Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

miércoles, 6 de marzo de 2013

SOMOS PLAGA

Martes 5 de marzo. Fiesta de la Cincomarzada en Zaragoza.
 
Cuando ya algunos días comienzan a oler a primavera y el sol se va imponiendo con fuerza leo sorprendido una noticia en Heraldo de Aragón: “Las plagas de topillos amenazan a los agricultores oscenses”. Zas! en toda la boca. En ese momento bajo la mirada para continuar leyendo y los ojos se me van directamente a esa fotografía kafkiana, en la que aparecen seres que parecen de otro planeta preparando unas mortíferas trampas de vete a saber qué.
 
Miro la foto, contemplo una enorme superficie de cultivo sin árboles, sin ribazos, sin relieves, tan sólo los enormes riegos giratorios de hierro y aluminio se aúpan en un horizonte como un pan sin sal, triste, vacío. Apenas sin vida. En ese momento me pregunto si estos agricultores son de verdad, los que yo conozco, los de toda la vida. Me resisto a pensar que son gente trajeada que vive en el Paseo Independencia, o en la Castellana, con sus enormes BMW y que pasan los ratos jugando en bolsa. No creo, no obstante actúan igual que ellos. Maximizan sus beneficios asumiendo un claro riesgo. Son más empresarios que agricultores, me digo a mi mismo. Y no es que la agricultura tenga que significar atraso, no. No es eso, pero es otra cosa, o al menos debería serlo.
 
topillos
 
La modificación del paisaje ha sido tal en muchos lugares que roza lo insuperable. Tras siglos cultivando nuestros campos y alcanzando cada vez un mayor nivel productivo, modificando el paisaje natural y convirtiéndolo en enormes despensas hemos llegado a la era de la incompetencia agrícola. Si, como en todo. La modernización agrícola se pasa y llega hasta el límite de la incompetencia. Pasa en casi todos los ámbitos de nuestras vidas.  Las “nuevas” plagas de topillos en nuevos regadíos es el resultado de nuestra incompetencia, del poco saber hacer, de la falta de observación y planificación y de un desconocimiento profundo de nuestro entorno. Es la certificación de que el agricultor cada vez es más ajeno de lo que realmente pasa en los campos, obsesionado (como todo el mundo, no lo olvidemos), con lo que pasa en su bolsillo.
 
La gran intensificación agrícola y el cambio de los secanos a enormes regadíos provoca también cambios que la sociedad rural debe asumir, pues es el resultado de sus decisiones. La eliminación de todo arbolado natural existente o la no plantación del que sería necesario, la unificación de superficies y eliminación de bancales, ribazos, pequeñas ramblas y cursos de agua estacionales, balsas, la implantación de las enormes superficies de concentración parcelaria, resumiendo en pocas palabras, no es la panacea ni la barra libre para todos, aunque la mayoría de los pueblos la firmasen ya para sus municipios. Es la eliminación de toda vida natural cuyas poblaciones se iban auto controlando, el buen hacer de la naturaleza desde hace miles de años. Si en cuatro días modificamos el hábitat de todos ellos y de la gran mayoría de los depredadores, si eliminamos posaderos y zonas donde crían y se alimentan, si cambiamos el tipo de cultivos y sólo dejamos eso, cultivos, estamos echando a escobazos y de un plumazo a todos ellos: mochuelos, cernícalos, lagartos, ratoneros, águilas, zorros… dejando vía libre a los topillos, entre otros. Porque otros vendrán, seguro que vendrán, ténganlo presente. El ecosistema agrícola ha perdido su capacidad de autocontrol pues ha sido modificado en su totalidad.
 
Imagen 192 Un gran cañón riega las enormes superficies de maíz en el Bajo Cinca. Julio de 2012
 
Ya lo dice el famoso naturalista británico David Attenborough: “Los humanos son una plaga sobre la tierra”. Ciertamente, durante años los ecólogos han estudiado y demostrado que en los ecosistemas naturales se da una relación directa entre el crecimiento de las especies y la disponibilidad de los recursos naturales que las sostienen. Esto es aplicable a todos los ámbitos de la vida natural. También la humana. El aumento desmesurado de nuestra especie ha convertido a la humanidad en el mayor enemigo actual del medio ambiente.
 
Pero no sólo eso, nos hemos permitido el lujo de crear las mejores condiciones para contribuir al crecimiento masivo de poblaciones de otras especies (como en este caso los topillos), a los que autodenominamos "plaga". Estos pequeños seres son “la plaga” que sólo vive para alimentarse de los cultivos y arruinar al agricultor.
 
Y como plaga hay que combatirla. Es un castigo de la naturaleza. Emplearemos mil triquiñuelas (eso si, siempre “legales”, según UAGA) en donde la química, por supuesto, no puede faltar. El mundo de la química y la agricultura hace tiempo que se conocieron y siempre les ha ido bien. Pero es de locos creer que esto se va a solucionar envenenando aun más el campo.
 
La agricultura debe asumir los problemas actuales y buscar soluciones con perspectivas de futuro. No se puede seguir avanzando en una sola dirección, la de la máxima producción. Deben ser conscientes de que al final sus problemas nos repercuten a todos y sobre todo deben darse un buen baño de realidad, de ver cómo sus campos se han convertido en zonas sin vida con una enorme capacidad de producción agrícola si, pero ¿sobre qué coste ambiental? ¿cuál será la próxima plaga? ¿lo asumirán con medios propios o pedirán ayuda a la administración? ¿hablaremos dentro de unos años de la “capacidad de plaga de las zonas agrícolas”?
 
De verdad, ¿tan difícil es considerar y planificar unas mínimas condiciones ambientales que aseguren la pervivencia de la flora y fauna autóctona, que además no afectarán lo más mínimo a la producción agrícola? ¿Seguiremos poniendo parches en lugar de atajar realmente el problema, como en otros tantos casos? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que en realidad hay espacio para todos? ¿Viviremos algún día dejando vivir al resto de seres vivos que nos rodea?
 
mochuelo

Un mochuelo descansa entre un montón de rocas en el entorno de la laguna de la Zaida. Su población ha disminuido de forma alarmante, como la de otras aves de caza ligadas a los ambientes agrícolas, especialmente en los secanos. A su vez, la población de micromamíferos e insectos crece y seguirá creciendo, al no haber depredadores que se alimenten de ellos

No hay comentarios: