Regularmente debemos desplazarnos desde Calamocha a Valencia. Cuando viajamos en familia empleamos el coche particular. Pero cuando debo viajar solo siempre me ha gustado desplazarme en tren. El ferrocarril aunque era notablemente más caro que el autobús, algo más lento y con menor frecuencia, siempre he preferido el tren por una serie de razones ambientales y sociales. Y viajaba feliz en tren.
La primera es la comodidad. El tren es espacioso, me permite levantarme y estirar las piernas, leer sin marearme y, sobre todo, escribir o corregir exámenes sobre las amplias mesas. O sencillamente, disfrutar de los paisajes preciosos del Jiloca, Escandón, los llanos de Barracas o los olivares del Palancia. Siendo los mismos, cada día con una luz nueva, mostrando un nuevo detalle.
La opción del tren tiene también razones ambientales. El ferrocarril tiene una mayor eficiencia energética que el autocar y, ni que decir tiene, que el automóvil particular. Es un medio que consume menos energía y que contamina menos. Y que, en proporción, causa menos atropellos a la vida silvestre. Vamos, que es claramente más ecológico.
Pero también tenía una componente de compromiso con la tierra, con nuestras comarcas del sur de Aragón. Si éstas líneas deficitarias no se emplean, se hacen menos rentables, los aragoneses tenemos que pagar más para mantenerlas y su futuro es más incierto en esta sociedad mercantilista. Aún cuando tenga un gran interés social. Me cansa las permanentes quejas sobre las deficiencias de la línea férrea Zaragoza-Valencia de algunos de los “teruelexistentes” que ni emplean el tren ni intención que llevan. Debemos exigir buenos servicios públicos, pero también intentar ser coherentes. Ya sabemos que es más comodico el coche particular.
Igualmente me ha gustado que mis hijos –e incluso mis alumnos- emplearan este medio de transporte y esta línea férrea cuando les resultara posible. Por disfrutar de esta vivencia. Algo nuevo, un contrapunto necesario ante una sociedad en la que el coche y el AVE son objetos de culto.
Hasta ahora.
Desde hace unos meses RENFE (o el Ministerio de Fomento) ha encarecido extraordinariamente las tarifas. El viaje Calamocha-Valencia cuesta en tren 24,40 euros mientras que en autobús el mismo trayecto supone casi la mitad (12,36 euros). Este precio es disuasorio, invita a desertar del tren. Y todavía más en una época de profunda crisis económica.
Asumíamos un cierto sobrecoste, peores horarios y algo de retraso pero un precio así es inasumible. Uno puede ser romántico o militante, pero todo tiene un límite.
A veces tienes la impresión de que RENFE sabe que con esta medida va a perder la mayor parte de los pocos viajeros con los que contaba esta línea. E, incluso, incrementar sus pérdidas. ¿Es esto lo que se persigue para justificar el cierre de esta línea?
5 comentarios:
25 euros, casi nada. Justo la mitad en autobus. Asombroso.
Practicamente resulta rentable hasta para una sola persona ir en coche, aparcar a la entrada de Valencia y moverte en transporte publico.
Feliz año.
Se perdió la gran oportunidad con las últimas obras. Gastaron millonadas en tirar viejas estaciones y apeaderos, se arreglaron algunos tramos pero no se optó por cambiar el trazado en los puertos, la gran y efectiva obra para reducir tiempos. Fue un lavado de cara a una línea que dejó de interesar ya a finales de los 80. Quién no se acuerda de aquellas manifestaciones cuando el fantasma de cierre se cernió por primera vez, aun con el recuerdo fresco del cierre de la linea vieja Caminreal - Calatayud.
Vivimos en un territorio disperso y lejanos de los grandes nudos de comunicación, todo el norte peninsular tiene una red de Feve que permite viajar entre pequeñas poblaciones interconectando grandes y pequeñas ciudades, es una pena que ese modelo no se implantase en nuestras tierras hace ya años.
En Aragón los políticos nunca han apostado de verdad por el ferrocarril, es de locos que desde Zaragoza se tarde más ir a Teruel que a Madrid o Barcelona. Seguramente habrá más cosas que hacer en esas grandes ciudades que en nuestra capital o nuestros pequeños pueblos, ¿verdad?
Lo que vamos a vivir es la muerte anunciada de una línea comprada y vendida en el parlamento por esos grupos políticos que tanto se les llena la boca al hablar de Aragón, un proceso de muchos años.
A ver quién es el guapo que la salva ahora del cataclismo.
Aun recuerdo esos largos viajes en mis tiempos de estudiante, cuando en la estación había taquillas y podías sacarte un billete a Gandía sin problemas (incluso el trayecto en cercanías entraba dentro del importe del billete del regional). El viaje era lento pero muy entretenido, como dice Chabier cada viaje marcaba el ritmo estacional, los horarios los mismos, el tiempo, la luz, la vegetación, tan diferente en cada viaje...
Hoy ya no hay taquilla y muchas de nuestras estaciones (incluyendo Calamocha-Nueva) es un simple apeadero, pero a cambio los trenes tienen todo lujo de detalles: máquina de refrescos, enchufes, una apariencia mucho más moderna y acorde con los nuevos tiempos... es como si siempre faltase algo, como si no se pudiera tener todo.
Insisto en los tiempos de viaje, que al fin y al cabo es la razón tradicional por la cual los usuarios prefieren el autobús, más aun con la puesta en marcha de la autovía A-23. Si se hubiesen esmerado y hubiesen propuesto una inversión seria en el trazado por los puertos (Paniza, Cuencabuena, Escandón, principalmente), aprovechando por ejemplo las obras de la autovía que se ejecutaron prácticamente a la vez, este tren sería otra cosa. A Zaragoza costaría llegar 40 minutos desde Calamocha, por ejemplo.
Siempre se mira el tiempo de viaje, pero ¿que hacemos con con los minutos que ganamos? muchos se desperdiciaran en la papelera. Pocos se pararan a pensar, como se vive, en esos pequeños pueblos, donde el tren, lo ven pasar a diario y seguramente jamas llege a parar.
Me acuerdo la primera vez que vi el AVE, o mejor dicho su luz, casi era de noche, cuando una luz como un reactor, paso rasa a tierra como a 1 Km. de distancia, era el 1º AVE de España (Madrid - Sevilla) circulabamos por una estrecha carretera local y tras saltar las vias, sobre un magnifico puente nuevo, llegamos a la Bienvenida, una paqueña poblacion del SO de Ciudad Real, que consta de tienda-bar, Iglesia y 4 casa abiertas. No se cuando parará el AVE en la Bienvenida (aunque sea para comprar queso, que por cierto merece la pena, lo que si estoy seguro es que sus habitantes, cada dia gastan un poco más de gasoil para escalar el dichoso puente.
Han comentado en las noticias que poblaciones tan importantes como Monzon y Fraga, sufriran recortes en sus horarios de tren.
En esta sociedad enferma hemos asimilado, entre otras basuras, que ir más rápido es sinónimo de progreso, de modernidad.
Aun con los actuales tiempos empleados para cubrir el recorrido, el llegar o no a tiempo a lo que sea se solucionaría con mayores frecuencias.
Además de dar servicio a tantos y tantos pueblos que recorre la línea, se está uniendo Zaragoza con Valencia: dos de las ciudades más populosas de la península.
Con una lógica honesta es inconcebible que se quiera cerrar la línea en vez de mejorarla, que se pidan semejantes precios y que, un gobierno tras otro, se dediquen a ir cavando la tumba del ferrocarril en Aragón.
Pero es que demasiado a menudo, demasiada gente, no quiere admitir, no asumen la realidad de que los gobiernos no actúan con lógica honesta.
Todo gobierno, una vez constituido, tiene presiones mucho más importantes que la que las personas de a pie, protestando, pueden llegar a ejercer habitualmente.
Además, al fin y al cabo, hay que admitir también que las personas que se presenta a la gente para que sean votadas, comparten la visión y los intereses de los que presionan a los gobiernos pues, en definitiva, son el mismo tipo de gente.
Publicar un comentario