NUEVA CITA DE SORBUS TORMINALIS EN COLLADOS

Los serbales son el grupo de plantas que conforman el género Sorbus, el cual pertenece a la familia de las Rosáceas. Son árboles o arbustos, pero sin espinas. Tienen unas hojas, enteras o compuestas, que se renuevan anualmente. Sus flores con pétalos blancos se agrupan en umbelas, con ovario semi hundido en el receptáculo y producen unos frutillos carnosos.

En las comarcas del Jiloca y de Daroca se han citado cuatro especies.

El más común es el azarollo (Sorbus domestica). Es un árbol con hojas pinnadas. Tiene un fruto grande y carnoso, la azarolla, que resulta comestible. Crece aisladamente formando parte de los carrascales y rebollares menos secos. Es una especie favorecida por el ser humano que lo ha cultivado en los márgenes de las tierras de labor a partir de plantones obtenidos de rechizos. En nuestra zona se encuentra en la sierras de ambas ramas de la cordillera Ibérica y no es raro incluso en el fondo del valle central. Es propio del sur de Europa.

Frutos y hojas de azarollo.

Completamente silvestre es el mostajo (Sorbus aria). Son inconfundibles sus hojas ovales enteras con envés completamente blanco. Aunque puede hacerse un árbol de más de veinte metros de altura si se le permite, en nuestra zona suele aparecer como arbusto. Forma parte de las orlas de los bosques caducifolios y marcescentes de montaña, en especial en rebollares y marojales que prosperan en umbrías y al pie de peñascos, donde dispone de agua en el suelo para sobrellevar la sequía estival. Es habitual en la sierra de Cucalón en su vertiente hacia el valle del Aguas Vivas (Bádenas) y el Huerva (Bea). Es propio de los países del centro y sur de Europa.

Sorbus aria. Foto: Museo de Historia Natural de Viena

Más eurosiberiano es el serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia). Es también un arbolillo con hojas pinnadas y pequeños frutos rojizos que suelen ser consumidos por los túrdidos. Es propio de toda Europa, aunque en la península se acantona en las cordilleras con precipitaciones copiosas y reducida evaporación. En la cordillera Ibérica meridional se encuentra en enclaves favorecidos de la Serranía de Cuenca y de los Montes Universales, aunque existen dos citas en la sierra de Cucalón, de Asso en Bádenas y, más recientemente en Piedrahita.

Hace más años, dando un paseo una tarde de mayo con Ángel Marco y sus niños cerca del manantial de Pelarda (Olalla), además de un ejemplar de la mariposa de Graellsia isabellae, encontramos entre el pinar de repoblación (Pinus sylvestris y P. nigra ssp austriaca) un arbolillo de hojas enteras con profundos lóbulos y corteza joven muy similar a un serbal. Pensé entonces en el sorbo común (Sorbus torminalis).

Doce años después, Jesús González nos comentó que haciendo unas limpiezas forestales en el pinar que hay entre Godos y Torrecilla del Rebollar habían encontrado unos ejemplares de este serbal. Fuimos a verlos y así era. Eran las primeras citas para la especie en la comarca. Gonzalo Mateo no lo incluyó en el Catálogo florístico de la provincia de Teruel (1990) aunque, al parecer existe una cita en La Puebla de Valverde y hay un pliego de herbario en Valencia procedente de Orihuela del Tremedal.

Mapa de distribución de Sorbus torminalis. Fuente: Atlas de la flora de Aragón

Estas navidades Carmen y yo estuvimos recorriendo un barranco que se interna en el extremo occidental de la sierra de Pelarda, entre Collados y Lagueruela. Flanqueado por interminables líneas de pinos, este barranco resuelve una fuerte pendiente en unos montes formados por gravas y arenas silíceas sin cementar. Tras la nevada de noviembre, descendía un arroyo apenas visibles entre un denso y ancho espinar. Tal así era que tuvimos problemas para atravesarlo. Siguiendo su curso dimos con una densa mata de un arbusto formada por múltiples pies. Era algo diferente.

Entre los jóvenes brotes destacaba un árbol que era de la misma especie. Sus hojas se acumulaban atrapadas entre los múltiples vástagos. Eran inconfundibles. Otro ejemplar, este veterano, de Sorbus torminalis que estaba acompañado por numerosos rebrotes de raíz que formaban una tupida macolla casi impenetrable.

Es la tercera cita para la especie en la sierra de Pelarda y el del ejemplar más maduro.

Las tres sobre el mismo tipo de sustrato y en ambientes forestales poco soleados. Habrá que seguir buscando pues parece menos raro de lo que se pensaba. A veces, las sorpresas en temas florísticos las tenemos delante. Hay que salir a buscarlas.