Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 2 de junio de 2013

LA GESTIÓN DE LOS TALLARES MADUROS: UNA OPINIÓN PARA EL DEBATE

La vegetación original de los montes del Jiloca y del Campo de Daroca estaría mayoritariamente compuesta por bosques de carrasca (Quercus ilex), en las zonas más secas y de peor suelo, y de rebollo (Quercus faginea) y marojo (Quercus pyrenaica), en las zonas más frescas.  La ocupación humana de estas tierras fue acompañada de talas, roturaciones e incendios con el fin de conseguir tierras de labor y pastos. En la actualidad los únicos vestigios forestales de los bosques primarios que pueden encontrarse son tallares de aquellas planifolias, es decir, las masas formadas por rebrotes de cepa sometidas a periódicos turnos de corta que producen ciertas especies arbóreas, como le ocurre a las pertenecientes a la familia Fagáceas.

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El ser humano aprovechó desde muy pronto esta cualidad. Para proveerse de leña para los hogares y pequeñas industrias locales, así como para producir carbón vegetal para la venta, cada pueblo reservó dentro de su término algunos parajes en los que los carrascales, rebollares o marojales no llegaron a desaparecer, manejándose con turnos de corta de quince o veinte años, en muchos casos, en forma de cuarteles. Estos tallares eran el almacén de leña de la comunidad aunque también los había privados.

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Estos extensos arbustedos han sido durante décadas los últimos ambientes forestales en la mayoría de los términos municipales, hasta que alcanzaron desarrollo los fustes de los pinos plantados en la segunda mitad del siglo XX. Eran sistemas muy inestables, poco maduros, ya que los turnos cortos de corta dificultaban la entrada y conservación de las especies de hongos, plantas e insectos propios de las fases maduras de estos bosques. Su función creadora de suelo también estaba muy limitada, al desaparecer el dosel protector cada pocos años quedando el escaso mantillo al descubierto, vulnerable ante las tormentas.

Hoy el aprovechamiento de leñas ha decaído tras el éxodo rural y el uso de otros sistemas de calefacción doméstica. Los tallares van madurando. Pies más gruesos y más altos, mayor cobertura de suelo, mayor sombreado del estrato herbáceo, masas más cerradas, suelos más humíferos, creación de microclimas húmedos y atemperados bajo la copa que favorecen a las especies propias de las etapas más maduras de la sucesión ecológica del bosque ….

Lo pudimos comprobar este largo otoño con la riqueza de hongos forestales en los carrascales.

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O la de plantas herbáceas delicadas que necesitan buenos suelo y un ambiente nemoral, como la prímula (Primula veris)….

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o la celidonia menor (Ranunculus ficaria)….

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Los tallares de marojal son escasos en nuestras comarcas ya que esta fagácea tiene una reducida área de distribución, al exigir suelos silíceos y precipitaciones superiores a los 550 mm anuales. Encontramos al marojo en Sierra Menera, las umbrías de Valdelacasa (Gallocanta) y sobre las rañas de las sierra de Pelarda y de Cucalón.

Hace unas semanas recorríamos el monte de El Ortigal (Olalla). Es uno de los marojales de mayor extensión y desarrollo de la contornada ya que prospera sobre unos terrenos sueltos, frescos y de suaves relieves, algo poco habitual.

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Ese día los prados y el bosque estaban saturados por las lluvias y nieves invernales, los arroyos corrían con alegría, la primavera entraba con prudencia en estas tierras altas … ajenas a las nevada que estaba por llegar cuatro días después.

Conocimos hace unos años este marojal y desde entonces nos gusta recorrerlo y mostrarlo por ser uno de los enclaves forestales más interesantes de la comarca. Este invierno ha habido cambios, periódicos, pero cambios para como lo conocíamos. Se ha realizado un aprovechamiento de leña….

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por toda una amplia ladera, con zonas más abiertas …

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y otras con más pies conservados …

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en las que se han cortado fustes que ya tenían un buen grosor y edad….

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… y edad.

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En definitiva, lo que se hizo en el monte del Ortigal no es más que continuar el manejo tradicional para aprovechar un recurso natural y renovable como fuente de energía (biomasa). Es decir, la gestión que ha llevado desde hace décadas, tal vez siglos, y que ha mantenido esta masas hasta nuestros días.

Esta primavera las cepas brotarán produciendo múltiples rechizos. Con los años se seleccionarán quedando unos cuantos palos por tocón. Los pies conservados, tomarán ventaja al reducirse la competencia y prosperarán, tal vez alcanzando el porte arbóreo que ahora no tiene.

El marojal de El Ortigal de Olalla está incluido en el Catálogo de Bosques Singulares de la provincia de Teruel confeccionado por el Departamento de Medio Ambiente. Su estado de valoración se califica como “Muy Bueno” destacando como valores la población de avellano (Corylus avellana), muy escaso en las sierras del entorno y todavía más habitando dentro de un marojal.

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Por otra parte, sería conveniente ir pensando en crear una red de bosquetes bien conservados en los que se garantizara su conservación favoreciendo el proceso de sucesión ecológica hacia estadíos de mayor madurez. Estas reservas de biodiversidad ejercerían como puntos de difusión de especies hoy aún escasas hacia zonas menos conservadas del entorno. No se necesitaría nada más que dejarlas tranquilas. Tal vez podrían explorarse fórmulas de gestión tipo custodia del territorio con los propietarios, que suelen ser los ayuntamientos, o en algunos casos fomentar su conocimiento, sobre todo entre los vecinos.

Los bosques –más bien bosquetes- singulares de estas tierras suelen tener dimensiones modestas. Hay otros muchos montes con carrascal o rebollar de menor valor ecológico que también son susceptibles de aprovechamiento de sus leñas. Por no  hablar de los amplísimos pinares de repoblación en los que el aclareo es imprescindible y cuya madera podría ofrecerse como leña para los vecinos en tiempos en los que el precio del gasoil sigue creciendo.

La idea fundamental es que la cosecha de biodiversidad en estos montes es más valiosa que la de madera.

3 comentarios:

Fer dijo...

El año pasado también hablamos el tema en este artículo http://naturaxilocae.blogspot.com.es/2012/04/una-suerte-en-el-rebollar-de-torrecilla.html y es que la gestión de este tipo de montes es complicada, ignoro si esas actuaciones han sido planificadas dentro de algún plan de gestión o son trabajos que realiza el ayuntamiento, o vecinos... lo ideal es que todas las masas forestales, fuesen terreno público o privado, estuviesen de alguna forma ordenadas y formasen parte de un ente más global, los PORF (planes de ordenación de recursos forestales).

El monte bajo que cubre nuestros montes debería ser así por pura gestión forestal, pero no por la ausencia de la misma. Llegado este momento, en este sentido pienso que sería buena la ordenación de estas masas forestales para asegurar, tal y como los principios básicos exigen, la persistencia y estabilidad de la masa, el rendimiento sostenido del recurso madera - leñas y el máximo de utilidades del mismo. Es de vital importancia que buena parte de estos montes se encaminen hacia el monte medio y monte alto mediante resalveos de conversión, porque la regeneración natural es prácticamente inexistente. Esto podría facilitarse también mediante un pastoreo poco intensivo que ayudase en las primeras etapas a controlar de nuevo la vegetación.

Además una vez ordenados se podrían aprovechar los incentivos económicos que da actualmente la biomasa, como las declaraciones de cultivos energéticos (que por otra parte, lo han sido toda la vida). Como en todo, hay que encontrar el equilibrio... y ahora mismo existe un gran desequilibrio por ausencia de gestión.

José Antonio S. dijo...

Con los aclareos no es dificil pasar de monte bajo a alto,tendríamos mas biodiversidá ,estos tallares son autenticos ejercitos de una sola especie de arbol tan aspesos que no deja pasar la luz y la alfombra de hojas en el suelo impiden nacer otras plantas.

Anónimo dijo...

Diría que la idea principal sería intentar evitar, al menos en general, la corta de marojos, quejigos y carrascas (además de especies aún menos representadas) para leña.

Como bien decís, donde hay pinares de repoblación sobrán pinos. Ahí se puede aclarar y surtir de leña más que suficientemente a toda aquella persona de cada comarca en cuestión que aún la demande.

Por supuesto, a esto habría que añadir la presión a la administración pública para acabar de una vez por todas con cualquier tala masiva de bosques de quercíneas (o de mayor rareza y/o valor ambiental) para plantar pinos de repoblación.
Igualmente, y sumado a la idea anterior, deben promoverse dichas repoblaciones de pinos en la multitud de municipios con montes pelados. Aunque hubiera que poner pino carrasco al principio para asegurar su arraigo. En otros lugares, podrían añadirse otras especies autóctonas resistentes.

Así mismo, y sin extenderme más, debería trazarse una hoja de ruta para acabar con las plantaciones de chopos alóctonos para madera. Sustituyéndolas paulatinamente por el Populus sp. autóctono que más convenga a sus intereses económicos.

Saludos y ánimo. Magnífico blog.