Si bien las precipitaciones de otoño e invierno estuvieron por encima de la media, este año la primavera ha sido seca. Especialmente durante mayo, el mes decisivo para salvar la cosecha. Durante el curso de ornitología de la UVT el vaso del Lagunazo de Gallocanta era una superficie de limo empapado y la escasa lámina de agua había que buscarla en el fondo del Lagunazo Grande. El fondo de la “bandeja”.
A principio de junio seguíamos en esta situación y la tarde del día 10 se produjo la sorpresa. Una tormenta vespertina descargó entre Odón y El Pobo de Dueñas recogiéndose 120 L/m2 en aquella localidad. Fue noticia meteorológica. La Rambla de los Pozuelos evacuó este volumen durante unos días, pocos pues el karst de las calizas cretácicas de Odón y Bello se engulló buena parte del caudal. En el resto de la cuenca la precipitación recogida fue menor pero lo suficiente para empapar cajeros y refrescar los prados salinos, los pastizales y las lomas pedregosas. La laguna recibió desde el suroeste una inyección que permitió cubrir extensamente buena parte de fondo del vaso. Unos días después, Antonio y Sabi registraron un nivel de 20 cm. en la regleta situada frente al Balsón de Tobeñas, en Berrueco. Algo tarde para la cría de las limícolas pero un nuevo volver a empezar para todos las algas, crustáceos, anélidos y un sinfín de organismos acuáticos, tras la hidratación del tapete de algas y la dilución de la salmuera en la que se habían convertido los últimos charcos.
Esta lluvia retrasó la que iba a ser una cosecha adelantada aunque los granos engordaron ya poco. Así fue pasando junio cuando en la primera semana de julio se produjo una segunda tormenta. Esta vez por la parte de saliente. Si en Tornos fueron 60 L/m2 en Gallocanta fueron 80 L/m2. Desperfectos en caminos, campos inundados y … nueva inyección para el humedal.
El martes 10 me acerqué a la laguna. Los prados de Las Cuerlas ofrecían esta fresca estampa. Algo raro para un mes de julio.
La lámina de agua, aún modestamente, cubría una buena parte del vaso permitiendo tomar la clásica foto del pueblo de Gallocanta. Con su querida laguna.
Hacia Berrueco el Lagunazo Grande mostraba esta otra imagen …
Sobre el 15 julio Antonio Torrijo leyó un registro de 32 cm en el nivel de Tobeñas.
Avanza el nivel del agua en las amplias playas a modo de transgresión de nuestro pequeño mar. Para beneficio de muchos organismos. De los chorlitejos patinegros que recorrían el limo de los ojos. De los carrizales que encañan con fuerza. De las arañuelas y pulgones que alimentarán a los carriceros y carricerines que descansarán en su paso postnupcial. De las pagazas y gaviotas reidoras que terminan de criar a sus pequeños.
Uno de los rasgos ecológicos más singulares y valiosos de Gallocanta, es, precisamente, su funcionamiento prácticamente natural por proceder sus aguas de la propia cuenca. Es decir, su nivel de agua no recibe caudales externos, a diferencia de otras lagunas endorreicas aragonesas como la de Sariñena. Esta fluctuación natural, en la que insistía el profesor Francisco Comín es otra de sus grandezas. Otra más.
Estos procesos naturales y otros muchos más asociados a la vida silvestre se pueden disfrutar el próximo domingo día 27 de julio en el III Testing Fotográfico en Gallocanta que organizan Biodiversidad Virtual y el albergue Allucant. En esta ocasión se pondrá el acento en la laguna de la Zaida y en el navajo de Gallocanta, otros humedales que enriquecen la variedad de ecosistemas acuáticos del conjunto de la cuenca.
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