El Pirineo Navarro es suave y muy accesible, al menos esa es la sensación que nos transmite a los aragoneses, acostumbrados a los grandes y remotos picachos rocosos de nuestros Pirineos.
No solo son montañas de menor altitud, también su relieve es más suave y aparecen cubiertas por densos pastizales con un ambiente húmedo más marcado consecuencia de su mayor cercanía al mar Cantábrico.
Estas montañas crean divisorias muy definidas entre el territorio francés y el español y son el escenario del paso migratorio de abundantes aves que aprovechan estos corredores a menor altitud, según sean las condiciones meteorológicas.
Uno de estos pasos migratorios más emblemáticos tendrá lugar a lo largo de estas próximas semanas, con el elegante vuelo de los bandos de grulla común. Estos pasos son bien conocidos en aquellas tierras que solamente verán a las grullas surcando sus cielos, la parada y fonda de nuestra ave estrella será Gallocanta.
Sin duda deben ser momentos especiales ver pasar los bandos y oír las grullas entre la quietud de los pastizales, entre cencerros y mugidos o bajo la lluvia mágica de hojas del hayedo. Quizá muchas veces ni se vean pues los vientos del norte suelen traer nubosidad baja a estas montañas.
Panel interpretativo en el puerto de Ibañeta (1.056 metros) en la carretera entre Roncesvalles y Valcarlos
Son pasos que deben ser más utilizados en primavera, con vientos de sur y sureste que despejan los cielos y llevan a los enormes bandos a esa zona tras cruzar la Ibérica y las Cinco Villas, camino de los primeros lagos occidentales franceses primero y de las tierras del norte de Europa pocas semanas después.
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