Sobreviviendo en el escarpe. Instalados en las fisuras y huecos de las paredes calizas, los zapatitos de la virgen despliegan al principio de la primavera su laxa roseta de tiernas hojas y, unas semanas después, los largos racimos de flores blanquecinas y de simetría bilateral.
Seleccionan cantiles, extraplomos y techos de cuevas, tolerando el sombreado aunque prefiere zonas más iluminadas. Su óptimo es el piso mesomediterráneo aunque accede a zonas más frías, beneficiándose de los microclimas más atemperados de las exposiciones que selecciona.
Soporta bien la sequía. De hecho, su hábitat dispone de agua con estacionalidad y durante periodos de duración irregular. Absorbe, pues, el agua que se infiltra entre las fisuras de las calizas. En años húmedos una planta puede alcanzar los treinta y cinco centímetros de altura, mientras que en años de sequía no pasan de los cinco centímetros.
Este año, en el cañón del río Piedra, encontramos zapatitos de la virgen de unas dimensiones por encima de la media como resultado de las moderadamente abundantes y regulares precipitaciones invernales. Los vimos a primeros de mayo en plena floración, barruntando tal vez la sequedad primaveral. Este paraje tiene una magnífica población no solo en las zonas más soleadas sino también en las umbrías y en las que tienen una vegetación más frondosa. Es posible que sea una de las poblaciones más prósperas en esta parte de la cordillera Ibérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario