Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

BECADAS EN EL PÁRAMO

El Campo de Visiedo es de una zona de la cordillera Ibérica que está dotada de una mayor identidad paisajística y cultural. Estas enormes planicies quedan comprendidas entre las sierras de Lidón y Palomera, que las separan del valle del Jiloca, las estribaciones meridionales de las serranías de la Cuenca Minera (que conforman los altos Pancrudo y Martín) y el valle del Alfambra que las diseccionan por el este.

Estas tierras altas, definidas geográfica e incluso administrativamente como altiplano, ofrecen unos paisajes abiertos, formados por amplias llanadas en las que se intercalan suaves lomas, donde el uso agrario (cereal de secano y ganadería extensiva de ovino) ha sido hegemónico. La deforestación es extrema en las zonas no laboreadas donde tan solo quedan unos mínimos retazos de carrascal salpicando los amplios páramos con erizón y otras pequeñas matas, bien adaptadas a la insolación, la sequedad, el viento, el frío y el sobrepastoreo.

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La red fluvial es casi inapreciable en la mayor parte del Campo Visiedo pues el relieve plano y la naturaleza caliza del sustrato promueven la infiltración del agua de las precipitaciones. Tan solo en su sector oriental, el afloramiento de las impermeables arcillas miocenas y la proximidad del río Alfambra permite formar una serie de profundas y cortas ramblas de pronunciada pendiente.

Y en este entorno, ¿es posible encontrar una especie de afinidad tan eurosiberiana como la becada?

Imagen tomada de Mundo Cinegético

Hablemos un poco sobre este limícola.

La becada o chocha perdiz es un ave de notable volumen corporal, plumaje barrado y largo pico que habita en los bosques del Paleártico, desde las Islas Británicas hasta el este de Siberia y Japón. En Europa nidifica en la fachada atlántica y en los países del centro y norte, sin alcanzar la tundra, donde selecciona los bosques de hoja caduca y de coníferas, pero también los matorrales y prados siempre que disponga de suelos ricos en materia orgánica en descomposición donde encuentra su alimento, lombrices y larvas de insectos, fundamentalmente. En la península Ibérica mantiene una pequeña población nidificante en la cordillera Cantábrica, los Pirineos y el norte de la Ibérica, aunque está confirmada su cría en el Moncayo y el los Montes Universales.

Durante el otoño las poblaciones escandinavas, centroeuropeas y siberianas se desplazan hacia la cuenca mediterránea pero también hacia los países atlánticos, tan pronto acontecen las primeras heladas y se comienza a congelar el suelo, lo que dificulta la búsqueda de alimento.

Imagen tomada de Scolopax Sin Fronteras

La becada es un ave intensamente perseguida en sus zonas de invernada. Como referencia, se estima que la población europea invernal (tras la cría) es de entre diez y quince millones de ejemplares siendo cazados entre 2.600.000 y 3.700.000 ejemplares.

Caza de la becada (Scolopa rusticola)

Imagen tomada de Scolopax Sin Fronteras

El interés por la especie es tal que se están realizados programas de seguimiento mediante aves marcadas con emisores. Estos están aportando datos sorprendentes sobre su migración, las zonas de cría y las dinámicas poblacionales. Es muy interesante conocer las experiencias realizadas por el Club de Cazadores de Becadas en su página Scolopax Sin Fronteras.

En el sur de la cordillera Ibérica las poblaciones invernantes de este limícola forestal son escasas. Puede vérsele en los márgenes de los robledales próximos a praderas como en los sotos con abundante vegetación arbustivas, pero siempre que el humus sea abundante y las heladas no sean demasiado rigurosas.

El pasado día 20 de noviembre recorría con José Antonio un pequeño arroyo de la parte norte del Campo Visiedo. Se trataba de un conjunto de manantiales donde crecían frondosos chopos y sauces trasmochos, además de sargatillos, espinos y zarzales.

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Los árboles y ramas caídas formaban una maraña inaccesible y la hiedra terminaba de tapizar el suelo.

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De repente, casi bajo nuestros pies, una becada levantó desde el suelo con un vigoroso vuelo vertical y se alejó a través del ramaje. Fue una imagen fugaz pero suficiente para observar su cuerpo rechoncho y su largo pico.

Foto tomada de Wildlife Photography

Esa misma jornada, en otro pequeño arroyo con caudal tras las últimas lluvias, también al pie de otros viejos álamos, pero en un entorno de campos de cereal, pequeños prados y páramos calizos, nos volvió a salir otra chocha perdiz. En una jornada dos ejemplares.

Hasta ahora no habíamos observado ninguna. Cierto que octubre vino muy seco aunque al parecer, esta jornada parece coincidir con el establecido primer pico de la arribada de becadas invernantes a la península Ibérica y que corresponden a las poblaciones siberianas, rusas y bálticas (migración de largo recorrido). El segundo pico ocurre a lo largo de diciembre y afecta a las poblaciones atlánticas y centroeuropeas (migración de corto recorrido).

Así pues, ¿podrían tratarse de becadas escandinavas, rusas o siberianas? Resulta impresionante pensar en ello.

En cualquier caso, lo que sí que es evidente es la importancia de mantener un grado de naturalidad en nuestros campos y montes al considerar su gestión. Los matorrales cerrados, los zarzales densos, las zonas con ramas caídas suelen considerarse “monte sucio” que exige su limpieza para facilitar nuestro tránsito y mantener nuestro modelo antropizado de campo. Es muy empleada la cantinela “hay que limpiar el monte”. Y no faltan medios para mantener cuadrillas.

scolopax rusticola

Hace unos años sabíamos de una becada que invernaba en un soto muy bien conservado de El Poyo del Cid. Una cuadrilla forestal eliminó las zarzas, retiró las ramas caídas y aclaró los sargatillos. La becada dejó de verse.

Una cosa es lo que nos gusta y otra muy distinta puede ser lo que la Naturaleza precisa. Ya se sabe, gestionar la Naturaleza siempre favorece a unas especies y perjudica a otras. Pero hay que pensar en términos de madurez de ambientes naturales. Y la becada es un buen indicador de condiciones de naturalidad.

En estos entornos tan deforestados, estos chumarriales emboscados y enzarzados son verdaderas islas. Y en ellas, y solo en ellas, viven sus respectivos náufragos ….

2 comentarios:

ibero dijo...

Esos páramos,lomas, el Teruel feo que dicen los de Zaragoza (que se acerquen a javalambre ) mejor así que con egércitos de pinos o alicoteros.Solo queda sin destruir esos enzarzados chumarriales islas con sus naufragos,mejor que no se sepa y los adecenten.

Anónimo dijo...

Por desgracia, a veces sólo el desconocimiento general (incluyendo a la administración) protege algunos enclaves.