haga este mismo trayecto para que nos saque de dudas. A ver si se anima la Peña de los Jesuses de Calamocha con sus bicicletas de montaña. Ya lo saben los Rodrigo y Nieto, los Pepes Lucas y Cerillas, así como Ramiro.
Entro por fin en Daroca por la antigua estación de tren y sigo cruzando las huertas y el río Jiloca. De nuevo vuelve a mi memoria la novela de Ildefonso Manuel Gil “Juan Pedro el dallador”, ambientada en su Pinarillo darocense con su trasfondo antirracista. La Fuente de los Veinte Caños me permite tirar el resto del agua caliente de la botella que traigo, lavarme y refrescarme. Es estupenda esta agua, aunque un cartel se empeñe en no garantizar su salubridad. La gente afortunadamente no le hace caso. Ante mí para un coche de línea, baja el conductor y llena allí mismo su garrafa.
Entro por la Puerta Baja y enfilo la basílica de Santa María de los Corporales. Son las dos y cuarto del mediodía y está cerrada. Me detengo sobre todo en la Puerta del Perdón, donde el P. Faci narraba la milagrosa presencia de una pequeña colmenilla o enjambre de abejas que nunca molestaba a los peregrinos ni a los darocenses. No hay rastro de la misma.
Viene mi hijo Pepe a recogerme desde Calamocha. Bendito San Cristóbal motorizado. Estoy tan cansado que no tengo ganas ni de fotos. Cuando vuelvo con el frescor del aire acondicionado del coche, repaso el mismo camino que hace un rato he hecho a la inversa. Recuerdo el frescor matutino de la riera de Luco, el Jardín del Edén, y lo comparo con la Fragua de Vulcano del secarral de Valdeorna. La evocación me lleva a mi infancia por estas mismas tierras maternas de Retascón, Daroca, Manchones y Murero. Aquellas caminatas bajo tórrido sol de agosto, andando, en carro o en burro, que tan inhóspita y mineral me hizo ver siempre las tierras de la provincia de Zaragoza.
Las de Teruel, sin embargo, serán mucho más pobres, sí, pero parecen más benévolas y vegetales para el caminante.
Segorbe, 23 de agosto de 2012. II Año de mi personal Camino de los Corporales de Daroca
José María de Jaime Lorén
domingo, 16 de septiembre de 2012
¿CIGÚEÑAS BLANCAS ALEMANAS?
Tengo la impresión de que durante los últimos años se está incrementando el paso migratorio postnupcial de cigüeña blanca por el valle del Jiloca. Pienso que no hay series de datos registrados sobre observaciones de temporadas anteriores. Es posible que antes pasaran igualmente por nuestra zona pero que hoy en día haya más observadores. No sé.
El hecho es que a finales de verano ya se dejaron ver las primeras avanzadillas.
Ricardo Alonso observó una cigüeña blanca posada sobre la torre de iluminación del campo de fútbol de Calamocha al atardecer del 21.08.2012 y nos envió esta imagen tomada desde la piscina:
Antonio Torrijo a su vez observó la madrugada del 31 de agosto un bando de 67 cigüeñas blancas que habían pasado la noche en la localidad de Villafranca del Campo.
En una línea eléctrica próxima encontró dos cigüeñas blancas muertas por colisión.
Cuatro de las aves que descansaron en Villafranca venían anilladas por lo que leyó los datos y los envió a varias centrales de anillamiento europeas. A los pocos días, recibió noticias del Max Planck Institut für Ornithologie de Radolfzell (Alemania) noticias de dos de ellas. Una había sido anillada en 2004 como pollo en Südbagen-Friburgo (al suroeste de Alemania, pero muy cerca de Francia y de Suiza) y desde entonces había una larga serie de lecturas correspondientes a los pasos en Cádiz, así como en Zurich (Suiza), donde parece haberse instalado. La otra también fue anillada como pollo en la misma localidad pero en 2010, siendo la de este Antonio la primera observación registrada desde entonces.
Unos días después, la tarde del cinco de septiembre, Ricardo Alonso registró más de 50 cigüeñas blancas volando alrededor de la de la torre de la iglesia de Calamocha.
Antonio Torrijo, siempre al quite, pudo fotografiar algunas esa misma tarde sobre el rótulo del Hotel Lázaro….
… o sobre la antena de Telefónica ….
Al amanecer siguiente contó 97 ejemplares descansando distribuidos en varios emplazamientos repartidos por el pueblo….
… llegando a leer anillas en trece ejemplares….
…. cuyos datos envió al Institut für Vogelforschung para intentar conocer su lugar de marcaje y aportarles recíprocamente información sobre la ruta migratoria. A las 11 horas de la mañana, cuando ya se habían formado las corrientes térmicas en el aire, las cigüeñas continuaron su vuelo hacia el sur.
¿De dónde pueden proceder estos bandos de cigüeña blanca que anualmente vienen atravesando el valle del Jiloca al final del verano?
El año pasado en esta bitácora dedicamos un artículo al tema (empieza a ser un clásico, ay las cigüeñas que poderosa fascinación nos ejercen a las personas) comentando la observación de un fenómeno similar el día 09.09.2011. Pues bien, a partir de los datos de las anillas leídas por Antonio el citado centro alemán de estudio de las aves contestó aportando datos de dos de ellas.
Una había sido anillada (7X 429) como pollo el 27.05.2010 cerca de estos humedales y de un cercano río Hävern
situados en la zona de Petershagen Detmold (entre Hannover y Bremen), Alemania Lat.: 52,42556 (+52°25'32,0'') Long.: 9,00000 (+09°00'00,0'')
La otra (7X 692) fue marcada igualmente en el nido pero el 19 de mayo de mismo 2011 (joven del año) algo más al sur en Ranstadt Darmstadt (cerca de Frankfurt), Alemania. Lat.: 50,36742 (+50°22'02,7'') Long.: 8,96792 (+08°58'04,5'').
De las otras anillas, no se tienen noticias.
Así pues, algunas de las cigüeñas blancas que atraviesan nuestra comarca durante estas semanas han nacido y dado sus primeros vuelos sobre los tejados de los pueblos de Alemania.
¡Cuantos y qué variados paisajes conocerán estas aves hasta llegar a las sabanas africanas! ¡Cuántos y qué variados peligros les acechan en dichos viajes!
Por cierto …. ¿tienes alguna otra observación de cigüeña blanca durante este final de verano en nuestros pueblos? Anímate y cuéntanoslo en un comentario.