En el curso académico 2007-2008 decidimos desde el Departamento de Biología y Geología abordar la programación de las Ciencias de la Naturaleza de 1º de Enseñanza Secundaria Obligatoria (E.S.O.) a través del proyecto “Cambio Climático y Fenología”. El título, demasiado ambicioso para el nivel curricular del alumnado, pretendía en primer término centrar la atención de los chavales -desde muy pronto- en las importantes consecuencias ambientales del calentamiento global, asociándolo a los hábitos personales. Y, por otra parte, se trataba de observar con atención en el entorno todas las manifestaciones de la vida silvestre, de la temperie y de la actividad agrícola que siguen ritmos cíclicos anuales. En el fondo, se trataba de una excusa para llevar al aula el medio natural del alumnado.
Este proyecto fue desarrollado durante dos cursos lectivos completándose en el Primer Ciclo de E.S.O. Y resultó una experiencia educativa muy fructífera e intensa. En este marco surgió Diario de un paisaje, blog de aula en el que a modo de cuaderno de campo, los alumnos y los profesores registrábamos nuestras observaciones personales en los campos y montes, además de ser una herramienta para el trabajo de aula, una agenda de actividades complementarias de corte ambientalista, un observatorio de la actividad agrícola (cada vez más alejada de la experiencia personal del alumno … ¡incluso en el medio rural!) o un medio de difusión público de los valores naturales (espacios y especies) de la comarca del Jiloca.
Otro de los frutos tangibles y que también ha quedado accesible a su consulta fue el trabajo Refranero fenológico del Jiloca. Su objetivo era recoger los refranes que aún se emplean en el habla popular de nuestra comarca con los cambios cíclicos anuales que se producen en la actividad agraria, en el tiempo atmosférico y en la vida silvestre.
Una actividad del proyecto fue poner en marcha la garita meteorológica del Instituto. Recurso educativo formidable para introducir el trabajo científico de observación de fenómenos naturales, recogida de datos y su análisis. El tiempo atmosférico es una de las señas de identidad de este territorios y, además, está directamente relacionada con la experiencia personal. Sin embargo, poco podíamos aportar de nuevo, habiendo en Calamocha varias veteranas estaciones meteorológicas en marcha, tanto públicas (AEMET) como particulares (La garita del Jiloca).
Sin embargo, había un nicho de actividad en la que sí que podíamos hacer aportaciones propias. Aquí surgió una iniciativa enmarcada en el proyecto y que aún sigue en marcha. Desde entonces, y ya han pasado seis años, forma parte del quehacer de todo el alumnado de Secundaria Obligatoria de Calamocha. Se trataba la creación de una Red Fenológica en el Jiloca.
La fenología estudia los cambios en la actividad o en el funcionamiento de los seres vivos que se repiten anualmente de forma cíclica y que están relacionados con las variaciones estacionales en el fotoperiodo y en el tiempo atmosférico. Esta área de las ciencias, a caballo entre la Meteorología y la Historia Natural, tuvo mucho auge entre los siglos XVIII y XX siendo desarrollada por observadores locales que también registraban los datos del tiempo. Entonces el objetivo principal era fundamentalmente agronómico, conocer mejor y seleccionar las variedades de plantas cultivadas que mejor se adaptaban al clima de cada territorio. El éxodo rural, los cambios en la producción agrícola y los avances técnicos en meteorología relegaron la fenología a un segundo plano, al tiempo que iban falleciendo los observadores locales sin surgir relevo generacional.
Hasta que el nuevo paradigma del cambio climático y el consecuente calentamiento global ofrecieron una nueva posibilidad a la fenología. Cientos de investigadores de todo el mundo comenzaban a estudiar las consecuencias que el incremento de las temperaturas tiene en los ecosistemas, en la actividad de las especies. Tanto en el espacio (ascenso latitudinal y altitudinal en el área de distribución) como en el tiempo (periodo de actividad). Un artículo en la revista Quercus, nos mostraba el interés científico y ambiental de la fenología, nos abrió los ojos sobre sus posibilidades educativas. Así surgió la Red Fenológica del Jiloca.
¿En qué consistía? Después de plantear al alumnado qué es la fenología, que objetivos tiene y que utilidades ofrece, seleccionamos un reducido número de especies de plantas y animales en los que centrar la atención. Se trataba de reconocerlos con seguridad y de registrar en un cuaderno personal la primera fecha de cierto fenómeno, como la floración, el primer vuelo de los insectos o la llegada de algunas aves migratorias. Nada más.
Así, el ciclo del curso académico comenzaba con la llegada otoñal del milano real a los pueblos del Jiloca seguida de la inmediata arribada migratoria de las primeras bandadas de grulla común. Tras el lapso invernal, el resto de los datos que iban llegando semana tras semana. Comenzaba con la primera observación de abeja y de las mariposas blanquita de la col (Artogeia rapae) y la numerada (Vanessa atalanta), la salida de su madriguera para solearse de la lagartija roquera, la floración del almendro, la salida de la hoja en el plátano de sombra, la llegada de la golondrina común, la floración del ababol y, por último, la llegada del vencejo común.
Para familiarizarse con estas especies el alumnado busca información en guías de campo o en internet, realizan murales o fichas con los rasgos anatómicos, el comportamiento, la distribución geográfica y el calendario fenológico. Hay qué conocer bien cómo es, dónde se encuentra (en su caso) y en qué fase del ciclo está en cada momento del ciclo anual.
Los datos son aportados al programa “Aves y Clima” que desarrollan SEO-BirdLife y AEMET. Por lo que se parte de su fiabilidad. Es responsabilidad de cada alumno o alumna tener la certeza en la identificación de las especies y en el registro de las fechas. Por ello es una actividad en la que todos deben participar en la fase formativa, siendo entonces evaluable. Sin embargo, no lo es el aporte de datos, para evitar que el alumno los invente para resolver una exigencia académica.
Cada alumno debe recoger estos datos en su localidad de residencia. La mayor parte (80%) viven en Calamocha. El resto en Fuentes Claras, Barrachina, Bello, Odón, Torre los Negros, Caminreal, Torralba de los Sisones, Tornos, Gallocanta, Báguena, Burbáguena, San Martín, Ferreruela, Fonfría, Godos o Allueva. Algunos de los que viven en Calamocha tienen algún padre procedente de algún otro pueblo y al que acuden con mucha frecuencia, prefieren tomar los datos en éstos últimos. Hay pues tantas estaciones fenológicas como localidades con alumnos observadores.
Como la mayor parte del alumnado vive en Calamocha, los datos en esta localidad son muy abundantes por lo que la fiabilidad de los resultados es muy alta. Para las otras localidades hay mucha menos información. Hay pueblos con muy pocos estudiantes. En ocasiones, se pierde la continuidad con la marcha del último alumno. Hay en cada uno de ellos, chicos muy observadores o motivados …. pero otros no tanto. Esto reduce el valor de los datos en algunas estaciones fenológicas.
En cualquier caso, al consultar el mapa de distribución geográfica de los voluntarios en el programa Aves y Clima puede observarse una nubecica de puntos en el Jiloca. Y al navegar por la página, los cientos de registros aportados en estos años.
Mapa de colaboradores en el programa Aves y Clima durante el año 2012
¿En qué fase nos encontramos del estudio? Pensamos que para observar tendencias hacen falta series largas y seis años es insuficiente. Pero, dentro de algunos cursos más, con nuevos chavales que entren, tal vez sea el momento de comenzar su análisis. Mientras tanto, los ojos de los chavales del IES Valle del Jiloca seguirán fijándose en los cielos y campos de su pueblo. Y, nosotros, los profes, disfrutando año tras año, el espontáneo alborozo que cada lunes de otoño o primavera traen al aula con la noticia de su pequeño descubrimiento, ese primer bando de grullas que vieron cuando iban al polideportivo o ese primer almendro en flor que han descubierto frente a su casa y en el que no habían parado cuenta.
Hace un tiempo, el calamochino Jorge Herrero, redactor en el programa Aragón Noticias (Aragón Televisión) supo de esta actividad y nos propuso elaborar una información sobre la red fenológica para su emisión en un noticiario.
Alicia Benhamou y Miguel Cebrián (como alumnos), Rodrigo y yo (como profesores), Neus (como redactora) y José Luis (como cámara) grabamos en los campos próximos a la carretera a Torralba y en el departamento. Y salió este reportaje.
Esperamos que os guste.
Rodrigo Pérez y Chabier de Jaime
1 comentario:
Uno de los animales de esta entrada no lo tenemos en el Jiloca ¿cual eeessss?
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