La semana pasada hicimos una escapada hacia las tierras del Macizo Central francés, conjunto de montañas algo desplazadas hacia el sudeste del país y que tienen su continuidad con el arco Alpino, tras la interrupción del valle del Ródano.
Con base en el pequeño pueblo de Saint Enimie (Valle del Tarn), nos movimos entre los departamentos de Lozère, Aveyron y Cantal. Esto es, entre el norte de la región de Languedoc-Roussillon y el sur de Auvergne.
Hemos podido conocer tres espacios naturales protegidos.
El Parc naturel regional de Grands Causses o de las grandes mesetas calcáreas. Se trata de una serie de mesetas (causses) situadas a unos mil metros de altitud abiertas por los ríos Tarn y Jonte que forman unos profundos y espectaculares desfiladeros.
El clima es de carácter atlántico aunque la permeabilidad del sustrato rocoso favorece la infiltración y limita el desarrollo vegetal, sobre todo en zonas venteadas.
Por ello, abundan las manifestaciones kársticas, tanto internas (numerosas cuevas visitables)
como externas.
Los bosques de pino silvestre y de roble se extienden por las laderas de los cañones, mientras que los páramos contiguos están dedicados al pastoreo y al cultivo. Estos debieron tener una intensa reforestación con coníferas hace unos cuarenta años y ahora son ya un mosaico.
La ganadería de ovino ha sido hasta 1950 la base económica y el agente modelador del paisaje y el núcleo de la cultura caussenard. Sorprende encontrar una amplia variedad de postales turísticas con motivos ganaderos (parideras, abrevaderos, trashumancia) que te hacen reflexionar sobre los cambios que pueden operar en las tierras turolenses en las próximas décadas.
Las posibilidades de hacer turismo cultural y activo son incontables. Pueblos diminutos colgados en el abismo y completamente restaurados (segunda residencia, por lo general)….ríos cristalinos en los que bañarse o hacer piragüismo …..
cientos de kilómetros de senderos marcados formando una densa red de GRs y PRs, museos temáticos de etnología, granjas que ofrecen sus productos artesanos (queso, miel, embutido...), castillos y palacios, etc.
Nos llamó la atención la existencia de un observatorio de buitres muy preparado con medios para seguir la colonia que cría en una pared y que recibe miles de visitantes anuales. En las últimas décadas se han reintroducido con éxito el buitre leonado y el negro siendo comunes sobre todo el primero.
La escasa presencia humana ha favorecido también la recuperación de la fauna. Abundan los corzos, ciervos y jabalíes, se ha reintroducido el castor y comienzan a llegar los primeros lobos.
Muy cerca se encuentra el Parc National de Les Cevennes. Incluye un conjunto de suaves montañas en las que se da una variada litología (esquisto, granito y caliza) y donde se produce una transición entre el clima mediterráneo (que incide desde el sudeste) y el atlántico. Tiene su cima en el monte Lozère (1.699 m.) y otras más modestas como el monte Aigoual (1.567 m.), al que nosotros accedimos.
Predominan los bosques de caducifolias (hayas, robles, castaños y otros) y de coníferas (pinos silvestre, abeto, píceas, etc.) procedentes tanto de la recuperación espontánea de la vegetación como, sobre todo, de la intensa reforestación puesta en marcha desde finales del siglo XIX.
Entre los 800 y los 1.200 m. de altitud los robles forman densos bosques con una corte de especies tanto mediterráneas como eurosiberianas.
En las vertientes más soleadas crecen densos encinares que brotan de cepa pero que al no haber sido cortados para leña forman un matorral alto que nos resulta chocante.
De nuevo, la mayor parte de las aldeas están deshabitadas aunque todas las casas y dependencias se encuentran restauradas.
Por otra parte, la administración se ha implicado en la recuperación tanto de edificios históricos (castillos) como de casas de campo, al concedérsele un gran valor a la cultura popular.
Nos introdujimos en la cultura del castaño. Este árbol ha sido uno de los pilares (junto con la seda y el ovino) de la economía tradicional de la comarca. En la actualidad, en su mayoría han sido abandonados quedando invadidos por el matorral y el roble aunque aún quedan varios miles de hectáreas y cientos de ejemplares monumentales.
Desde el Parque hay un programa para fomentar entre los propietarios la recuperación de estas arboledas, por su valor cultural y ambiental.
En concreto, en el recorrido a la aldea de La Roquette se podía disfrutar de un audiovisual (¡¡sin vigilancia y gratuito!!) en el que el antiguo propietario explicaba en occitano (había traducción al francés en folletos) el uso de los recursos naturales del valle.
Otra jornada la dedicamos a conocer la comarca de Aubrac, una meseta de rocas volcánicas dedicada fundamentalmente a la cría de una raza local de vaca.
Kilómetros y kilómetros de pastos salpicados de bosquetes forman un paisaje armonioso y en el que de nuevo hay un gran aprecio por la cultura campesina, que se manifiesta en la valoración de los productos ganaderos como en la arquitectura popular.
En medio de la llanura nos sorprendió la cascada que formaba un pequeño arroyo y que nos permitió conocer la naturaleza litológica de este territorio.
La caída de fragmentos de roca permite observar en la oquedad formada la disposición de los basaltos en formas de prismas alargados que resulta tan propio en la consolidación y enfriamiento de los magmas básicos.
Esa misma jornada visitamos en el pueblecito de Sainte-Lucie el centro de interpretación de Les Loups du Gévaudan. Es un parque faunístico en el que pueden observarse en recintos accesibles un buen número de lobos en de Polonia, Canadá, Siberia y Mongolia.
Gozando de más espacio y lejos de la presencia humana viven en semilibertad en un recinto de 15 hectáreas. Los ejemplares no son procedentes del medio natural.
En esta región, entre 1764 y 1767 una criatura conocida como la Bestia de Gevaudan causó la muerte a entre 70 y 130 personas, generalmente niños y mujeres. No se sabe con seguridad la identidad del animal y aunque se habló de un gran lobo, no se descarta algún carnívoro exótico escapado. Este hecho conmocionó en su tiempo a toda Francia y aún hoy es muy conocido. El centro fue fundado hace 25 años y recibe anualmente cien mil visitantes.
Otra jornada la dedicamos a conocer el Parc naturel regional des Volcans de Auvergne, el de mayor extensión de Francia (375.000 Has.).
Es una ocasión para aprender Geología ya que hay mucha información que ayuda a interpretar los elementos del paisaje.
Nos centramos en el macizo de los Montes Cantal, muy famosos por sus praderas, sus vacas, sus quesos …
y por el modelado de origen glaciar de las montañas volcánicas…
De nuevo una red de senderos invitan a recorrer los montes, con sus bosques y prados, y lamentamos no disponer de más tiempo para conocerlos mejor.
Nos quedamos con el sabor de los grosellas y las fresas que crecían en las márgenes del camino que nos internó en los hayedos del valle que nace al pie de Puy Mary (1.787 m.).
En suma, mucho patrimonio natural y cultural, al tiempo que una sociedad culta que aprecia pero que también dedica su tiempo y su dinero a conocer los pueblos y montañas de su país. De hecho, casi todo el turismo era de origen francés. Vuelves con una agradable recuerdo, muchas ideas y la convicción de que aún falta mucho camino por andar para conseguir algo así en Aragón.
2 comentarios:
Cuando el tiempo se detiene la imagen te cuenta una historia esta muy vacano el paisaje la casa el risco preciosa muy genial.
Es un hermoso lugar, si que seria una gran experiencia visitarlo.
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