Siempre me han encantado las rapaces nocturnas. Son bastante difíciles de ver lo que quizá las hace todavía más especiales.
Hace 16 años con las primeras clases prácticas de biología en el instituto las comenzamos a estudiar algo más a fondo, especialmente sus territorios y su dieta basada en micromamíferos y pequeñas aves.
Básicamente consistía en campear y localizar sus posaderos y recoger las egagrópilas de manera periódica. Este "palabro" es como se denomina a las bolas de pelo y huesos que estas aves regurgitan tras digerir a sus presas, pues las comen prácticamente enteras. Huesos y pelo es lo único que no puede ser aprovechado por su aparato digestivo.
Teníamos varios puntos de muestreo la mayoría ligados a viejos edificios y construcciones dentro y fuera del pueblo: la ermita del Santo Cristo, la vieja estación de Calamocha Vega, la estación de tren de Calamocha Nueva, la Ermita de la Virgen del Moral... La mayoría eran zonas donde se movían lechuzas y mochuelos.
A lo largo del tiempo llegamos a localizar y estudiar muchas de estas rapaces nocturnas. Su dieta nos daba además información sobre la fauna de micromamíferos de cada una de las zonas. Se hicieron varios estudios, uno de ellos realizado por los profesores del IES Valle del Jiloca Rodrigo Pérez y Eva Naval y publicado en la revista Xiloca del Centro de Estudios del Jiloca.
Fueron unos años muy intensos, aprendimos a buscar rastros de animales que antes se nos pasaban desapercibidos.
Una de las egagrópilas que recogimos junto al viejo almacén de la estación de Calamocha Nueva (mis dominios) contenía una mandíbula con las cúspides dentarias rojas que Rodrigo identificó como de musgaño de Cabrera. Fue un dato muy interesante que aún aportaba más diversidad a la población de micromamíferos de la zona.
Dato del diario de campo, 13 de marzo de 1997.
Hoy volviendo de dar una vuelta por uno de nuestros pequeños y valiosos enclaves (el pequeño soto ribereño de El Poyo del Cid) he pasado junto a la ermita de la Virgen del Moral. El viejo árbol seguía como siempre, flanqueando la ermita que lleva su nombre o el de su antecesor.
Me he detenido junto al porche de la ermita, pues entre las hojas que arremolina el viento me ha parecido ver unas formas conocidas, justo en el mismo lugar donde las cogíamos hace años.
Y efectivamente, allí estaban... egagrópilas, por su tamaño, de lechuza común.
Después de tanto tiempo (parando en el mismo sitio algunas veces incluso, pero sin éxito) una nueva lechuza ocupa el lugar de aquellas que estudiamos hace años.
Es muy reconfortante ver que después de todos estos años la vida de estas aves sigue igual, que siguen gozando de un hábitat y unos territorios de caza lo suficientemente buenos para seguir viviendo junto a nosotros, esperando nuevas generaciones de estudiantes que sigan su dieta y, quién sabe, quizá vuelva a aparecer otra pista del esquivo musgaño de Cabrera.
4 comentarios:
Este año se encontró un musgaño de Cabrera en la laguna del Cañizar.
me podria decir donde encontrar o comprar egragopilas puesto que quiero hacer un proyecto sobre las egagropilas y el ecosistema en el centro donde trabajo con los alumnos de mi aula
ruego que se ponga encontacto conmigo mi correo espauletasegarra23@gmail.com
muchisimas gracias de antemano
me podria decir donde encontrar o comprar egragopilas puesto que quiero hacer un proyecto sobre las egagropilas y el ecosistema en el centro donde trabajo con los alumnos de mi aula
ruego que se ponga en contacto conmigo mi correo es pauletasegarra23@gmail.com
muchisimas gracias de antemano
Me gusta mucho esta historia sobre las egagropilas. Son una fuente valiosísima de informacion sobre los micromamíferos fósiles tambien. Saludos y gracias, Gloria
Publicar un comentario