El 17 de abril tuvo lugar un acontecimiento excepcional en el parque de Calamocha, o mejor dicho dos: el primero fue la observación de un precioso papamoscas collarino (Ficedula albicollis) macho y el segundo ¡que aún estuviera allí cuando me fui corriendo a casa en busca de la cámara para documentar la observación!. Se trata de la primera cita conocida para esta especie en Aragón y la segunda en la España interior. La mayoría de las escasas citas restantes corresponden al litoral levantino y Baleares. En cualquier caso, se trata de una especie considerada accidental en España.
Macho de papamoscas collarino sobre la rama de un fresno. Foto.: Rodrigo Pérez
Vamos a aprender algo más sobre esta especie y el por qué de su extraña aparición en nuestras tierras.
El mismo ejemplar sobre una rama de sargatillo. Foto: Rodrigo Pérez
Para empezar no debemos confundir el papamoscas collarino con su pariente cercano el papamoscas cerrojillo, este sí muy común en nuestra geografía. Como puede apreciarse en las fotografías, el collarino tiene un ancho collar blanco en el cuello, así como una gran mancha blanca en la frente, características ausentes en el cerrojillo. En ambas especies son los machos en plumaje nupcial los que lucen un espectacular diseño en negro y blanco, siendo las hembras de un marrón mucho más discreto, como corresponde a las especies en las que la tarea de incubación recae en el sexo femenino.
Macho de papamoscas cerrojillo con su característico movimiento de ala. Foto: Carlos Pérez Naval
El papamoscas collarino es una especie de distribución oriental, teniendo sus áreas de cría más próximas a España en el nordeste de Francia. Se trata de una especie migratoria que abandona sus lugares de cría en Europa Central y Oriental hacia finales de verano para desplazarse a sus áreas de invernada en el Sur de África. En primavera retorna a Europa entre los meses de abril y mayo. En ambos pasos migratorios sigue una ruta por el Este del Mediterráneo.
Hasta aquí lo normal, pero ante situaciones meteorológicas especialmente adversas, los animales pueden verse forzados a desviarse de sus movimientos habituales, y esto es lo que muy posiblemente pasó con nuestro invitado. Una situación de fuertes vientos de componente Este desplazaron a miles de aves más al Oeste de lo que habitualmente viajan. Este hecho puede explicar la presencia de otras especies poco habituales en el Oeste de Europa, como el mosquitero silbador (Phylloscopus sibilatrix). También en el parque observamos al menos tres individuos de este bonito pájaro.
Mosquitero silbador. Foto: Carlos Pérez Naval
Esta observación aislada nos demuestra que hasta en el lugar más cercano y menos pensado la Naturaleza nos sigue sorprendiendo con gratos momentos, sólo hay que prestar buena atención y aprender a disfrutar de cada situación y cada rincón, sin olvidar echar un vistazo al mapa del tiempo. El segundo Gran Año de Teruel es la excusa ideal para salir con los prismáticos a disfrutar. ¡Ánimo a todos!.
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