El pasado sábado continuamos el Curso de Ornitología práctica de la Universidad de Verano de Teruel que promueven ADRI Jiloca-Gallocanta y la Fundación Antonio Gargallo.
Se trataba de conocer la avifauna de un robledal mediterráneo de montaña. Para ello, nos acercamos hasta Olalla para recorrer el marojal de Val de Villarejo, en la solana de la sierra de Pelarda.
Al poco de llegar cayó un fuerte chubasco que nos obligó refugiarnos en las furgonetas. Mientras tanto, en la nuestra, con Kees Woutersen como profesor fuimos reflexionando las particularidades del bosque como ecosistema y su influencia en la comunidad de aves.
Cuando cesó la lluvia nos dirigimos el fondo de la val para cruzar el barranco del Ortigal por un paso de ganado. Como si de un resorte se tratase, los pájaros del bosque iniciaron una súbita actividad. Movimientos rápidos y fugaces entre las ramas, pero sobre todo, los cantos y reclamos procedentes de la espesura.
Los pinzones vulgares recorrían emparejados los prados para volar hasta las ramas altas de los marojos ante la menor inquietud. Un poco por todo, pero especialmente en las zarzas escalambrujeras que recolonizan la pradera se prodigaban los carboneros comunes. Entre las sargas y espinos del barranco, sobre las endrineras en flor, el ruiseñor común se desgañitaba con sus gorjeos marcando su territorio ante un vecino que hacía lo mismo en el margen del robledal.
Entre los espinos que salpican el prado se veía alguna pareja de escribano soteño.
Nos internamos en el marojal. Se trata de rechizos que nacen de cepas cientos de veces aprovechadas por sus leñas. La cobertura es muy densa aunque la altura no supera los cinco metros. En su interior abundan las plantas trepadoras y lianoides, los espinares de orla y los estepares indicadores de la regresión de su suelo.
Petirrojo. Foto: Rodrigo Pérez
Entre la espesura se oían abundantes petirrojos, mirlos comunes, mosquiteros papialbos y currucas capirotadas. En las orillas, mito, herrerillo común, chochín, verderón común y la alondra totovía.
En vuelo de caza, sobrevolando la ladera y atento a cualquier movimiento el gavilán se internó por la cabecera del barranco por donde se oía el cuco.
Gavilán común. Foto: Rodrigo Pérez
De vez en vez, pasaban raudas con dirección norte pequeños bandos de golondrina común.
En el grupo de Alex Onrubia y en el de David Bowery escucharon a una curruca zarcera y a un acentor común. Estas citas tienen interés para conocer mejor la avifauna nidificante en la comarca ya que es muy probable que ambas especies críen en la zona, para las que ya se dispone de algún registro en otros años. Aunque también es probable, sobre todo en el caso de la curruca zarcera, que se trate de algún ejemplar sedimentado durante su paso migratorio prenupcial a causa del temporal de lluvia como hemos podido observar varios días después.
1 comentario:
Buenas fotografías de esta área natural.
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