En nuestros pueblos siempre ha habido árboles destacados por su tamaño, por su forma, por su localización o por alguna tradición especial. Los más conocidos han sido aquellos que convivían con los vecinos en los espacios públicos. Especialmente, las olmas. Su desaparición, bien por cambios urbanísticos bien por los efectos de la grafiosis, supusieron un sentido golpe en las comunidades humanas. El cariño forjado al criarse, crecer, madurar y envejecer bajo su sombra es un hecho.
Pero en los últimos años, en Aragón algunos árboles singulares situados fuera de los núcleos urbanos se han ido promocionando dentro de catálogos oficiales, de estudios o de publicaciones. Su difusión es una oportunidad de acercar a las personas al campo y de difundir el valor de estos árboles, muchas veces añosos y monumentales. Es también un ejercicio de autoestima entre los vecinos. En los pueblos, incluso en los más pequeños, hay muchos tesoros naturales. Algunos amenazados, casi todos por descubrir.
El caso de Bea es singular. Al calor de la configuración de la Ruta Botánica, se habilitaron unas rutas para senderistas en las que se incluyeron dos árboles notables. Una gran carrasca (“La Abuela de Bea”) y una notable sabina albar(“La sabina de Bea”). Estos nombres les hacían gracia a nuestros jóvenes alumnos cuando visitamos la zona, pues siempre hay alguna Beatriz entre ellos.
Nosotros queremos añadir un nuevo ejemplar a la lista de árboles notables de esta localidad: el Chopo Cabecero de Bea.
Está situado muy cerca del pueblo, aguas abajo del núcleo urbano, en la margen izquierda del Huerva muy cerca del río. Damos las sus coordenadas (0655324/4544578) pues no es muy conocido. Tiene un perímetro de 520 cm. y un diámetro normal de tronco de 195 cm. El diámetro de copa es de 6 m. y la altura de la cabeza de 420 cm.
Es un árbol viejo y su estado no es muy saludable. Solo mantiene viva un tercio de su cabeza, que se haya bifurcada en dos grandes tozas, de donde brotan las ramas verdes de vigas no muy gruesas. El tronco tiene un hueco central. En buena parte del tronco, la corteza se desprende. En su entorno, crece un vigoroso sotobosque de escaramujo (Rosa canina) y de zarzal (Rubus ulmifolius) que le otorgan una cierta inaccesibilidad.
Este viejo chopo sobrelleva la última fase de su vida con gran elegancia. Testigo vivo de otros tiempos, forma parte del patrimonio natural y cultural de Bea.
En el Huerva no hay muchos chopos cabeceros monumentales. Este el más notable que hemos encontrado. No crece solo pues forma parte de una arboleda constituida por más de treinta ejemplares.
Uno de ellos es de un tamaño notable (diámetro normal de tronco de 150 cm. de diámetro) también tiene una gran hueco, está puntiseco y tiene ramas desgajadas. Tiene una copa con una disposición más abierta.
Otros ejemplares más para el catálogo de árboles monumentales de Bea.
1 comentario:
interesante, si que es un árbol muy singular.
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