Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 27 de agosto de 2012

SOBRE LA SEQUÍA EN EL PANCRUDO

…. o del río Navarre, como lo conocemos los de Luco en el tramo final de su desembocadura en el Jiloca.

No es un fenómeno nuevo y conocemos bien el funcionamiento hidrogeológico de ese tramo, el correspondiente al término de Luco, desde la masía de Balsain hacia abajo. En ese área, concretamente donde hoy se asienta la presa, poseía mi familia, entre los años 60 y 90, una finca plantada de manzanos “starking” y “golden”, que era la admiración de todo el que pasaba por la carretera de Lechago.

Pues bien, desde la década de los sesenta, en que comienzo a interesarme por la geología, observo que todos los veranos sin excepción, ese tramo final, desde el citado Balsain, hasta unos 300-400 metros antes del puente romano, el río Navarre se secaba completamente, desde de Mayo-Junio hasta Octubre-Noviembre, desapareciendo totalmente toda la fauna piscícola (sobre todo barbos y alguna trucha) y toda la flora al río asociada. Y así año tras año. Más seco que una mojama. Excepto si caía una gran tormenta, que producía la consiguiente “riada” y a los dos días desaparecía.

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Sin embargo, la finca de manzanos lucía todo su verdor y proporcionaba unas cosechas de manzanas extraordinarias. En el río y acequias de él derivadas ni una gota de agua, pero los manzanos espléndidos merced a un pozo construido en el acuífero aluvial, que suministraba caudal suficiente para mantener la plantación y todavía sobraba para ayudar a los vecinos si lo solicitaban.

En hidrogeología nos enseñaron que el flujo de un río posee dos componentes, uno superficial y otro subterráneo, que circula por los espacios intergranulares de los sedimentos aluviales, por el mismo río depositados. Así que regando los manzanos se comprendía muy bien la teoría, el río estaba exhausto pero a escasa profundidad circulaba un caudal importante, fenómeno que los geólogos denominamos “escorrentía subterránea”.

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Imagen de la presa en la primavera de 2011

La estructura geológica del área es muy sencilla. Bajo los aluviales y en ambas márgenes del cauce afloran las pizarras grises paleozoicas, absolutamente impermeables ¿Y qué pasa cuando se construye el pantano de Lechago? Pues sucede, que para asegurar correctamente la cimentación de la presa, ésta se ancla en el Paleozoico y la misma cimentación es la que constituye una pantalla impermeable que se apoya y sujeta en esas pizarras mencionadas, que obviamente se encuentran por debajo de las gravas, arenas y limos aluviales. Incluso la parte superior de la serie pizarrosa, que la investigación previa a la construcción había demostrado estar alterada, también fue intensamente cementada.

Por lo tanto, el flujo acuífero subalveo quedó seccionado, originándose dos fenómenos nuevos. Por un lado, queda cortado el flujo subterráneo que salía a la superficie en los últimos 300-400 metros antes de la desembocadura, donde el Paleozoico aparece en el cauce y que alimentaba a los pozos de riego. Por otro, se ha originado un pequeño lago de aguas claras y cristalinas aguas arriba de la presa, de unas 16 ha de extensión, hoy día poblado por multitud de aves acuáticas y por abundante flora dulceacuícola. Nunca se había conocido un agua tan clara en el Pancrudo. Perdón, la conocíamos los que regábamos los manzanos.

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Por último, quiero aprovechar para dedicar este escrito y homenajear a nuestro muy querido y añorado padre, Jerónimo Navarro, que dedicó una parte importante de su vida a sacar adelante esa plantación primorosa del río Navarre, orgullo de cualquier buen agricultor que por esa carretera circulaba.

David Navarro Vázquez

Geólogo

1 comentario:

Fer dijo...

Es realmente curioso que una obra humana pueda llegar a modificar el aporte subterráneo de todo un río, por pequeño que sea. Entonces prácticamente toda el agua que vemos embalsada es aporte subterráneo, por eso aunque el río no lleve apenas agua vemos que la cubeta se sigue llenando... muy interesante.

Lo que ignoro es si este aporte de agua almacenado se tendrá en cuenta a efectos del cálculo del caudal ecológico ¿alguien lo sabe?