Venimos observando de unas semanas a esta parte los montes de nuestra comarca, y en general de toda la Ibérica, llenos de gente en busca de los deliciosos hongos. Setas de cardo, champiñones y especialmente los muy buscados rebollones son, entre otras, objeto de intensa búsqueda por parte de muchas personas.
Tras varios años sin cosecha micológica las generosas lluvias de comienzos de otoño han sido muy beneficiosas para el campo, y el tiempo benigno ha propiciado la salida de estos pequeños y deliciosos regalos que brotan del suelo de nuestros montes.
Los dos últimos veranos han sido muy secos y calurosos
Pero también corren tiempos oscuros para nuestros hongos. La situación económica límite de mucha gente invita a su recolección masiva que genera importantes rentas, hecho que puede comprobarse en prácticamente cualquier pinar de la ibérica estos días. En otros casos es la sana afición, que invita a pasar un día de campo y coger cuatro setas (pretexto eterno y universal para el gran almuerzo con trago de vino, para mucha gente la buena compañía se disfruta más incluso que un cesto lleno de setas). Sin embargo, la recolección de hongos se ha convertido en todo un aprovechamiento a gran escala que mueve mucho dinero, y que, lamentablemente, viaja lejos, incluso a comunidades vecinas, donde sí genera riqueza, sin recalar apenas en nuestros municipios, en nuestros montes.
Así, el paso del otoño deja suelos removidos en muchos de nuestros pinares, junto a un sinfín de basuras, mientras que miles de kilos de hongos salen de nuestros montes y se convierten en billetes que circulan al margen, muy lejos de nuestros pueblos.
Urge ya una gestión real de los recursos micológicos de nuestros montes. Como aprovechamiento indirecto y estacional de nuestras masas forestales, no es posible que se estén sacando impunemente productos al exterior que generan excelsos beneficios sin revertir de forma alguna en los propios montes o en sus municipios. No se trata de ponerle puertas al monte, se trata de gestionar un recurso que, como la caza, la pesca, debe estar regulado en los tiempos que corren.
Es necesaria una política forestal que regule estos aprovechamientos de una forma eficaz, teniendo en cuenta las distintas situaciones y variantes: no es lo mismo el señor de toda la vida del pueblo que va a coger cuatro setas para su cena que las hordas de rebuscadores que buscan el máximo negocio y rentabilidad, dejando el monte esquilmado. En estos casos, se deberían pagar tasas en función de los kilos extraídos con un límite máximo (que no recolectados, pues de esta forma y a esa escala no debería llamarse así). Similar a los cotos de pesca con un cupo de capturas diarias.
Es de justicia que una parte de los beneficios que salen del monte se reviertan en el propio monte. Lo recaudado, por poco que sea y que sin duda será ínfimo en comparación con el valor de mercado, debería servir para mejorar las condiciones de los propios montes: mejorar accesos y pistas forestales, campañas de divulgación y sensibilización, vigilancia activa durante la campaña para evitar destrozos, trabajos de claras y clareos (que propiciarán la regeneración del arbolado y la apertura de claros, pues muchas masas envejecidas y muy cerradas ya no son productoras de muchos hongos, etc.).
3 comentarios:
Los bosques viejos son escasos en la Ibérica. Suelen tener mucha madera muerta y un horizonte con más humus lo que favorece a los hongos propios de las fases maduras del bosque. Y, posiblemente, tengan especies de hongos de las fases maduras de la sucesión ecológica. Esos bosques ... yo los dejaría tranquilos.
Otra cosa son los cultivos forestales de pinos con escaso desarrollo en los que no se han hecho aclareos y las densidades son excesivas.
al final a pagarlo el de siempre,el que sale a pasar la mañana y almorzar en plena naturaleza despues de pasar la semana rodeado de cenutrios y desalmados,no dejo de reconocer que hay muchisimo guarro que no deberian dejarlo salir ni a la puerta de su casa,si en vez de tirar basura cuando acabas de almorzar das una vueltecita y recoges la basura que haya alrededor a la vuelta de pocos años el monte estaria limpio,pero los ayuntamientos despues de muchos años de no hacer ni caso de los montes(ni limpiarlos,ni arreglar carriles etc.) se les a abierto los ojos cuando entiempo de escaseo han visto el negocio(vamos a cobrarles a estos paletos) esto es lo facil señores,si lo que no quieren es el aprovechamiento comercial como bien dicen POR QUE NO PROHIBEN SU VENTA,haciendo esto se acabo las manadas de rumanos y el tener que cobrarnos por salir una mañana a por 4 setas y almorzar,pero claro dejariamos a la gente que tiene pasta y no quiere ensuciarse para cogerlos pero les encanta comerselos, señores mas mano dura para los guarros,rumanos y puñeteros empresarios (españoles) que los contratan y menos querer cobrarnos a los pobres desgraciados que igual no llegamos a final de mes y que nos quieren quitar la unica aficcion que tenemos que es hacer 2 o 3 salidas al año a por rebollones(al final aqui te van a cobrar hasta por respirar,y despues dicen que esto es una democracia,que no es una dictadura pues al pobre cada vez nos dejan hacer menos cosas o pagas o no pudes hacer nada COMO EN UNA DICTADURA.)
Pues sí, habría que encontrar la manera de no perjudicar a la gente que sólo quiere pasear por el campo, coger unas cuantas setas e irse a su casa.
Y gravar duramente a cualquiera que se dedique a la venta de hongos silvestres salvo que se demuestre que esa persona no tiene otros recursos.
Sé que lo que digo es difícil, pero ya vale de pagar justos por culpables.
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