Los geógrafos suelen dividir el territorio aragonés en tres regiones naturales. Los Pirineos, la Depresión Central y la cordillera Ibérica. Para matizar los rasgos físicos y ecológicos de las zonas de transición comprendidas entre el fondo del valle del Ebro y las dos zonas montañosas que lo enmarcan, se habla de los somontanos pirenaico e ibérico.
Queremos dedicar este artículo a caracterizar la vegetación del sector de este último comprendido entre los valles del Aguas Vivas y el Huerva, a la frontera entre las sierras de Peco, Herrera y Oriche y los piedemontes formados por depósitos de sedimentos detríticos acumulados al pie de aquellas durante el Mioceno.
A este territorio le corresponde un termoclima en el que comienza a suavizarse el rigor de las zonas más altas de esta parte de la Ibérica. Las temperaturas medias anuales son de unos 13 ºC. Hay menos meses con heladas y estas no son tan acusadas. La cercanía del Ebro propicia una atenuación de la continentalidad mientras que los marcados relieves impide la acumulación invernal de masas de aire muy frío, como sí ocurre en el alto Jiloca.
El ombroclima es seco, con precipitaciones entre los 450 de las sierras y los 350 mm. De las zonas bajas, es decir, en el límite con el ombroclima semiárido, que ya se manifiesta en la próxima zona de Belchite.
Ese territorio, administrativamente comprendido entre las comarcas del Jiloca, el Campo de Daroca y el Campo de Belchite.
También se encuentra en un límite biogeográfico: el situado entre el piso bioclimático mesomediterráneo y el supramediterráneo, dos de los constituyentes de la región Mediterránea.
El piso supramediterráneo ocupa la práctica totalidad de las comarcas del Jiloca y Daroca. Sin embargo, en la parte occidental de la cuenca del Aguas Vivas (parte baja del río Cámaras) se dan condiciones propias del piso mesomediterráneo, que ya se extienden por las próximas comarcas de Belchite y Cariñena. Estamos hablando de buena parte de los términos de Villar de los Navarros y de Herrera de los Navarros y de las zonas bajas de los de Loscos y Nogueras.
Las condiciones ecológicas se diversifican todavía más al considerar la variedad de sustratos. Cuarcitas, pizarras y rocas volcánicas de origen paleozoico en las partes altas, sedimentos detríticos con cemento carbonatado de origen mioceno en las zonas bajas, así como algún enclave calizo mesozoico.
El paisaje vegetal predominante en este territorio vendría marcado por el carrascal, tanto sobre las zonas con sustratos silíceos (predominantes) como sobre los sustratos carbonatados (minoritarios). Ahora bien, una serie de plantas presentes en estos carrascales o en sus etapas intermedias en la sucesión, matizan las condiciones algo menos rigurosas en cuanto a las bajas temperaturas y además algo más secas.
Una de ellas es la coscoja (Quercus coccifera), arbusto esclerófilo y de hoja perenne, que tiene en esta zona las únicas localidades que conocemos en las comarcas del Jiloca y de Daroca.
Se encuentra a esta quercínea en matorrales en recuperación y en los márgenes de campos, formando pequeñas y cerradas matas tanto sobre sustratos ácidos como básicos.
Le acompañan otras plantas también frioleras, algunas indiferentes en cuanto al pH del suelo como el romero (Rosmarinus officinalis) …
y otras con preferencia silícea como la estepa blanca (Cistus albidus)
… la retama (Retama sphaerocarpa)….
… o la cambronera (Lycium europaeum)
En estas zonas de media montaña también se hacen más abundantes algunas especies que entraban en el piso supramediterráneo pero que tienen su óptimo en zonas más bajas. Esto le ocurre al espino negro (Rhamnus lycioides) …
, a la esparraguera (Asparagus acutifolius) …
y al enebro de la miera (Juniperus oxycedrus)…
Es interesante observar qué bien matizan las plantas las condiciones climáticas locales. Otro motivo para poner atención en nuestras excursiones.
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