UNA TARDE DE INVIERNO EN LA MUELA DE SAN JUAN

Hace unas semanas leímos que las pistas de esquí de fondo de la Muela de San Juan (en Griegos) iban a volver a abrir tras varios años de permanecer cerradas. Estábamos a mediados de febrero. Las borrascas de semanas anteriores habían dejado un manto de nieve que se mantenía a pesar de no ser un invierno frío. Era una oportunidad que no podíamos dejar pasar. La nieve permanece poco tiempo a estas cotas. Desempolvamos los esquíes inactivos desde hace más de un lustro, cogimos la cámara, unos bocadillos y los prismáticos, por aquello de El Gran Año. Y, aquel domingo a mediodía, tan pronto la DGT dio por practicables las carreteras de acceso, nos encaminamos hacia los Montes Universales.

Bocata en carretera camino de Griegos. El viento desprende la nieve caída durante la noche. Estamos en El Puerto, a 1.660 metros de altitud. El espesor no alcanza los ocho centímetros.

Bandos de pajaricos en el pinar albar. Ahí están, los verderones serranos, tan activos, tan cantarines, alegrando el silencio del invierno en la sierra.

Verderón serrano. Fuente: SIOC

Tras unas recurvas ya resulta visible Griegos, al pie de la imponente Muela de San Juan.

Estamos en el extremo occidental de la Sierra de Albarracín, en su límite con la raya de Castilla. Y ante una de sus cimas más destacadas (1.814 m.) y emblemáticas por su interés científico y cultural. Esta alargada y aplanada montaña se extiende entre los términos municipales de Griegos y Guadalaviar, haciendo de divisoria entre las aguas que se encaminan hacia el oeste y el norte en dirección al cercano Tajo y las que lo hacen hacia el este y el sur, donde nace el propio río Guadalaviar.

La Muela de San Juan es un alargado y kilométrico sinclinal colgado que destaca sobre un sistema de lomas y páramos.

Las calizas del Cretácico Superior han quedado arrasadas y forman la cima de la muela, mientras que la erosión de las arenas blancas subyacentes (formación Utrillas, del Cretácico Inferior) ha creado las inclinadas vertientes que conectan con los materiales jurásicos que afloran hacia Griegos y Villar del Cobo. 

Poco personal. Dos parejas de esquiadores, un aficionado a los trineos y varias familias con niños jugando con la nieve.

Y pinos. Miles y miles de jóvenes pinos albares son sotobosque de enebro, sabina rastrera (chaparra) y arlera. El piso de vegetación oromediterráneo definido por coníferas resistentes a las bajas temperaturas media anuales y a las moderadas precipitaciones adaptado a sustratos carbonatados. La taiga mediterránea tan característica de la cordillera Ibérica.

Comenzamos el paseo siguiendo la guía de la trazadora.

El trazado del circuito aprovecha algunas de las pistas forestales de esta montaña. Comienza con un suave acenso …

que permite alcanzar la cima de la muela: el monte Santa Bárbara. Allí está instalada la torre de vigilancia de incendios y un par de paneles interpretativas permiten conocer los valores ambientales y culturales de la zona. Desde allí se divisa el pueblo de Griegos …

y los campos de dolinas que se extienden hacia el término de Villar del Cobo, un lugar de gran interés geológico:

Estamos en la vertiente de la Muela. El viento intenso y el peso de la nieve cincelan las copas de los pinos royos, que muestran unas ramas tortuosas y con pocas acículas.

El cielo sigue cubierto por las nubes. Estamos a 4 ºC y no hace viento. Es un placer pasear entre el pinar.

Es una masa muy aprovechada. Un bosque poco maduro. Los árboles viejos son muy escasos y hay poca madera muerta de ciertas dimensiones. Los árboles tienen edades similares.

Las aves forestales que nidifican en los huecos de los árboles tienen problemas para encontrar alguno apropiado y se recurre para ello a los nidales artificiales. Nidales preparados para pequeños pájaros (páridos) y que deben ser adecuados a sus necesidades por los carpinteros (pícidos).

Instalar nidales es una solución temporal. Un parche. Es necesario gestionar los bosques para favorecer a la vida silvestre. Hacen falta bosques de estructura compleja, con árboles de edades y dimensiones variadas, diversos en especies, con abundante madera muerta (en pie y en el suelo) y con árboles viejos que ofrezcan hábitat a los grandes olvidados de los ecosistemas forestales, los organismos saproxílicos, verdadero pilar de las comunidades forestales.

Una pareja de herrerillos capuchinos deambula entre las copas de los pinos.

Herrerillo capuchino. Fuente: SIOC

Estos páridos y un bando de piquituertos forman el menguado elenco de las aves que puede observar en el pinar. Estamos en lo más frío de una de las zonas más frías de la península Ibérica. Un territorio difícil para pasar el invierno.

Una señal encamina a los senderistas y ciclistas hacia la cima de Las Pernalas (1.799 m.), un balcón hacia el Alto Tajo.

Se cierra el cielo y comienza a nevar …

La tarde está cayendo y decidimos acortar el recorrido tomando el atajo que devuelve al inicio de la pista por un estrecho carril …

Inesperadamente se abre el cielo y comienza a lucir el sol …

ofreciéndonos una espléndidas imágenes del pinar …

que guardaremos en la memoria durante años…

Aún puede caer alguna nevada en marzo que permita recorrer con esquíes esta montaña. Quien tenga interés y quiera conocer el estado de nieve de la pista de fondo puede consultar la página La Muela de San Juan (Espacios nórdicos de Aragón).