Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 3 de enero de 2011

EL MORRÓN, EN LA CARA OCULTA DEL MONCAYO

Me gusta tener libros sobre la Naturaleza de Aragón. Pero lo que más me gusta es darles uso en el campo, bien aprendiendo con su lectura, bien llevándolos durante las jornadas de campo. Interpretar el paisaje, reconocer especies o procesos ecológicos.

Aves Moncayo

Y desde hace un tiempo tenía una pequeña joya por explotar. Se titula “Las aves y su entorno natural. Paseos guiados por la comarca de Tarazona y el Moncayo” . Es una guía ornitológica de uno de los territorios más emblemáticos de Aragón. Los textos, escritos por Manolo Mercadal, describen su avifauna y ambientes naturales en veinte recorridos fácilmente practicables por toda la comarca. Magníficamente ilustrado con dibujos de Javier Gomollón y fotografías de diversos autores, contiene además de buen número de planos y perfiles que facilitan su empleo durante las excursiones.

Estas navidades aprovechamos para hacer una escapada y subir a El Morrón, que con sus 1.730 m. es la cima del sector meridional del Parque Natural del Moncayo. Y para ello, seguimos la ruta nº 10 “Bosques de acebos y rocas calizas”.

Se entra por Alcalá de Moncayo en dirección al barranco de Valdeavellano (o de los Moros).  Después de pasar junto a unas granjas, dejamos el coche en la paridera de Letosa y comenzamos la excursión tomando el camino que asciende entre campos siguiendo la dirección del valle y en paralelo a una pequeña acequia que desciende desde la Fuente de Valdeavellano. A mano derecha resaltaban las espectaculares Peñas de Herrera.

Antes de llegar a la fuente, la pista dobla hacia la derecha y comienza a remontar a través de una orla de matorral espinoso. El camino pasa junto al Corral de la Parda, testimonio del antiguo aprovechamiento ganadero. El camino sigue ascendiendo a través de un carrascal cada vez más denso que tapiza la inclinada ladera del Cerro de las Pilas. Junto al arroyo –estos días seco- del Barranco de la Coja nos encontramos a un tranquilo jabalí.

Entre el carrascal comienzan a observarse los primeros acebos. Por estas fechas, los pies femeninos muestran los rojizos frutos. Su lustre foliar resalta con la luz de la mañana y lo distingue de las vecinas matas de carrasca. 

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Algunos pies presentan un gran número de brotes basales con hojas muy espinosas y unas ramas altas con hojas de borde liso.

Abunda el biércol o brueco (Calluna vulgaris), el tomillo (Thymus vulgaris), el cantueso (Lavandula pedunculata) y el escaramujo (Rosa canina).

Desde hace un buen tramo el sustrato está constituido por areniscas rojizas algo laminadas. Esta roca produce un suelo silíceo y con cierta capacidad de retención hídrica, lo que favorece a plantas exigentes en humedad como el acebo, a pesar de la incidencia del desecante cierzo.

Se pasa por el Collado de la Francha, desde donde se divisa la localidad de Añón y su amplio carrascal, claramente parcelado por su manejo en régimen de cortas regulares. En la ribera del río Huecha (La Huecha, como allí llaman) se ven grupos de chopos cabeceros junto a cultivos de clones híbridos. A lo lejos, las lejanas cumbres nevadas del Pirineo.

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Algo más hacia el este, se adivina Alcalá. Enriscada sobre el amplio valle y parcialmente oculta por la urbanización Cumbres del Moncayo, ejemplo ésta del desarrollismo inmobiliario que dio mucho que hablar a finales de la pasada década de los ochenta tras su autorización por el Gobierno de Aragón.

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Después de una lazada, la pista supera el carrascal y continúa ascendiendo por la umbría del Cerro de Las Pilas, ahora un pastizal con erizón salpicado de enebro rastrero y de acebos.

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El tiempo atmosférico era muy apacible, aunque habitualmente debe de ser una zona muy expuesta al viento. Fiel indicador es el predominio del erizón, cada vez más abundante al ascender sobre todo a partir de los primeros afloramientos calcáreos.

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Comenzamos a encontrar los primeros mantos blancos de la reciente nevada. A lo lejos, la cumbre del monte Lobera, en la misma raya con Castilla.

Estamos en lo que el profesor Pedro Montserrat denomina los bosques forrajeros de la sierra del Moncayo. Pastos con acebedas protectoras, propias de climas de montaña de influencia cantábrica, en la que el arbusto aseguraba las persistencia del rebaño en años malos.

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La pista suaviza la pendiente al pasar junto a las crestas calcáreas del Cerro de Las Pilas (1.482 m.) evitándose el barranco de Hoya Mayor. En la inclinada ladera del cerro se extiende una extensa y representativa muestra de estos pastizales con acebos, especialmente sobre los sustratos silíceos.

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Se sortea el Alto de Hoya Mayor (1.574 m.) para salir al Collado del Pájaro. Desde allí, se yergue El Morrón o Muela de Añón, mole calcárea de suave relieve que recuerda un alargado castillo. Abandonamos la pista para iniciar el ascenso.

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Durante el ascenso al monte vamos sorteando la nieve acumulada entre los erizones. Los rayos solares del atardecer iluminan las Peñas de Herrera, ofreciendo magníficas vistas.

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El Morrón es una divisoria entre la Huecha y el Isuela. Desde su cima se vislumbra la Plana de los Ascones y se adivinan los cañones de Purujosa y Calcena. Son paisajes deforestados desde antiguo por el aprovechamiento ganadero de los montes.

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Descenciendo por la suave cresta alcanzamos de nuevo la pista, por la que muy pronto se alcanza el Collado de la Estaca, encrucijada del sector meridional de la sierra. Como llaman ahora, la Cara Oculta del Moncayo.

A mano izquierda se abre el barranco de Valdeavellanos. A través de un sendero resolvemos la abrupta caída, disfrutando de los pastos con acebo que también se extienden por la solana del Alto de Hoya Mayor. A nuestra derecha, las impresionantes Peñas de Herrera son sobrevoladas por bandos de buitres. Al pie de la Peña La Gotera (la más baja) se aprecia una mancha de boj, algo socarrada para favorecer el pasto.

Y, tras pasar junto a la fuente, se accede a la pista original.

Otro rincón solitario y hermoso de la Cordillera Ibérica. 

2 comentarios:

Fer dijo...

Tremendas estas dos últimas fotografías, casi lunares!!

Rosa dijo...

¡Qué bonitas las fotos!
Rosa