Las lluvias del otoño fueron muy generosas. Esto propició el crecimiento de un verde tapiz herbáceo que ha ido cubriendo cunetas y pastizales que hasta hace tanto sólo unos meses eran lugares secos y polvorientos. En Aragón, al menos en el sur, no parece que nos guste ver crecer el verdín. Prácticamente todas las cunetas de carreteras y caminos vecinales son tratadas con herbicidas para su eliminación. Apenas verdean un poco las brigadas se ponen en marcha y cumplen su función agostadora.
Las herbáceas mueren rápidamente y adquieren un color amarillento, como se hubiese llegado el verano repentino con su calor y falta de precipitaciones. El veneno hace rápido su efecto.
Durante el mes de noviembre hemos visto la aplicación masiva de herbicidas en campos de cultivo, por ejemplo en el campo Romanos. Lo que hacía unos días eran verdes rastrojos, se convirtieron en grandes superficies amarillas y envenenadas. Los agricultores intentan así frenar el crecimiento de herbáceas y poder preparar el terreno en limpio justo antes de la siembra. Quizá algunos campos ni se siembren, o se aplica la siembra directa, pero no parece que guste verlos cubiertos de herbazales.
El empleo de herbicidas se ha extendido mucho en nuestros campos. Es un grave problema pues acaba con buena parte de la biodiversidad vegetal que suministra alimento y cobijo a insectos y aves en entornos ya de por si desfavorables. En casos tan puntuales tampoco sabemos el efecto que pueden tener sobre las aguas, su perdurabilidad, etc. Estos productos han evolucionado mucho pero, ¿se pueden considerar inocuos o simplemente son una amenaza más para nuestro entorno?
1 comentario:
Mas lamentable y de pena es que asociaciones culturales y ayuntamientos de nuestros pueblos utilicen estos venenos cancerígenos en parques y jardines con ancianos y niños.
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