En la tercera excursión de Paseos Xiloca mañana domingo 22 de mayo nos vamos a conocer el Sabinar de Rubielos de la Cérida y los roquedos del Caño del Gato (Barranco de la Montona), en la vertiente de poniente de la sierra de Lidón.
Hemos quedado a las 9.00 horas en la iglesia de Rubielos de la Cérida. La ruta es de 7 km de longitud y se tiene previsto acabar sobre las 13.30. Muchos nos quedaremos a comer por allí pero quien lo desee puede partir al término. Para inscribirse solo hay que pulsar este enlace y rellenar con los datos.
Además del paseo dedicaremos un rato a conocer las trincheras de la Guerra Civil, la Balsa de Rubielos y la Falla Cuaternaria. Y habrá más de una sorpresa ...
Aquí os queremos contar algunos de los valores de este espacio natural.
La sierra de Lidón es un conjunto
de cabezos que se elevan sobre un altiplano situado a 1.200 m de altitud. En
realidad, es una prolongación hacia el nordeste de la sierra de Palomera. Los
montes de San Cristóbal (1.494 m), Cerro del Mas (1.454 m) o Lituelo (1.422 m) son
relieves muy poco conocidos que se integran en el paisaje que se observa desde
cualquier zona elevada de la comarca del Jiloca al mirar al mediodía, hacia el
Campo de Visiedo.
Es un pequeño nudo hidrológico.
Las aguas se encauzan hacia el Alfambra, el Pancrudo y el Jiloca a través de
una serie de ramblas de caudal irregular. Las precipitaciones (500-600 mm
anuales) son algo más elevadas que en el entorno aunque muy inferiores a lo
esperable por su notable altitud. Las temperaturas medias (9 ºC), algo más
bajas, pero sin padecer las inversiones térmicas del fondo del valle. Las
rocas, calizas en su mayor parte, son muy permeables.
Rubielos es un topónimo que
indica tierras royas. Son las arcillas y margas que se depositaron hace unos 210
millones de años (Triásico Superior) en ambiente de marismas salobres bajo
clima árido acompañados de yesos procedentes de la precipitación de las sales
de aquellas salinas naturales.
Un avance del mar durante el
Jurásico Inferior y un prolongado periodo cálido de más de 10 millones de años permitió
el depósito de fangos carbonatados en un ambiente de plataforma abierta y de los
restos de una rica fauna marina con cefalópodos (ammonites y belemnites),
equinodermos y braquiópodos (rinconelas y terebrátulas). Estos sedimentos (y
otros posteriores que los sepultaron) emergieron mucho después (orogenia
Alpina) formando parte ya de la cordillera Ibérica. Estas zonas elevadas, ya
bien entrado el Terciario (Paleógeno) fueron desmanteladas por la erosión, arrasándose
y enviando sedimentos detríticos gruesos (gravas y limos) hacia el oeste (monte
de Monreal del Campo y de Bueña) y el norte (Bañón).
La creación reciente de la fosa
del Jiloca (falla de Rubielos) reactiva la erosión en los altos y el depósito en
glacis que conectan los montes con el recién formado valle.
El paisaje vegetal está dominado
por el carrascal y el sabinar albar. Los carrascales prosperan en las zonas más
bajas. Son tallares aprovechados como leñas y presentan una notable extensión.
El sabinar, que ocupa las zonas más elevadas, ha tenido un uso como pastizal
para los rebaños de ovino por su estructura más abierta. Flora rupícola de
interés en los peñascos calizos que han funcionado como un refugio para plantas
delicadas por la presión antrópica sobre los bosques originales.
Estos roquedos son igualmente uno
de los escasos ambientes rupícolas en unos entornos en los que predominan los
bosques y, en los últimos siglos, los pastos y los cultivos. Son apropiados
para la nidificación de rapaces que tienen sus cazaderos en las zonas abiertas
del entorno. Y para algunos mamíferos, como la cabra montés, que recupera
territorios tras la despoblación humana.
Los sabinares tienen una gran
importancia para la invernada de los zorzales y de otros túrdidos. Los conos
femeninos de la sabina albar, negral y de los enebros son el alimento para
estas aves que, al dispersas sus semillas, están acelerando la repoblación
natural de estos montes.
En esta excursión podremos
disfrutar del esplendor de la primavera en el sabinar. En plena floración, el
erizo, el guillomo y la aliaga. Violeta, blanco y amarillo salpican los cabezos
entre el verde del sabinar.
No es raro observar al corzo, la
liebre o el zorro. Con más suerte y algo de nocturnidad, al gato montés, el
jabalí o el tejón. O los murciélagos rupícolas. Las horas centrales del día son
el momento de los reptiles como el ardacho, la culebra verde (bastarda) y la
lagartija colilarga. Y de las águilas forestales, como la culebrera o la
calzada.
Estos montes de Bañón, Bueña,
Caminreal, Monreal del Campo, Rubielos de la Cérida y Torrijo del Campo están
catalogados como Lugar de Interés Comunitario "Sierra de Palomera"
y forman parte de la Red Natura 2000.
Más información en este otro enlace de la página del Centro de Estudios del Jiloca.
¡Te esperamos!
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