Loma de Blancas. Madrugada del último sábado de junio. Primera jornada de campo del curso de Ornitología Práctica de las Tierras del Jiloca organizado por la Universidad de Verano de Teruel y A.D.R.I. Jiloca-Gallocanta. Reencuentro con viejos amigos (y amigas). Ocasión para crear nuevas amistades.
Mañana luminosa y fresca. Como en años anteriores, nos subdividimos en pequeños grupos y comenzamos a surcar la paramera en dirección noroeste, dejando el sol a nuestra espalda.
Terreras comunes, calandrias y alondras comunes surcan incansables el cielo, marcando territorios invisibles a nuestros ojos, a la vez que nos crean sensaciones sonoras que se suman a la del fresco matinal y el olor de la ajedrea que pisamos en la loma.
Alondra común. Foto: R. Pérez
A media distancia, un mochuelo sobre un montón de piedras, una collalba rubia sobre la vara seca de un gamón, la burburica que levanta la cresta antes de levantar el vuelo ….
Mochuelo. Foto. R. Pérez
A lo lejos, ahora una pareja de turras, después un macho de sisón … más tarde un pequeño grupo de chovas piquirrojas.
Sisón. Foto: R. Pérez
Y otras muchas observaciones, casi todas similares a las de otros años, pero con sorpresas como la de el águila calzada que, delante de nosotros, se lanza a por una alondra que escapa de milagro, o la del alcotán que abandona su nido para cazar en estas lomas.
En el monte nos llama la atención el desarrollo de la vegetación, tan austera en otros años.
Desde las caberuelas (jarillas) en plena floración ….
al esplendor de la selvia (salvia), que le da para su crecimiento y para el de la cuscuta que le infesta de forma agobiante ….
el suave mecerse de los airosos plumeros de Stipa con la brisa de la mañana …
Pero lo que me llama la atención son las cosechas de estas duras tierras. Es cierto que en las hoyas se acumulan arcillas de decalcificación y, en ocasiones, restos de humus del bosque primitivo. Pero …¡es tan permeable este karst!
Habitualmente, estas tierras dan muy pobres cosechas dedicándose de formar tradicional a sembrar centenos y algún pipirigallo.
Este año no es así.
Se veían unos trigos preciosos ….
campos de alfaz con las plantas bien crecidas y apretadas que sorprendían con su verdor en el pardo habitual de la loma ….
e incluso cultivos de guisantes ….
con unas semillas gordas y lustrosas …
El lluviosos otoño, las nevadas invernales y el fresco mes de mayo han traído una de las mejores cosechas que recuerdan los viejos. Incluso en las lomas de Blancas.
Al hacer balance entre todos los grupos al final de la mañana, José Luis Rivas destacaba que el número de aves observadas (y anilladas) había sido notablemente inferior al del año pasado. Es cierto que la hacíamos un mes más tarde, con las aves acabando la reproducción y con los jóvenes ya volanderos. Una jornada es una muestra reducida y no se pueden sacar muchas conclusiones. Pero, siendo un año de tal producción vegetal … ¿cuál podía ser la causa de la (aparente) escasez de aves?
Seguramente, la copiosa nevada de abril que cubrió la paramera con casi todas las nidadas en marcha a las que debió malograr.
Un mismo factor puede favorecer a los productores de un ecosistema y a la vez perjudicar a los consumidores, al menos a los secundarios y, eso sí, a corto plazo.
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