Noches largas de enero. Cielos rasos, con todas las estrellas. Uno de los rasgos propios de estas tierras altas.
Madrugadas con rosada. El frío muerde en la piel. Un ejército de cristales blancos cubre pueblos, campos y montes. Un ejército que se retira con los primeros rayos de sol aunque se hace fuerte en las umbrías.
En el centro del día, el sol entibia. Más no llega a fundir el hielo formado en las orillas del Huerva, como ayer en Villadoz.
Cuando empieza a caer, vuelve un fresco raro que se hace frío intenso en menos de una hora.
Hay que recogerse tan pronto la tarde cae. Y vuelve el espectáculo al cielo.
Los almendros, que ya abotonaban sus ramas, repretan las yemas esperando mejores días. Lo agradecerán.
El frío invierno, con sus heladas extremas, es uno de los rasgos que caracterizan a esta tierra dura. Una de sus señales de identidad y, tal vez, sea uno de los agentes que más han cincelado el carácter de sus gentes.
Hoy a mediodía, en el Telediario de la 1, la información meteorológica daba un primer avance con las temperaturas mínimas de la noche anterior en diversas ciudades españolas. Teruel, con sus –13 ºC, era la mínima entre las capitales de provincia. Inexplicablemente era ignorada en beneficio de otras capitales con valores no tan extremos.
Es una oportunidad de promoción de esta difícil tierra. ¡Hasta eso se le escamotea!
El frío no le trae mucho bueno, pero la hace singular. Y la promoción de una tierra se apoya en lo que la hace diferente.
Como suele decirse, que se hable de uno …. ¡aunque sea bien!
3 comentarios:
Siempre he dicho que deberíamos vender hasta el frío. Pero claro, en las televisiones tiene más tirón la Cibeles congelada que el frío y triste Teruel, que siempre es lo mismo. Excepto a mediodía. Un directo desde la plaza del Torico de Silvia Barraca puso ayer las cosas en su sitio.
Vivimos en un pedazo de tierra más propio del interior europeo y asiático que de la mediterranealizada España (la gente se ha vuelto un poco sibarita, bastante termo y mesomediterránea, lo cual no extraña demasiado con tanta concentración viviendo en las costas y un interior cada vez más despoblado). Este frío continental hermano pequeño de las estepas rusas y mongolas tampoco se siente con toda su intensidad en las ciudades, con su enorme boina de calor. En definitiva, la gente se ha olvidado de que vivimos en un país que no todo es sol y playa. El interior siempre ha sido frío.
Nuestros páramos y valles helados en soledad, sin embargo, son parte de ese territorio auténtico, de siempre, un legado más de la naturaleza con el cual han convivido siempre nuestros antepasados, el de las noches bajo cero, la rosada, fuentes y lavaderos helados, el frío con denominación de origen que curte y limpia cuerpo y alma y hace ver y sentir que hay momentos todavía vírgenes y mágicos en este mundo que vivimos. Pero claro, esto no hay que verlo por la tele, hay que sentirlo. Y hay que saber transmitirlo sin caer en el tópico. De eso las televisiones saben bien poco...
Genial la entrada Chabier :)
Por eso hay que "visibilizar" todo lo posible el mundo rural en la sociedad.
En estos temas, la publicación de imágenes de paisajes con meteoros en los informativos que estáis haciendo algunos es fundamental.
En urbanocentrismo es demoledor. Siempre lo ha sido, pero ahora más que nunca....
En la actualidad con los calores fuertes que hay, ya hace falta algo de frio y bastante la verdad.
Publicar un comentario