En la vertiente occidental de la cordillera Ibérica, en la cuenca del Duero, los chopos cabeceros también constituyen un elemento característico del paisaje agrícola. Aunque allí les llaman chopas.
Hace unas semanas pudimos comprobarlo en un recorrido que realizamos por los valles del Arlanza y del Arlanzón. Nos alojamos en Ibeas de Juarros, pueblo castellano con la típica distribución alargada de su caserío siguiendo la ruta Logroño-Burgos, un tramo del antiguo camino de Santiago. Ibeas también es muy famoso por sus alubias.
Nos dirigimos temprano hacia el sector occidental de la sierra de la Demanda. Al poco de cruzar el río Arlanzón entramos en San Millán de Juarros y ya junto a la carretera nos salió este formidable gigante:
.. que estaba acompañado de otros ejemplares dispuestos en el margen de los huertos.
Chopa con la cruz muy alta,las vigas algo curvas y el turno perdido hace más de treinta años. Remontamos el Arroyo Salguero, nombre acertado para un valle en el que los sauces eran muy abundantes, siendo muchos de ellos también trasmochos …
… encontrando aquí y allá grupos dispersos o ejemplares aislados de chopas, en un paisaje agrícola dominado por el cultivo del cereal y del girasol que se extendía hacia Mozoncillo de Juarros y hasta Salguero de Juarros.
Estamos en la comarca de Juarros, pequeño territorio drenado por arroyos que vierten al Arlanzón por su margen izquierda y cuyo nombre tiene un origen vasco, “xuarros” alude a olmo, árbol que debió ser común en estas amplias vales de suelo limoso.
Un paisaje de vegas fértiles y aprovechadas, arroyos con escaso caudal y un paisaje de lomas deforestadas salpicadas con bosquetes de marojos, el leñero de cada pueblo.
Antes de llegar a Salguero nos encontramos cada vez más chopas. Y todas las que se encuentran junto al río fueron escamondadas el invierno anterior. Y todas ellas han rebrotado muy bien.
Antes de entrar en el pueblo, junto al puente, vemos un ejemplar de dimensiones notables. También podado.
Nos surgen mil preguntas e hipótesis. Y preguntamos a un vecino. Nos comenta que los ha podado “la Hidrográfica” y que la madera la emplean para hacer tableros en una fábrica de Burgos. Él lamenta que son árboles de los que no se benefician los propietarios de las fincas colindantes y que vecinos del pueblo no pueden aprovechar. Es una opinión a contrastar. Pero, en cualquier caso, sorprende gratamente ver el vigor de estos árboles y comprobar cómo el órgano gestor de cuenca asume su responsabilidad en el mantenimiento de estos viejos árboles, lo que no ocurre en Aragón.
Nos desviamos para tomar el arroyo Salmuera y después alcanzar el río Santa María llegando a Santa Cruz de Juarros. Una estampa nos sorprende. Junto al río, encontramos una dehesa de prados encharcados …
sombreados con unas chopas de un porte muy similar al de los chopos cabeceros turolenses …
Hablamos con el señor Jesús, camionero jubilado y agricultor por afición, que nos comenta el uso tradicional de las chopas para producir cabrios y vigas para las construcciones.
Hacia Palazuelos, en la vertiente occidental de la sierra de Mencilla, el paisaje pierde el sabor agrícola haciéndose más montañoso, con vocación ganadera y forestal. Predominan las dehesas y los tallares de roble marojo (rebollo, llaman allí) en las que pastan vacadas.
No los volvimos a encontrar hasta que no comenzamos a descender hacia el valle del Arlanza. Y pocos, como este de San Millán de Lara (arroyo de San Millán) …o estos en Vizcaínos (río Pedroso) …
Aguas abajo, en Piedrahita de Muñó, junto al molino se extendía una dehesa de chopas entre las que aparecían otros álamos de único y largo fuste pero con todas las ramillas podadas. Como las “ragosses” bretonas.
Tras un largo periplo por la sierra volvimos a Ibeas de Juarros. Preguntamos a la joven propietaria del alojamiento sobre las chopas y, tras recabar información con su padre, nos contó que eran árboles muy aprovechados para obtener varas para enramar alubias y para proporcionar vigas y cabrios para las cubiertas de los edificios. Mañana veréis un ejemplo.
Así fue. Al día siguiente nos mostró un granero.
Las vigas eran ramas de chopa de unos 15 cm. de diámetro y los cabrios que descansaban sobre las vigas, eran tablas de la misma madera. Al igual que los puentes. La casa en la que nos alojábamos, como casi todas las del pueblo, también tenía las vigas de chopa, aunque recientemente habían sido sustituidas por otras de hormigón.
Dos días después volvimos a recorrer la sierra de la Demanda, ahora por su sector norte. Al entrar en el pueblo de Arlanzón, entre el río y el canal, encontramos algunas chopas jóvenes recién podadas …
y algún que otro ejemplar notable….
Pero ya no vimos más al subir por la carretera de los pantanos hasta Pineda de la Sierra. Volvimos hacia Pradoluengo y nos internamos en el valle del Oca, ya en la cuenca del Ebro. Volvimos al paisaje agrícola de secano surcado de arroyos. Y allí estaban. En Villanasur de Río Oca …
Y en Prádanos de Bureba, donde ya los conocíamos. Por cierto, los trabajos de ampliación de un camino rural amenazan a estos ejemplares notables …
La última jornada, antes de volver hacia casa, entramos a recorrer la ribera del Arlanzón. Junto al río, prácticamente no había, pero en las acequias eran abundantes y tenían la cruz sorprendentemente alta.
Primero en Ibeas de Juarros ….
y en San Medel …Pudimos hablar con José Antonio, un vecino del pueblo de 47 años, mientras recogía las hortalizas de su hortal. Nos contó que en la zona aún se aprovechan las chopas haciendo cortes cada dos años para obtener las ramas de enramar alubias….
… como pudimos ver muy cerca del pueblo.
Nos indicó también que hace unos diecisiete años el ayuntamiento cortó casi todas las chopas que crecían en los márgenes de la carretera. Esta persona valoraba estos viejos árboles como un patrimonio amenazado. Es más, nos indicó que tiempo atrás algo parecido ocurrió en el pueblo de su esposa, en Cogollos, y los chavales del pueblo se encadenaron a las chopas para evitarlo consiguiéndolo.
Dejamos el valle del Arlanzón por Cardeñajimeno. Seguimos encontrando chopas en los márgenes de las huertas y, sobre todo, entre los chalés que se han construido al rebufo de crecimiento urbanístico de la inmediata ciudad de Burgos.
Tanto nos alabó José Antonio las chopas de Cogollos que allí nos fuimos. Mereció la pena. No eran más de cuarenta pero eran preciosas y estaban muy bien cuidadas. Estaban en la orilla del río Cogollos, un afluente del Arlanzón, por la margen izquierda, en el mismo núcleo urbano.
Algunas grandes chopas orlaban la carretera que atravesaba el núcleo urbano …
Un señor mayor nos dijo que antaño había muchas más y que al ampliar la carretera las cortaron. Así mismo, nos comentó que este año “los del río” habían cortado un chopo y habían echado arena en la orilla para tapar el tocón, como pudimos comprobar …
… lo que le había producido un gran disgusto.Hablando con las gentes de la zona, percibes que las chopas debieron ser mucho más abundantes en el pasado. También pudimos comprobar que aunque no ofrecen una gran rentabilidad muchos de ellos no han perdido en turno de poda. Y, que concitan el cariño entre sus gentes considerándose una herencia de las generaciones anteriores.
De vuelta a Burgos las volvimos a encontrar en Sarracín, en la vega del río Viejo …
y, ya camino de las tierras de Soria, de nuevo en el valle del Arlanza, en Cascajares de la Sierra, al pie de la sierra de Gayubares, siempre como ejemplares aislados o pequeños grupos.
Haciendo balance nos llevamos la impresión de que sin ser un árbol hegemónico en las riberas, las chopas aún son un elemento común del paisaje rural burgalés, sobre todo en los valles abiertos y en las tierras altas.
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