Somos tierra de contrastes y el frío forja en nosotros una forma de ser, de sentir, de vivir. Durante milenios ha condicionado la producción de alimentos y nuestro modo de vida, desde las viviendas hasta las comunicaciones pasando como no por nuestro paisaje vegetal y la fauna que nos rodea.
Los colores pajizos de nuestros campos que deja el verano poco a poco pierden el brillo intenso de la cosecha y se van tornando a amarillos más apagados y tonos mate.
Las primeras lluvias otoñales y los primeros fríos dan paso a la labranza. La tierra enseña sus entrañas marrones y ocres, grises, canelas, blanquecinas o rojas, según suelos. Poco a poco las luces y los tonos se van apagando y las sombras van ganando terreno a medida que el calendario avanza.
Este año el final del verano y comienzo del otoño ha sido muy templado, con carácter cálido. Las primeras heladas llegaron a finales del mes de octubre, algo bastante inusual por estas tierras. Con los datos de la garita del Jiloca en la mano vemos que la primera helada “oficial” se produjo el ¡31 de octubre!. Era curioso y extremadamente raro ver las terrazas con gente en Calamocha más allá del Pilar. Y es que las temperaturas medias, que atenúan las diferencias, ya son muy relevantes: septiembre tuvo una temperatura media en la estación Calamocha – Puente Romano de 17,6 ºC, mientras que la media del periodo 1993 – 2012 es de 16,5 ºC. Los datos de octubre aun se desvían más, pues la media de este año fue de 14,4 ºC, frente a los 12,5 ºC de ese mismo periodo.
Durante septiembre y octubre han dominado las bajas presiones en el atlántico, borrascas en mitad del océano que nos enviaban vientos del sur y suroeste, muy templados pues a esa latitud y tras el verano el agua del mar y la temperatura del aire aun es relativamente alta. Observa estos mapas, es un resumen visual de lo que ha sido esta temporada anormalmente templada y con pocas precipitaciones, con la borrasca centrada al norte de las islas Azores y bombeando vientos de latitudes bajas:
Esta “invasión” de masas de aire cálidas también llegaron a Centroeuropa pero su efecto y persistencia fue mucho más limitada. No obstante, es la principal razón de la migración tan tardía e irregular de este año (grullas, palomas torcaces, etc.). Es un tiempo muy similar al que sucede llegando la primavera, época en la que estas aves vuelven al norte de Europa, aprovechando precisamente esos vientos.
Pero el tibio sol de los días soleados cada día se apaga antes. A primeros del mes de noviembre los vientos del norte y noroeste giran la veleta a posiciones más normales para esta época del año y ya no nos abandonarán en buena parte del invierno. El cierzo arrastra las nubes que se deshilachan y rompen al paso de nuestras cadenas montañosas, y ya se han dejado ver los primeros copos de nieve como anticipo de un invierno que va llegando.
Quizá como parte de este recibimiento al frío, ese gracias al cual somos alguna vez al año noticia en los medios de comunicación nacionales, la Comarca del Jiloca ha puesto en marcha un concurso de fotografía y relatos cortos. Siempre he sido de los que piensa que el frío también puede llegar a ser un foco de atracción turística, un punto de interés en nuestro mapa dentro y fuera de Aragón sin necesidad de viajar a los grandes sistemas montañosos.
La temática es clara: el frío en la comarca. Tienes más información en esta dirección, date prisa pues el plazo para enviar textos y fotos termina el próximo día 30 de noviembre.
Debemos diversificar nuestra oferta turística y no basarla solamente en lo gastronómico y lugar de paso. Un paseo bajo cero bien abrigado con cielos despejados y noche estrellada es lo suficientemente apetecible si luego se acompaña una buena cena con un buen vino y el calor del hogar. Hay que revertir ese rechazo al frío y a las tierras de interior al que quizá hemos contribuido de forma indirecta los propios habitantes, que preferimos el sol y los 15 grados de la costa valenciana en invierno. Para defenderla debemos de querer más nuestra tierra y hacer de lo cotidiano algo mágico y diferente.
2 comentarios:
Tuiter, feisbu, güasa… llegadas estas fechas ser de Calamocha, en tierras lejanas, se convierte en un castigo. Todo se junta… Todos saben de todo lo que acontece allí, más que uno mismo.
De unos años a esta parte la llegada del invierno en Calamocha no lo marca la primera helada si no el primer día en que salen a la venta los boletos de la cesta del Matadero. Entonces, para muchos comienza todo un Calvario, a todas horas lo mismo, ¿ vas a ir al pueblo, vas a comprar números, me puedes traer…?. No, no y no….
Y cuando llega el fresco, ya no es un Calvario si no un infierno el día a día… hace un rato: “Esta mañana he pasado por tu pueblo, marcaba 8 grados “negativos”, ¿pero cómo viven allí?...”.
Jamás he pasado frio en mi pueblo, les digo y no me creen.
Recuerdos
PD El azafrán no termina de prosperar, será cosa del tiempo. Paciencia.
Fin de Año en Calamocha, verbena al raso (Aire Libre) en la Plaza el Peirón. No dejes que te lo cuenten, ven a bailar a 12º Bajo Cero.
Es la simiente. A mi me está pasando lo mismo, no tira desde hace semanas, con las hojitas a medio sacar. Da igual frío que calor, sol o sombra.
Como dirían por ahí, será azafrán "borde". Qué podíamos esperar de las cebollas del Leroy... menos mal, si fueran de Monreal... jejejeje
Saludos!
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