Hace unos 14 años conocí a Ramón Milian Salafranca, él formaba parte de un nutrido grupo de niños de 5º de primaria, proveniente de los Escolapios de Alcañíz. Venían a participar en un aula de naturaleza de cinco días de duración que se llevaba a cabo en Aratorés (Huesca).
No guardo ningún recuerdo especial de ese grupo sino alguna foto.
Años más tarde, hace unos cuatro, recibía en el Centro de Interpretación de Gallocanta, un grupo de jóvenes del ciclo superior de Forestales de Teruel (San Blas).
Mientras abría la puerta del corral para poner en marcha el grupo electrógeno uno de estos jóvenes se acercaba y sonriendo y me decía: “ Hola, Carmina, soy Ramón de Alcañiz, mi hermana y yo, estuvimos contigo en las aulas de Aratorés” (tengo un recuerdo clarísimo de ese momento) bromeamos sobre cuanto había crecido él y lo poco que lo había hecho yo.
No lo volví a ver hasta este verano, cuando SEO y el Departamento de Medio Ambiente pusieron en marcha un voluntariado de anillamiento en Gallocanta para el estudio del paso del Carricerín cejudo. Carlos Pérez, sería el anillador y yo me encargaría de las salidas por el entorno y de estar pendiente de las necesidades de los voluntarios.
Ramón, estaba entonces haciendo las prácticas de anillador, un tema que le apasionaba y no le dolían ni los madrugones, ni las kilometradas de Alcañiz a Gallocanta. Tuvo que recordarme de nuevo quién era, su recuerdo había vuelto a naufragar en ese mar de caras de niños y jóvenes que todos tenemos en la cabeza.
Desde ese momento, el paso a llamarme “Carmineitor”, mi nombre de guerra con los niños y para mí se convirtió en “mi niño Ramón”
Poco a poco, nos hicimos amigos, y formamos junto con Carlos, un estupendo trío de bromas, risas y trabajo.
Un día, no recuerdo cual, Ramón me dijo una cosa que es el motivo de que os escriba esta nota: “Carmina, que a mí me guste el campo y me quiera dedicar a esto, se debe en parte a la semana que pasé contigo”. Yo bromeé sobre el asunto y le quité hierro, porque me sentí turbada y orgullosa al mismo tiempo.
Esa es la frase que todo educador queremos escuchar, la frase en la que un joven te confiesa que tu trabajo y el todos los que trabajamos en aquella aula, fue motivador, llegó al corazón de un niño y de nuestra mano tomó la senda que le llevaría a convertirse en un joven ornitólogo.
Ramón Milian Salafranca era el más joven de los ocupantes de la helitransportada de Alcorisa que se estrelló el sábado pasado.
Ramón fue una persona feliz, siempre sonreía, siempre tenía buen talante, todo le venía bien, era un apasionado de su trabajo y de la naturaleza. Era muy feliz.
Tanto Carlos como yo, estamos muy agradecidos de haberlo conocido y ambos nos podemos sentir muy orgullosos de haber contribuido a la felicidad de este joven.
La vida me trajo de nuevo a Ramón, pero desconocemos cuantos Ramones tenemos cada uno de nosotros. Hemos hablado, alguna vez, de qué queda de nuestro mensaje, de nuestra labor, si tal vez sea solo una excursión más para ellos… y lo es para la gran mayoría de los niños que pasan por nuestras manos, pero entre los centenares, puede existir un pequeño Ramón, al que tal vez ayudemos a vivir sonriendo.
Espero, que la existencia de estos pequeños aspirantes a naturalistas, nos sirva de acicate a todos para seguir nuestro trabajo de Educadores Ambientales con alegría e ilusión.
Un abrazo:
“Carmineitor”.
7 comentarios:
Hace poco que faltas y ya notamos tu ausencia.
Alvaro /Francisco Javier.
http://anillarentj.blogspot.com/2011/03/ramon.html
Muchas gracias por tu artículo. Soy educadora y me han encantado tus palabras. Mucho ánimo para la familia de Ramón y para todos los que compartisteis algún momento con él o con el resto de ocupantes.
Carmina, soy Sabi. Precioso homenaje a Ramón, y un acicate para todos los que nos dedicamos a la enseñanza. Muchas gracias por compartir esta experiencia, y mi abrazo y mi cariño para todos los que, como tú, sufrís la ausencia en vuestras vidas de este encantador "niño Ramón". Un gran abrazo desde la orilla de la Laguna.
Ánimo y fuerza Carmina, me acabo de enterar por Twitter de este blog y leyéndolo me sorprende haber conocido a Ramón una mañana en la Sierra de Albarracín, no sabía que iba en el helicóptero...
Un saludo desde la tranquilidad de la Sierra...
Santi
www.segwayrural.com
Gracias por transmitir...
Un gran abrazo.
Hola Carmina:
Leo tarde tu comentario, pero me ha gustado tu reflexión final.
Yo también conocí a Ramón en Benasque (precisamente con Carlos) y luego estuve contigo y con él un día de agosto en Gallocanta (con lo del carricerín).
Ramón era una persona alegre y de verdad apasionado por la naturaleza.
Me entristeció mucho ver su foto en el periódico. Y me alegro de que haya gente como tú que le escribe estas cosas. Gracias.
Un beso.
Eduardo Viñuales.
Espero que la existencia de estos pequeños aspirantes a naturalistas nos sirva de acicate a todos para seguir nuestro trabajo de Educadores Ambientales con alegría e ilusión.
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