Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 6 de agosto de 2013

LA DEHESA DE CASTELLAR DE LA MUELA

La sierra de Caldereros es un conjunto de montes situados en zona central de la cordillera Ibérica, en su vertiente occidental. Se extiende desde Molina de Aragón hasta Hombrados, en plena comarca del Señorío de Molina, en el confín oriental de Castilla.

Presenta un sustrato geológico constituido por areniscas y conglomerados silíceos depositados durante el Triásico: los característicos rodenos del Buntsandstein que afloran en otras amplias zonas de la cordillera.

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Participa en el clima continental frío y seco propio de esta parte de la Ibérica, aunque se beneficia de las masas de aire húmedo del Atlántico que remontan el valle del Tajo por lo que tiene una pluviometría de unos 550 mm., ligeramente superior a la vecina comarca del Alto Jiloca.

La sierra de Caldereros hace de divisoria entre el valle del río Gallo, afluente del Tajo, y el del río Piedra, afluente del Jalón (cuenca del Ebro). Diversos arroyos temporales divergen hacia una u otra cuenca alimentando ambos ríos con caudales marcados por la estacionalidad y la irregularidad interanual.

Mapa Castellar Muela

La vegetación potencial es un robledal mixto con predominio del marojo (Quercus pyrenaica) sobre el rebollo (Quercus faginea) en las zonas con suelos profundos y matorrales silicícolas de estepa (Cistus laurifolius), biércol (Calluna vulgaris) y cantueso (Lavandula pedunculata) en las zonas más expuestas y con afloramiento rocoso. Estos arbustos y las herbáceas de ambientes abiertos propias de sustratos silíceos se han visto favorecidos por la acción humana al ser transformados los bosques primigenios en tierras de labor, pastos y matorrales.

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El interés geológico, la singular flora y fauna que habita en estos montes, así como la gran belleza paisajística que conforma el conjunto, la han hecho merecedora de que 2.368 hectáreas fueran declaradas Monumento Natural por el Gobierno de Castilla-La Mancha en 2005.

Castellar de la Muela es un pequeño pueblo que se encuentra en la vertiente de solana de la sierra de Caldereros. En las amplias vaguadas comprendidas entre los riscos de arenisca dispone de una dehesa comunal en la que se aprovechan desde hace siglos los pastos y leñas. Hace unos días la visité acompañado por Uge Fuertes, agente medioambiental buen conocedor de sus valores naturales, para conocer los marojos trasmochos que alberga.

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El paisaje es un conjunto formado por amplias praderas frescas y bosquetes de tallares de marojos salpicados por viejos trasmochos en las hondonadas por las que discurren los arroyos de la Dehesa y de los Tormos, y por matorrales heliófilos de estepa, brezo y cantueso en las zonas en las que aflora la arenisca.

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Los marojos trasmochos son abundantes. Tal vez haya un par de cientos. Abundan los de menor talla pero también son comunes los árboles grandes, e incluso los hay de dimensiones monumentales, tanto por el diámetro de tronco como por su altura. Muchos tienen el tronco hueco y es habitual que tanto su corteza como su ramaje esté colonizado por líquenes crustáceos, claro indicador de la influencia de la criptoprecipitación asociada a las nieblas.

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Desconocemos la historia de su aprovechamiento. Los árboles han perdido el turno de poda al menos hace cincuenta años no apreciándose signos de escamonda. Los vecinos no tienen memoria de ello. Se observan tocones no muy antiguos en algunas zonas.

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Muchos árboles y bastantes tallares se muestran puntisecos. Acusan las sequías de las últimas décadas. El marojo se encuentra en su límite ecológico pluviométrico. También manifiestan el abandono de la escamonda, capaz de rejuvenecer el ramaje.

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La razón de ser de estos viejos árboles se ha debido a que proporcionaban alimento (bellota y hoja), además de sombra, a los ganados de vacas, ovejas y cabras propiedad de este monte comunal. En menor medida también aportarían leñas, aunque estas provenían fundamentalmente de los tallares.

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Hay zonas en las que la dehesa tiene un alto grado de naturalidad. Grandes y jóvenes árboles, de diferentes dimensiones, con abundante madera muerta, con un estrato arbustivo bien trabado … seguramente al haber cedido la presión humana.

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Esta dehesa conserva un aprovechamiento de pastos para vacas que se mantiene en vigor. Es lo mejor que le puede ocurrir a los viejos trasmochos, que se mantenga una población de ungulados. Este uso del monte es cada vez más escaso en estas sierras bajas de la cordillera. Tiene un gran interés ecológico, histórico, cultural y paisajístico en sí mismo.

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Por otro lado, la concentración de marojos trasmochos de la Dehesa de Castellar de La Muela resulta completamente extraordinaria en esta parte de la Ibérica. Su número, sus dimensiones, los aprovechamientos asociados, la vida silvestre que albergan y el valor escénico que aportan debieran haber sido tenido en cuenta para incluirla dentro del Monumento Natural en cuyos límites se encuentra. Sorprende el escaso reconocimiento concedido por los responsables en la conservación del medio natural del gobierno castellano manchego.

1 comentario:

José Antonio. dijo...

http://naturaxilocae.blogspot.com.es/search?q=monreal
Poner en el buscador de esre blog las palabras --Monreal plantación--
Es un ejemplo de concentración parcelaria buena.