Estas pasadas semanas he podido salir poco al campo.
Sin embargo, el 27 de octubre hice una escapada con Dominique Mansion por Sierra Menera para que conociera el rodeno y el castillo de Peracense.
Era una tarde templada y sin viento. Íbamos por la pequeña carretera que une Villafranca del Campo y Peracense una vez entra en los característicos montes de arenisca roja. Tras un recurva, entre matorrales de estepa (Cistus laurifolius) vemos algo alargado sobre el asfalto.
- Una cuerda caída, pensé.
Al retroceder veíamos que se trataba de un ejemplar joven de culebra de escalera (Rinechis scalaris), de unos cuarenta centímetros de longitud.
Un nuevo descubrimiento para Dominique en su estancia por la Ibérica aragonesa. Una sorpresa fenológica para mí, por lo tardano de la fecha. La dejamos sobre un talud para que fuera aprovechada por algún otro animal. Y seguimos.
Unos días después llegó el puente de Todos los Santos y vinieron mis hijos a casa.
La mañana del sábado salió Chabi a correr por el camino que lleva a El Poyo. A la vuelta, muy cerca de casa, encontró una culebra de escalera adulta sobre la carretera, entre la guardería y la vega de El Ajutar. Estaba parada sobre el asfalto. Y él, inquieto, pues suele haber tráfico en esa variante y más esos días por Calamocha. Le apremió un poco y rápidamente se bajó hacia el río Las Monjas.
Adulto de culebra de escalera. Foto: Rodrigo Pérez
Y la casualidad quiso que, esa misma tarde, Anchel y su amigo Pedro, se fueran en bicicleta hacia la Virgen del Rosario de Luco. En ese recorrido vieron varios corzos esconderse en los panizos. Y, a la altura de la Huerta de la Iñiga, otra culebra meterse en un ribazo. Por su descripción, también de escalera, de nuevo.
Esta especie, como la bastarda con quien compite, tiene una estrategia activa a la hora de cazar. Ambas salen a busca a sus presas entre la vegetación. Por eso es relativamente fáciles observarlas, sobre todo atropelladas en las carreteras, que además de atravesarlas, gustan de usar para elevar la temperatura corporal y de recorrer sus cunetas, siempre abundantes en topillos.
Culebra de escalera en Calamocha. Foto: Alejandro Martínez
La bibliografía señala que el periodo de actividad de Rinechis scalaris en la mitad norte de la península Ibérica se extiende hasta mediados de octubre. En tierras altas y frías , como son los valles colgados de la cordillera Ibérica de nuestras comarcas, es de suponer que antes. Nosotros, desde luego, no las había observado nunca por estas fechas.
El tiempo de este otoño ha sido anómalo en cuanto a las temperaturas. Octubre, que por Calamocha tiene una temperatura media (Estación Puente Romano, Agustín Alijarde) de 12,5 ºC, ha dado este año un valor de 14,4 ºC. Noviembre, también nos ha traído inusuales días de calor, poco habituales para esta época del año. En concreto, observando las fechas del día 2 podemos comprobar que se alcanzó una máxima de 23 ºC y no llegó a helar.
Este otoño, las culebras han tenido tiempo de almacenar más reservas.
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