Una vez han cesado las tormentas de los primeros días de julio las máquinas cosechadoras han entrado en tromba en las ya secas mieses del Campo de Used y del Campo de Bello. Con urgencia. Con premura por recoger la –menguada- cosecha ante el riesgo del pedrisco que pudiera acompañar a futuras tormentas.
Tractores y remolques yendo y viviendo. Del campo al almacén. Del almacén al campo. Las máquinas, con sus grandes peines despachándose los campos. Uno tras otro.
Cosechando el trigo duro …
Cosechando el triticale, este híbrido de trigo y centeno, un cultivo en auge en la zona …
Cosechando la cebada cervecera …
En pocos días cambiará la fisonomía del paisaje. La enorme planicie cerealista, ese extenso mar de mieses, se convertirá en un continuo rastrojo.
Las copiosas precipitaciones han llegado tarde para engordar los granos de cereal. Sin embargo, han sido muy beneficiosas para el resto de los cultivos.
Los girasoles han formado unos gruesos tallos que soportan unas hojas enormes. El agua acumulada en el subsuelo garantizará su crecimiento y floración en las siguientes semanas. Pinta ser un buen año para las pipas.
En las praderas de alfaz crecen las matas espesas y altivas. Ya podría hacerse otro corte.
Los pipirigallos han vuelto a florecer. Como si estuviésemos en mayo.
Incluso aquellos pastizales, donde hace meses se pasó el cultivador, dan otra oportunidad a ababoles y a otras arvenses anuales capaces de completar su ciclo biológico en menos de un mes.
Por último, los pozos de Bello amplían la gama de cultivos de la zona. Permiten la producción de una patata de gran calidad …
Y, más recientemente, se ha introducido el cultivo intensivo de panizo. Como si nos encontráramos en la vega del Jiloca.
Son días de disfrutar el paisaje. Especialmente con la luz de la tarde. Cuando se vence el sol.
El contraste cromático entre el verde del girasol, el rojo de la desnuda tierra, el amarillo de los rastrojos, los tonos oscuros del lejano carrascal y el profundo azul de los cielos de estas tierras altas conforman otro de los rasgos del bellísimo paisaje de Gallocanta.
Otro más de sus valores ambientales.
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