Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 29 de septiembre de 2013

UN PASEO POR LOS TOLLOS DE NAVARRETE

Tan bien nos salió el tercer Camino de los Corporales hasta Daroca que, inmediatamente, planeamos con Emilio Benedicto una segunda excursión, ésta más breve, por las crestas arcillosas de los Tollos de Navarrete. La llevamos a cabo en la tarde del 9 de agosto. Todavía el sol aprieta, son las seis, pero el que suscribe no quiere más bromas con los mosquitos y sale al campo con las piernas y los brazos bien protegidos con pantalón largo y camisa de mangas abrochada. Hace calor, pero es preferible a las picaduras.

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Salimos por la carretera de Navarrete recorriendo el nuevo polígono agroalimentario de Calamocha y dejando atrás el cementerio. Es la parte menos atractiva, caminando por la cuneta de la carretera, subiendo a pleno sol. A cosa de un kilómetro doblamos a la izquierda por el camino que lleva al antiguo vertedero de basura, ahora el ascenso es más pronunciado hasta llegar a la cresta de esta serie de pequeñas colinas rojas de arcilla. A la izquierda se contempla todo el valle del Jiloca, amplio y llano con Calamocha en el centro. A la derecha el valle del Pancrudo, mucho más estrecho con Navarrete enfrente y los cerros yesosos al fondo. En primer plano esas bellas formaciones geológicas que son los tollos. Se trata de enormes masas de arcilla en las que se han formado grandes hendiduras verticales, formadas por la erosión del agua que se abre paso por las grietas hasta dejar enhiestas esas magníficas columnas que son los tollos.

Calamocha 2

Me cuenta Emilio que de niño venía a la zona con el camión de la tejería de su tío Barea, para ver como sacaban la arcilla para hacer ladrillos y tejas. En un pequeño almacén camuflado guardaban la dinamita, cuyo uso estaba muy controlado por la Guardia Civil de Calamocha. Preparaban y colocaban los cartuchos y esperaban pacientemente su formidable estallido. Luego los operarios cargaban las enormes piezas de arcilla desgajadas de la montaña en el camión.

Emilio tollos

A lo largo del camino aparecen algunas masas boscosas de pinos y de otros árboles de repoblación forestal. Me aconseja Emilio estar atento por si aparece algún corzo por allí. No veremos ninguno en toda la tarde. El suelo es rojo como corresponde a su naturaleza arcillosa. A la derecha empieza a verse el pantano de Lechago, con la única nota acuática de Balsaín, donde alguna vez nos bañamos en nuestra infancia. No se ve desde allí ningún otro rastro de agua. Tal vez junto a la presa lo haya, pero no lo vemos. ¿Nos preguntamos el porqué de esta faraónica inversión económica?

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Poco a poco el camino se convierte en senda e iniciamos un sube y baja con algún descenso pronunciado. Dejamos los tollos y se aprieta la vegetación. Así seguimos hasta llegar al camino de Lechago. Nos plantea Emilio continuar cresteando para bajar por la ermita de la Virgen del Rosario, y subir luego por el camino junto al río hasta Calamocha. Esta vez no tenemos tiempo y decidimos bajar por el camino de Lechago. A la derecha dejamos la rambla de Jaime que llega hasta nuestra antigua viña. Hemos andado sobre una hora y media, en total hemos hecho unos seis kilómetros.

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En resumen, un paseo corto y bonito en las inmediaciones de Calamocha y de la presa de Lechago, ideal cuando no se dispone de mucho tiempo y se desea contemplar una bella panorámica de las cuentas del Jiloca y del Pancrudo, además de los monumentales Tollos de Navarrete.

José María de Jaime Lorén

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